Wonder Woman 1984: Crítica del estreno navideño de Warner/DC
Patty Jenkins regresa con la nueva entrega de la mujer maravilla, una continuación que propone buenas dosis de aventura, pero también alguna que otra lectura interesante acerca de la época en que se sitúa la cinta y sobre el cine de superhéroes. La cuestión es que esta película se titula Wonder Woman, pero el relato en realidad nos habla de algo diferente. No trata de reflejarnos una aventura más de esta guerrera amazona repartiendo estopa entre los malos con su látigo de la verdad. No, aquí nos sumergimos en la vida de Diana Prince, la identidad “humana” del personaje. Pero vayamos por partes.
En primer lugar, el planteamiento Wonder Woman 1984 se centra en mostrarnos cómo es Diana. Una mujer solitaria, que pasa desapercibida para el resto, y que vive con el recuerdo constante de Steve Trevor (Chris Pine), su amor perdido durante la Primera Guerra Mundial, como ya se pudo ver en la anterior entrega. Este es el punto que marca la diferencia entre las dos películas y que está pasando desapercibido para la mayoría de los comentaristas cinematográficos. La primera película era un prólogo habitual en el cine de superhéroes, se trataba de presentarnos al personaje en su conjunto, con unos pocos elementos biográficos. En esta segunda entrega, Patty Jenkins y Geoff Johns, autores del guión, nos sumergen en esa vertiente más humana de la protagonista, la cual, servirá de eje para su crecimiento personal y consagración como heroína a lo largo del film.
Como heroína que tiene su origen en la mitología griega, habrá de afrontar una dura prueba personal en ese camino del héroe. Una prueba que comienza con la aparición de una misteriosa reliquia en una excavación. Una extraña joya que tiene el poder de concederte tus deseos. Pasará por las manos de Diana, pero también por las de los villanos de la función: Barbara Minerva (Kirsten Wiig, la mejor de la película sin duda) y Max Lord (Pedro Pascal). Bárbara es una arqueóloga que trabaja con Diana en el Smithsonian, una mujer que no llama la atención de nadie, que no es atractiva a nivel físico y que desearía poder ser como Diana, igual de guapa, igual de fuerte. Su deseo se cumple, y poco a poco se va transformando en otra cosa. Porque lo que nadie sabe es que los deseos conllevan un precio a pagar muy alto. Max Lord quiere dejar de ser un fracasado, quiere ser un dios. Y Diana solo quiere recuperar al amor de su vida…sin ser consciente de que ha renunciado a algo mucho más valioso.
Wonder Woman 1984: Más que una película sobre la heroína de DC
“Los héroes no pueden nacer de la mentira”. Esa es la principal enseñanza que la transmite la jefa guerrera de las amazonas cuando es una niña. Una lección que la va a acompañar durante el resto de su vida. Y de la cuál necesitará aprender para poder enfrentarse a las dos amenazas que se ciernen sobre el mundo. En este momento, Wonder Woman 1984 nos sumerge en los años 80, en esa época de jolgorio económico, la era de los yuppies y Wall Street. Una era que escritores como Chuck Palahniuk y Bret Easton Ellis retrataron de forma crítica en sus obras y que en los últimos años se ha convertido en una época de moda para situar las películas. La directora toma el personaje de Max Lord para reflejar lo que Palahniuk escribió en El Club de la Lucha:
“Compramos mierdas que no necesitamos con el dinero que ganamos en trabajos que odiamos. Nos dijeron que podíamos ser estrellas del rock o cualquier cosa que quisiéramos, pero nos han mentido. Y estamos muy cabreados”. La codicia sin medida no conduce a nada bueno. Cuidado con lo que deseamos porque se puede volver contra nosotros. Hay cosas mucho más importantes que los bienes materiales. Preservemos la Verdad, el Amor, como parte de esos bienes realmente importantes. Esta es la lectura principal de la película y de una época que realiza la directora.
Pero también es importante entrar en la forma de la película, es decir, en cómo se narra el relato con la cámara. Porque las influencias de los comienzos de este subgénero fantástico en el cine, se hacen notar. Hay un homenaje a Superman realmente precioso que muy pocos apreciarán o confundirán con lo que no es, y es que la simbología del hombre de acero es el vehículo con el que Wonder Woman se consagra como Héroe en esta entrega; pero por otro lado, Jenkins seguramente ha bebido de Tim Burton, en concreto, de su Batman Returns a la hora de plantear a los villanos de esta cinta. Bárbara contiene numerosas similitudes con aquella Selina Kyle de Michelle Pfeiffer, mujeres de las que se burlan, anodinas, y que poco a poco adquieren más poder y más rabia contra la sociedad que las ha despreciado. Al igual que Max Lord tiene un poco de ese Pingüino de Danny Devito, hombres humillados, marginados, que solo quieren respeto y consideración. Una concepción más clásica de este género embriaga la película, trayendo un producto diferente, bien ejecutado y en el que la directora demuestra sentirse más cómoda y con más libertad creativa.
En definitiva, Wonder Woman 1984 es cine de aventuras emocionante con sabor de antaño.