Aprovechando el estreno de su sexta temporada, vamos con una reseña de El Príncipe Dragón. Una magnífica serie de animación a la que quizás no se le está reconociendo todo el mérito que se merece. Una verdadera joya de aventuras con la que Netflix demuestra que se pueden crear grandes obras emotivas más allá de Pixar.
La mejor virtud que puede tener una serie de animación, es la de favorecer la comprensión de la realidad a través de la historia que nos cuenta. La capacidad de trasladar al espectador los conflictos humanos desde la mirada de la fantasía, una mirada con la capacidad de hacernos empáticos ante la trama que viven los personajes. Y esta virtud, es el gran acierto de El Príncipe Dragón, una de las mejores series de animación de los últimos años.
Dragones, elfos, brujos y magia ¡Todo cabe en El Príncipe Dragón!
Una historia tan vieja como el nacimiento del mundo, la lucha del bien contra el mal, pero contada con todas las aristas que traen consigo los deseos y las pasiones humanas. Un enfrentamiento que tiene claroscuros, no todo es bueno o malo, sino que las decisiones traen consigo consecuencias y que nuestras acciones pueden afectar al mundo que nos rodea, aunque no fuera esa nuestra intención. El Príncipe Dragón, es ante todo un viaje a la madurez de los personajes, da igual la edad que tengan, todos tienen algo que aprender, que asumir y elecciones que tomar, elecciones que los llevaran por un camino u otro, donde tendrán que asumir esos roles que han elegido, ya sea hacia la luz o hacia la oscuridad.
El Príncipe Dragón, a partir de su cuarta temporada conocida como el Misterio de Aaravos, es una apuesta de Netflix por elaborar series animadas de calidad (y también arriesgar con la fantasía para intentar replicar el éxito de El Señor de los Anillos o Juego de Tronos). La serie esta creada por Aaron Ehasz (autor de El Avatar: la Leyenda de Aang) y Justin Richmond, con la producción de la compañía Wonderstorm.
La trama se desarrolla en un mundo fantástico que estuvo gobernado por dragones, y ahora se encuentra amenazado por el enfrentamiento entre humanos y elfos. Un conflicto antiguo, porque los humanos practicaban la magia negra y sus ansias de poder los encaminaban a querer dominar al resto de criaturas. Los dragones enfadados ante el mal uso de la magia acabaron desterrando a los hombres a un extremo del continente. Años después, es robado el huevo del rey dragón Avizandum, con lo que los vientos de una nueva guerra es inminente. Así comienza la aventura del joven príncipe Ezran, su hermanastro Callum y Rayla, una elfa de luna, un grupo que forma un peculiar vínculo de amistad que les llevará a emprender una épica aventura para intentar evitar la guerra.
¿Un Juego de Tronos para todos los públicos?
El Príncipe Dragón es una obra majestuosa, que despliega las alas de su historia sobre una tierra rica de elementos oníricos. El entretenimiento no solo tienen que ser escenas impactantes con un cascaron vacío, esta serie demuestra que un buen desarrollo de los personajes puede cimentar las bases de una diversión sana y profunda, que eleve las cotas del espectáculo hasta la cima del cuento épico. Una epopeya para toda la familia (no en vano, la incluimos en un post de series animadas de Netflix para disfrutar con toda la familia), en el que destaca el humor y la soberbia composición de los personajes y sus tramas. Una estructura argumental que expande toda su inteligencia a través de los vaivenes emocionales que circulan entre los momentos de tensión y su enérgica acción.
Una animación impecable que crece a medida que avanzan sus temporadas. Escenas fluidas que destacan el paisaje como elemento central de la aventura, un mundo de fantasía dinámico, envolvente y vigoroso, capaz de transmitir la adrenalina del entretenimiento al espectador. Una tierra poblada por caballeros, dragones, elfos y mucha magia, que tiene la virtud de tratar a las minorías con respeto, gracias a una positiva normalidad cotidiana que apuesta por la verdadera diversidad. Por supuesto, también tiene batallas grandiosas y bien coreografiadas. Pero sobre todo, una cuidada animación artística en la que sobresale la caracterización de los personajes, ya que entendemos sus acciones y diferentes personalidades gracias a los sutiles detalles que percibimos a través de sus expresiones.
Lo mágico de El Príncipe Dragón es como, sin darnos cuenta, evolucionan todos sus personajes. Un maravilloso viaje de autodescubrimiento, que impacta con la fuerza del contraste entre el drama y el humor, entre lo terrible de las circunstancias y la fugacidad de los momentos de alegría. Amor, odio, amistad, traición, las emociones humanas se muestran desde diferentes capas que dan volumen a su atractiva historia. La vida como un tablero de ajedrez en el que las piezas son los sentimientos que hacen avanzar la partida, unas elecciones de movimientos que pueden hacerte ganar o perder el juego.
En definitiva, El Príncipe Dragón es una magnífica serie de animación, con un mundo apasionante que posee una mitología extensa y compleja, que nunca deja de expandirse y crecer. Una aventura que ofrece un espléndido progreso de los personajes, una construcción de la lucha entre el bien y el mal que huye de los tópicos, una batalla expuesta a través de una trama ágil e ingeniosa que desemboca en una experiencia visual placentera. Una ficción que alcanza la épica necesaria para convertirse en una de las mejores historias de fantasía de la televisión.