The Veilguard: controversia y polémica
Dragon Age es un título veterano que ya tiene sus años a cuestas. Su primera entrega, Origins, salió en 2009 y sus secuelas, Dragon Age II e Inquisition, en 2011 y 2014 respectivamente, dándole un total de quince años a toda la franquicia. Origins fue valorado como el mejor RPG de su año y en 2012 la revista Forbes incluyó su banda sonora entre las mejores de todos los tiempos para videojuegos. Y aunque su secuela no gustó tanto como este (el propio Frank Gibeau, presidente del sello EA Labels, reconoció en una entrevista en 2011 la decepción de algunos fans en cuanto a la dirección del juego), Inquisition fue el más exitoso de todos y hasta ganador del premio Juego del Año de los Game Awards de 2014 pese a ciertas mecánicas repetitivas en la jugabilidad.
Aun con todo, desde los fans más acérrimos hasta los que se iniciaron en la franquicia con Inquisition esperaban con ansias la secuela de este, conocido inicialmente como Dreadwolf por los propios creadores de BioWare (posteriormente cambiado al título oficial de The Veilguard por decisión de los creadores de centrarse en el nuevo grupo de protagonistas). Hicieron falta diez años para que el juego finalmente fuese revelado y no fue sin controversia y polémica a mares.
El primer anuncio de la próxima salida de este título en junio de este mismo año no fue precisamente muy bien. La calidad de imagen y lo presentado no gustó mucho tanto a fans como nuevos en la franquicia pese a los muchos likes que recibió el vídeo en YouTube, quejándose muchos de la estética atípica de la franquicia en él y el nuevo estilo que presentaba. Posteriores presentaciones de la jugabilidad del título en nuevos vídeos no ayudaron tampoco, provocando que en poco tiempo redes sociales como X se vieran inundadas de críticas al nuevo sistema de juego que recordaba más a un juego de acción que un RPG.
Aun con todo, nada de esto es poco habitual en nuevos títulos, especialmente cuando la empresa creadora decide cambiar las cosas de un título para otro. Desafortunadamente, la cosa no tardó en irse de control en los consiguientes meses ante el aluvión de quejas y críticas sobre contenido DEI y lenguaje inclusivo entre otras cosas como el hecho de ponerle cicatrices de operaciones de cambio de sexo a tu personaje o decidir qué pronombre usar para referirte a él o tu identidad de género.
Desde entonces hasta el día de su lanzamiento las críticas llovieron a raudales sobre lo nuevo de BioWare, tanto de gente que vieron los vídeos o que directamente jugaron a la beta cerrada del título. Aun con todo, medios como IGN o Kotaku no paraban de alabar la nueva entrega como lo mejor de la empresa y posiblemente del año, lo cual no hizo sino provocar que mucha gente empezara a creer que la propia empresa les estaba pagando para apoyar reseñas positivas.
Esta actitud no mermó hasta después del día de su lanzamiento pese a las constantes acciones de ciertos medios especializados de que el título estaba teniendo ventas positivas pese a tener 85 mil jugadores en PC según la plataforma de videojuegos Steam el fin de semana de su lanzamiento (una cifra bastante baja considerando que suelen rondar los noventa mil o más aproximadamente). Cifras que desgraciadamente para BioWare han ido bajando cada vez más hasta llegar a los 19 mil esta semana.
¿Cuál es el motivo de esta repentina bajada? Las devoluciones del título junto a las expectativas de muchos sobre él pueden ser un motivo a destacar, lo cual unido junto a la polémica y controversia que han estado rodeándolo parecen haber provocado su caída en ventas ¿Es The Veilguard tan malo como dicen todos? El consumidor suele ser el que tiene la última palabra en esto y ello afecta a las ventas del título, pero no sería la primera vez que alguien se deja llevar por la marea en este tipo de cosas. Ni será la última. Y es imposible que todos estemos de acuerdo en lo mismo en este tipo de cosas.
Así pues, vamos a despejar las dudas sobre este juego de la manera más neutral posible para hacernos una idea de qué clase de juego es The Veilguard.
La trama nos sitúa diez años después de Inquisition, donde miembros de la anterior Inquisición logran encontrar a Solas para detener su plan de romper el Velo y traer de vuelta su mundo, lo cual resultaría en la destrucción de Thedas y la muerte de miles de personas. Y aunque el ritual es detenido, algo sale mal y dos dioses élficos, Elgar’nan y Ghilan’nain, escapan de su prisión dispuestos a poner toda Thedas bajo su yugo. De nosotros, los miembros de la recientemente formada Guardia del Velo, depende asegurarnos de pararles los pies y tal vez de paso descubrir ciertos oscuros secretos…
DEI. DEI por todas partes
Vamos a hablar de lo más obvio y de lo que muchos se han estado quejando más de este juego: si, hay lenguaje inclusivo, DEI y opciones de identidad de género y pronombres.
