‘La Teoría del Todo’ nos trae una obra que sin llegar a la genialidad de su inspirador, cuenta con unas interpretaciones que la salvan de una dirección en horas bajas. Ahora te explicamos porque.
Heredero de las glorias de Isaac Newton y Albert Einstein, Stephen Hawking vino a revolucionar la física teórica y la astronomía. Este genio británico postuló el interesante tema de los agujeros negros, conceptualizándolos como “singularidades gravitacionales”, que vienen a ser estrellas supermasivas que, al quedarse sin combustible, por la fuerza de gravedad se tornan infinitamente densas e ínfimas y así, el originario de Oxford, Inglaterra, afirmó que de esas “singularidades” nació el Universo, en el archifamoso y aún teórico, “Big Bang”.
No conforme con ello y gracias a que su cerebro se encontraba en ebullición,
Stephen Hawking ambicionó ir más allá: explicar la naturaleza total del Universo en
una ecuación simple y elegante, una ecuación unificadora que explicara todo el carácter y temperamento del Cosmos. Toda nuestra realidad en sólo cuatro palabras: “La Teoría del Todo”.
Una ambición cosmogónica no exclusiva de él, pero que como eje temático del biopic dedicado a su persona, hacie muy atractivo el visionado del film, siempre y cuando hubiese habido una propuesta arriesgada y mucho más creativa por parte de
James Marsh (
“Shadow Dancer”, 2012) en torno a la expresión visual de las fórmulas matemáticas de
Hawking y su intento por encontrar esa
ecuación simple y elegante que explicara todo. |
Un aún activo Stephen Hawking en el biopic que protagoniza Eddie Redmayne |
Una expresión visual de índole cinematográfico que desplegará en pantalla la imaginería matemática de Hawking y su visión explicativa del Cosmos. En otras palabras, cómo ve en su mente Hawking el Universo, basado en su extraordinario genio para aplicar la física cuántica.
Lo que nos recetó James Marsh fue un solemne discurso a temas muy recurridos de la cinematografía: la desgracia personal de un físico brillante que ve amenazada su prometedora carrera en el campo de las ciencias cosmológicas y que la incondicional y amorosa ayuda de su pareja, “Jane Wilde” (Felicity Jones), le hará continuar su trayecto hasta alcanzar la fama mundial, digna de un rock star; algo muy inusual para un físico teórico.
De ahí que ahora se haga más evidente la portentosa propuesta de Nolan con “Interestelar”; no sugirió, no esbozó tímidamente algún asomo de visiones del Cosmos que hemos soñado, las puso en retina con toda su forma. Y bueno, Marsh nos llevó por un sendero melodramático bastante convencional, donde sólo destacan dos cosas: las actuaciones de los dos protagonistas, Eddie Redmayne (sobre todo la de él) y Felicity Jones; además del score, a cargo de Jóhann Jóhannsson (“Wicker Park”, 2004).
A pesar de la pereza creativa de
Marsh, al abstenerse de realizar una tarea visual compleja y por tanto haber mejorado la propuesta de su obra fílmica, hemos de destacar, como hemos mencionado ya, a
Eddie Redmayne y
Felicity Jones.
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Eddie Redmayne y Felicity Jones |
Empezando por Felicity (“Jane Wilde”), como la aplicada aspirante a Doctora en Poesía Medieval Española, que con su interpretación da muy buena luz a todos aquellos que saben lo que quieren, la convicción que existe en el alma por lo que se quiere y ambiciona. Y así fue la vida de “Jane Wilde”, a la postre “Jane Hawking”. Muy convencida desde el principio de su amor por Hawking (Eddie Redmayne), no permitió que la enfermedad de la neurona motora que afectaba la vida de su esposo, acabara con la felicidad que ambos compartían. Convencido el personaje, convencida la actriz. “Jane” se percató desde el principio que ese muchachito enjuto cambiaría el curso de la historia de la humanidad.
Y es aquí donde la asombrosa y extraordinaria ejecución que hace Eddie Redmayne (“Los miserables”, 2012), es como la radiación Hawking, la partícula que logra escapar del agujero negro. Redmayne consigue desmarcarse de la oscuridad creativa de James Marsh, al interpretar al monumental genio británico en todas sus formas físicas: cuando era un mozalbete inquieto por la vida, que recorría en bicicleta las instalaciones del campus universitario en Cambridge y cómo de forma gradual y dolorosa tuvo que entregar su cuerpo a los deseos y caprichos de la esclerosis amiotrófica lateral, la enfermedad que lo postró para siempre en una silla de ruedas.
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Eddie Redmayne en “La teoría del todo” |
Sin embargo, el encomio del ingenio humano no permitió que uno de sus mayores genios fuera silenciado; esta silla de ruedas fue diseñada con una computadora y un sintetizador de la voz, que permitían a Stephen Hawking seleccionar las palabras en un monitor y, a razón de diez palabras por minuto, elaboraba oraciones que después el aparato convertía en voz. Voz que cristalizó en una de las obras de divulgación científica más leídas de la historia: “A brief hisory of time: from the Big Bang to black holes” (en español, “Breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros”), publicada en 1988.
El mito cinematográfico se convierte en el mito de Stephen Hawking: Hawking ya es leyenda y esa leyenda está entre los vivos. La esclerosis quiso acallar al divulgador, pudo con su cuerpo, pero no con el genio de su mente. Y Eddie Redmayne, desde el quehacer de su campo, está a la altura de las circunstancias.
Las expectativas eran altas para este film y después del visionado sus resultados la redujeron a casi nada y es por esto mismo que se valora el enorme aporte que hace Eddie a esta película, como una brillante luz en las profundidades del Universo.
2 respuestas
Parece ser que una vez más la academia hollywoodense se va a poner sentimental y va a premiar este ínfimo tratamiento fílmico de la vida de este extraordinario científico y como muy bien dices Edu, sin ni siquiera darle imagen a alguna de las suertes de la física cuántica que ha divulgado este hombre.
En mi opinión, Interestelar se aventuró a dar imagen a la concepción de un agujero negro y muestra lo que sería una situación excepcional como lo ilustra en el filme, en fin…
Por "prejuicios" sentimentales de la academia solo la nomina en categorías técnicas y esperando que Nolan vuelva a dar una campanada similar o de mayor empuje para que sea considerado su trabajo una vez más. No me gustaría que se postergue el premio al talento de una cinta como Interestelar en aras de reconocerlo de una manera mas unánime y conveniente para la academia, revisemos el caso de Martin Scorsese que no lo premiaron en su momento por películas muy superiores en calidad a las que lo galardonaron con un Oscar.
Felicitaciones nuevamente Eduardo, eres una maquina devoradora de celuloide a 24 cuadros por segundo!!!
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