Crítica de La Casa Gucci: Un interesante ejercicio de estilo
En 2021, el director Ridley Scott estrenó dos películas. Por un lado, una nueva épica medieval que ha traído consigo ríos de tinta y una buena dosis de controversia titulada El último Duelo. Y por otro, este fin de semana llega una obra bien distinta, casi podríamos decir el polo opuesto a ese otro estreno, pero también a lo que suele hacer este director. Hablamos de La Casa Gucci, un trabajo a medio camino entre el biopic y el true crime, que cuenta la caída en desgracia de una familia que tenía una de las más importantes marcas de moda del mundo.
Con un elenco actoral de primera línea, encabezado por Lady Gaga, la cinta se nutre del talento de Adam Driver, Al Pacino, Jeremy Irons y Jared Leto. Buenos actores, historia atractiva. Dos grandes ingredientes para triunfar. Si esta obra se hubiese estrenado hace veinte años seguramente habría sido un taquillazo, además de que entraría en la carrera hacia los grandes premios, pero ahora los tiempos son muy diferentes, los gustos se han modificado y el criterio a la hora de valorar las propuestas se ha vuelto bastante reduccionista, centrándose en aspectos meramente superficiales. Así lo que puede suceder, y ya está pasando, es que se dice de ella que es demasiado larga o que le falta sentido del humor.
Desde la perspectiva de este juntaletras, La Casa Gucci es ante todo una muestra de cine experimental, y vamos a explicar por qué. Normalmente, de Ridley Scott podemos esperarnos una obra histórica o de ciencia ficción, no nos engañemos son los dos géneros que más ha cultivado. Pero en esta ocasión, cuando haya leído el libreto de esta cinta, se habrá hecho una pregunta: ¿Cómo abordo esta historia? Porque claro, cada relato tiene su manera de ser narrado. Y aquí, Scott ha realizado lo que comúnmente puede denominarse como un ejercicio de estilo, es decir, ha cogido el estilo de otro director y lo ha intentado replicar o imitar para poder narrar del mejor modo las vicisitudes de la familia Gucci. ¿Y qué estilo ha cogido? Pues aquí se puede ver a Scott ejerciendo de Martin Scorsese.
La puesta en escena, la música constante que va marcando el paso del tiempo y las épocas en que transcurren los acontecimientos, el humor negro en ciertos momentos estelares, que pueden recordar a Casino o a El Lobo de Wall Street, pero sin llegar tampoco ese ritmo anfetamínico que el creador de el Irlandés suele darle a sus obras. De hecho, los momentos de Al Pacino parece que reflejen a ese Michael Corleone del que le resulta difícil de desprenderse a nivel interpretativo (la escena del funeral de Rodolfo es puro Padrino). Y sin duda, hay alguien que brilla con luz propia en el film, Lady Gaga interpretando a Patrizia Reggiani, la mujer de Maurizio Gucci y ejecutora intelectual del magnicidio de su ex marido en 1995. Gaga interpreta a una italiana pura, pasional, fuerte y ambiciosa hasta la médula. “No soy muy ética. Pero sí me considero una mujer justa” dice en un instante de la película, en el que se retrata a su personaje de forma brillante. ¿Ganará Globos de Oro y Oscar a mejor actriz este año? Lo merecería sin duda.
Y qué decir de ese gran Jared Leto que, una vez más demuestra lo gran actor que es metido en la piel del inestable e incomprendido Paolo Gucci. Sus miradas que traspasan el maquillaje, los gestos, la postura corporal exagerada de drama queen, brillante. Y desde luego, todo es posible gracias al buen hacer de un director como Scott, que no es que siempre acierte, pues hay obras que le salen mejor que otras como a cualquier creador, pero sin duda la Casa Gucci es una cinta correcta en su ejecución y la cuál es mejor ver como lo que es, un puro ejercicio de estilo experimental. ¿El resultado? Id a verla y juzgad por vosotros mismos.