Y si, a veces hasta puede estar un poco fuera de lugar e incluso llegar a ser intrusivo o forzado (se ha visto a un personaje usarlo hasta para referirse a objetos más que personas y luego en un mercado a una mujer diciendo que “todo tiene pronombres ahora”) y esto ha provocado problemas tanto entre los jugadores como en el desarrollo del juego. Especialmente con el doblaje al alemán que más recientemente ha provocado quejas entre los jugadores del país local debido a su incompatibilidad con el lenguaje inclusivo, provocando como resultado una traducción torpe.
Existe esa presencia incontrolable e imparable de querer mandar un mensaje de que todo ha de ser así y ello en ocasiones es tan obvio y tan constante que a veces opaca la experiencia de juego, especialmente en los diálogos y en ciertas situaciones. Desde mi punto de vista, va a acabar generando unos estereotipos propios como los ya vistos en muchos videojuegos, series y películas.
Por ejemplo, “el padre/madre/pariente que no entiende ni quiere o puede entender a su hijo/hija/otro pariente y lo demuestra de la peor manera posible”. Este es el caso de Taash, un cazadragones cuyas misiones secundarias paralelas muestra cómo lucha por encontrar su identidad. Su madre es uno de estos baches, constantemente recalcando que debe ser más femenina porque es mujer aunque Taash no se identifique o sienta como tal. Aunque Taash asegura que los dragones no tendrían reyes sino reinas ¿Todos los dragones son mujeres entonces? Porque todos a los que te enfrentas en el juego los trata de “ella”.
Cada vez que vean eso, lo hizo un dios élfico
Aparte de lo ya mencionado, Veilguard sufre problemas en cuanto a narrativa se refiere. Y eso en un título de este calibre en el que la historia lo es todo es matador para él. En su intento de crear una historia propia y original, este título padece un problema de desarrollo de la trama que cambia todo lo establecido en anteriores entregas constantemente. Por mucho que los propios creadores dijeran que esta era una interpretación totalmente nueva, acogerse un poco más al mundo de Thedas establecido en anteriores entregas no le habría ido tan mal para ganarse tanto viejos como nuevos aficionados a la franquicia.
Un ejemplo de esto es el constante uso de deus ex machina para todas las incongruencias del worldbuilding de Thedas; de pronto todas las normas preestablecidas dan igual porque dos dioses élficos han escapado de su prisión del Velo.
Veamos a Lucanis Dellamorte, miembro de la Guardia que está poseído por un demonio pese a no ser mago. Cosa imposible si sabes del lore de Dragon Age. Posteriormente también se descubre que lo puede controlar otra persona con un medallón mediante un ritual de atadura pese a no ser un mago. Otra vez, algo imposible.
También está Lace Harding, equivocadamente llamada Encaje Harding en el doblaje de subtítulos al español (muy bien ahí, eh dobladores españoles). Adquiere magia tras tocar una daga de lirio perteneciente a Solas. Y aunque traten de decirnos que no es realmente magia, el hecho de que diga que sueña en el Faro, nuestra base, no ayuda a cambiar eso.
Suena forzado el hacer ahora que los grifos sigan vivos cuando los anteriores siempre han dicho que llevaban siglos extintos. Ahora resulta que hay trece vivos que los Guardias Grises cuidaban en cautividad. Sólo trece en varios siglos en los que dijeron que ya no existían. Si; podrían estar mintiendo, pero se supone que están extintos desde la Primera Ruina ¿Sólo trece grifos en DOS SIGLOS? ¿No deberían al menos ser algunos más?
Además está el hecho de que Taash, de quien ya hablamos antes, sea un tipo especial de Qunari que puede escupir fuego. Si hubiera sido mucho antes no sería tan chocante, si, pero entre el desarrollo de la trama del juego, que este ha tenido una pobre recepción desde su lanzamiento y que sacarlo ahora parece más por la novedad que otra cosa provoca que quede mal. Y hablando de Taash y la historia de su madre, ¿se supone que debo sentirme mal por su sacrificio cuando en todas sus interacciones ha sido una mujer desagradable y marimandona? No creo.
Luego están las facciones, pues podemos elegir pertenecer a alguna de ellas. Así entran en la ecuación los Cuervos de Antiva, los Señores de la Fortuna, los Guardas Grises, los Exploradores del Velo, los Vigías del Duelo y los Dragones Sombríos. Como no, nuestros compañeros (a excepción de Harding) también pertenecen a estas.
No todo es malo en la historia del juego; hay retazos de cosas que recuerdan a Dragon Age. Considero que la historia de Emmrich Volkarion es de las más interesantes; imagínate ser un nigromante y tener miedo a la muerte. Suena a coña, pero eso le da una pátina de humanidad y complejidad al personaje muy interesante.
También hay ciertas sorpresas y giros argumentales inesperados en la trama que nadie ve venir, especialmente llegando al tramo final de la historia. Por desgracia, llegan demasiado tarde y son escasas.
¿Esto es un RPG?
