Recuerdo haber visto “Boogie Nights” (de Paul Thomas Anderson, 1997) y fue un visionado muy divertido por la dinámica que le imprimió Anderson al film: las subidas y las bajadas de un puñado de actores y actrices porno de los 70’s (cuando todavía el cine XXX intentaba conciliar una trama tradicional con escenas de sexo explícito).
Y es por eso, que me animé a ver “Lovelace”, no sólo por la remembranza mencionada, si no por tratarse de la vida de la primera “pornstar” en toda la línea: Linda Lovelace (cuyo nombre real era Linda Susan Boreman), la legendaria “garganta profunda” (“deep throat” en inglés), alias epónimo de su famosa película de 1972, que logró recaudar la exorbitante cifra de ¡600 millones de dólares en taquilla!
Sin embargo, el resultado no fue el esperado. Al menos no del todo. Está claro que Linda Lovelace sufrió maltrato físico y emocional a cargo de su entonces marido Chuck Traynor (ella hasta publicó un libro llamado “Ordeal”, donde narra el calvario que vivió junto a Chuck y las vicisitudes que, según ella, le ocurrieron en su paso como estrella porno), que ejercía también como proxeneta y manipulador de su carrera artística, circunstancias que la dupla de directores Epstein y Friedman (reconocidos cineastas de documentales sobre temáticas homosexuales), se avocan a utilizar demasiado, dibujando un fresco demasiado melodramático y chillón, y habiendo podido obtener mejores resultados si hubiesen explotado con más interés la parte divertida y excitante del mundo porno (como sí lo hizo P.T. Anderson, quien logró un exacto equilibrio entre el drama que rodea a sus personajes y también, en contraparte, consiguó pinceladas de emoción y adrenalina en su ya mencionada película de 1997).
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La pareja protagonista, antes de entrar en terrero tormentoso |
Falta balance al film en su temática y deja un sabor de película moralina aleccionadora, como un pensamiento de: “el mundo del porno es malo y todo lo que le rodea”. Y no es así. Es parte del universo de la cinematografía y así será siempre, le pese a quien le pese. El cine es arte y el arte es parte de las emociones humanas, por ende (y es aquí lo contundente), el sexo por sí mismo es emoción, es inherentemente humano e intrínsicamente cinematográfico.
La película, por otra parte, sí cuenta con algunos aciertos, más que nada en el renglón de las actuaciones. Empezando por
Amanda Seyfried (con una pinta de “
girl next door” que le va muy bien) ejecutando el rol de “
Linda Lovelace”. Seyfried tiene sus buenos momentos cachondos, como esa escena donde inicia su carrera como especialista de la
felación: en plena cama atragantándose el miembro de su esposo, descubriendo así lo que sería su mayor talento:
un clítoris al final de su garganta. |
Es alucinante el cambio de aspectos que muestra Seyfred durante el film. |
Otro que tiene palomita es Peter Sarsgaard (quien ya había explorado los terrenos arrechos con “The Center of the World” de 2001), jugando el papel del violento marido de “Linda”, “Chuck Traynor”. Muy bien caracterizado, Peter logra sacarle jugo a esta partida, convirtiéndose en un proxeneta de antología.
Bobby Cannavale (como “Butchie Peraino”) y Hank Azaria (como “Gerry Damiano”), bien merecerían una mención en los próximos “Globos de Oro”, cualquiera de los dos. “Butchie” y “Gerry” son los responsables directos de la creación de la película “Garganta Profunda” que lanza a la fama a “Linda Lovelace” y tanto Cannavale como Azaria les brindan matices muy divertidos a sus respectivos personajes, como aquella secuencia donde “Butchie” le dice a “Chuck” qué es lo que quiere la gente ver en el cine (mientras sujeta a su secretaria para explicar gráficamente su ejemplo): “pelo rubio, tetas grandes y un culo firme y redondo”. ¡Muy bien, “Butchie”!
O
“Gerry” cuando está filmando la escena donde
“Linda” le realiza una felación a su actor de turno,
“Harry Reems” (
Adam Brody) y éste, de tan sabroso
“trabajo”, “acaba” inmediatamente; mientras
“Gerry” lo regaña,
“Linda” se voltea y pregunta
“¿hice algo mal?” y el buen
“Gerry” le contesta con sorpresa e ironía:
“No, dulzura, no” (al contrario, je, je). |
El rodaje de una cinta para adultos de la época… sordidez al máximo |
Y alguien que sólo tiene unas pocas líneas y sin embargo conmueve, es Robert Patrick (parece que ahora sí le atinó) como el apesadumbrado padre de “Linda”, quien desoladamente le dice al teléfono a su hija: “¿Fui un mal padre?” (no señor, lo que pasa es que su hija sólo quería divertirse, ésa es la verdad de las cosas, que no le hayan resultado, es diferente).
Qué bueno que la leyenda de “Linda Lovelace” se mantiene por lo que fue: la primera porn star en serio de la industria cinematográfica y no la recordaremos con este intento fílmico de querer aleccionarnos. Si no, nos hubiésemos perdido de diosas del sexo como “Ginger Lynn”, “Buffy Davis”, “Sunny McKay”, “Sylvia Saint”, “Julie Taylor”, “Angel Dark”, “Alexis Texas” y otras tantas ardientes estrellas que a lo largo de cinco décadas han brindado el apartado del sexo dentro de la indutria del cine.
NOTA: “Lovelace” se estreno el pasado 20 de septiembre en México, país desde donde escribe nuestro compañero “Eduardo Bustamante” (quien firma este post), y aunque lleva tiempo circulando por festivales, en diversos países, como España, aun no tiene fecha de estreno concreta.