La jugabilidad también se resiente en este título, quejándose muchos de sus jugadores asegurando que la mecánica RPG del título brilla por su ausencia y han preferido optar más por un estilo de juego de acción más que de RPG en acción real del estilo Final Fantasy XV y XVI, lo cual se traduce a un combate “machaca-botones” repetitivo y cansino al cabo de un tiempo. También está el caso de la selección de equipo, que no podemos vender al mejorarlo constantemente comprando las mejoras en las tiendas o consiguiendo más en los cofres escondidos en los distintos mapas del juego.
Las decisiones de nuestro protagonista afectan en parte al desarrollo de la historia, algo que también se ha visto en BioWare desde sus más antiguos títulos. Algunas más que otras, especialmente en la batalla final de Veilguard cuyas decisiones afectan a quien vive y quien muere, algo también visto en Mass Effect 2 durante la famosa última misión.
Pero luego hay otras como decidir si ayudar a Treviso o Minrathous del ataque de un dragón que únicamente tendrán repercusiones si quieres intentar ligar con los personajes unidos a estas ciudades y sus facciones. También hay algo de repercusiones en cuanto a la situación de la ciudad tras el ataque pues los Venatori o los Antaam se volverán más agresivos o dominarán más sus respectivas ciudades y un personaje u otro de cada facción acabará envenenado con la Ruina, pero nada especialmente destacable. Más que nada porque al final, elijas lo que elijas, Minrathous es de todas maneras invadida por Elgar’nan para la batalla final.
Por desgracia, los diálogos pueden llegar a ser muy infantiles. Los personajes no parecen tomarse ninguna situación en serio y siempre tienen que hacer alguna broma. Esto se refleja en el jugador, incapaz de tomarse una situación en serio cuando ni siquiera los protagonistas lo hacen cuando están en una situación de peligro. En el apartado RPG, esto se traduce como una total carencia de inmersión, pudiendo tu personaje sólo asentir a todo lo que dicen los demás. Y si en algún momento quieres contradecirlos, hacer un comentario sarcástico o insultarlos, lo va a hacer de la forma más mansa posible y la historia va a continuar como si no hubiera pasado nada.
Luego está el tema del romance, una constante en los juegos de BioWare desde Mass Effect. Algunos dirán que hay una pareja heterosexual en el juego y que no deberíamos quejarnos por el contenido LGBT, pero cualquier sabe bien que Dragon Age ya tenía de eso desde siempre. De hecho, desde el Origins que se puede elegir nuestro romance ya sea hombre o mujer y con el pasar de los títulos esto ha ido en aumento tanto en opciones como en desarrollo.
Estos temas siempre fueron parte de la saga Dragon Age, pero siempre tocándose con madurez y hechos por escritores que no tenían en mente sermonear a los jugadores. No es el caso con este juego, donde la mayoría de las veces en las que se menciona algo relacionado a la comunidad suena completamente anacrónico y fuera de lugar en el mundo de Thedas.
La forma en la que BioWare lo muestra aquí parecen querer hacerlo algo novedoso al asegurar que todos los compañeros de romance son pansexuales, pero lo único verdaderamente novedoso en este aspecto de la franquicia es que los personajes también terminan teniendo su propia vida amorosa. Emmrich termina saliendo con Strife y Taash se enamora de Harding entre otros ejemplos. Y aunque en Mass Effect se vieron también casos parecidos como entre Garrus y Tali en la tercera entrega, este es el único ejemplo conocido.
Palabras finales
En resumidas cuentas, The Veilguard es un mal juego que prometía mucho y no ha sabido cumplir nada. Una lástima, porque gráficamente es espectacular y parece aprovechar la potencia de la Play Station 5 en su máximo exponente. Por desgracia, no parece un juego que haya estado diez años en desarrollo ni tampoco mantiene el tipo al respecto en lo absoluto más allá de los entornos y el realismo de sus personajes.
La fantasía oscura que siempre ha formado parte de este título brilla por su ausencia y los pequeños retazos que se muestran no compensan ni de lejos esta falta.
El juego parece más interesado en hacer alarde de su mensaje políticamente correcto hasta el punto de parecer una obsesión, sermoneando constantemente al jugador sobre su mensaje ético y moral.
Títulos anteriores demostraron que todo esto puede hacerse de una manera que no sacrifique toda la narrativa y el mundo sólo para meter con calzador una ideología.
Los aspectos de identidad de género chocan inmediatamente con el entorno del juego y son llevados de manera tan tosca que parecen no encajar dentro de un escenario medieval como se supone que es este. Lo mismo con los pronombres y los personajes con cicatrices de cambio de sexo.
Con este ya contamos otro juego que parece estar metiéndose en el creciente movimiento de la cultura woke, sacrificando su identidad propia en pos de mandar un mensaje sobre la diversidad y la igualdad que a grandes rasgos no muestra bien ni lo uno ni lo otro; el convertir a nuestros aliados en minorías étnicas y los villanos en caucásicos no ayuda a cambiar esto, así como poner a unos en papeles más que evidentes que más que ofrecer una historia compleja parece estar llena de clichés.
En otras palabras; es un juego gráficamente bueno y con conceptos interesantes, pero no es un Dragon Age.