Reseña de «Siembra» de Guillermo Saavedra
Dentro de mi selección de lecturas de Dibbuks para el mes del orgullo, una de las más coloridas y llamativas a primera vista fue «Siembra», firmada por Guillermo Saavedra. A diferencia de otras obras con temáticas similares que suelen ser más introspectivas, esta apuesta por un tono desenfadado y cercano, ambientado en una localidad española durante las fiestas patronales.
La historia gira en torno a un grupo de personajes queer que viven, celebran y se enfrentan a la contradicción de formar parte de un entorno marcado por la tradición religiosa, las procesiones y el folklore. En este caso, la figura de la Virgen, que llora lágrimas de forma literal, es el centro de la fiesta y, en cierto modo, del relato. La mezcla de fe, fiesta y diversidad sexual es el hilo conductor de una narración que, sin pretensiones grandilocuentes, se centra en lo cotidiano.
El cómic se deja leer con facilidad. Es corto, tiene ritmo y el dibujo es simpático, con mucho color y un estilo caricaturesco que le sienta bien al tono general de la obra. Está lleno de estereotipos que cualquiera reconocería en cualquier pueblo de España: la gente joven que se marcha o vuelve solo por las fiestas, los mayores con sus creencias inamovibles, y por supuesto, el contraste entre lo tradicional y lo moderno, lo reprimido y lo expresivo.
Ahora bien, siendo sincero, aunque no me ha parecido un mal cómic ni me ha aburrido en ningún momento, tampoco me ha dejado huella. Probablemente esto tenga que ver con que, como lector, no me veo reflejado en las situaciones o las problemáticas que plantea. No me afecta de forma personal la temática LGTBIQ+, aunque la respeto y la entiendo. Y también creo que muchas obras como esta están pensadas precisamente para que las personas de esos colectivos se vean reflejadas en el papel, algo totalmente lógico y necesario.
«Siembra» tiene personajes simpáticos, situaciones reconocibles y cierto encanto. No pretende cambiar el mundo, sino reflejarlo desde una perspectiva diferente y con un punto de humor. No va a quedarse mucho tiempo en mi biblioteca, pero no me arrepiento de haberlo leído. Cumple su función, entretiene y aporta representación a quienes, a menudo, no se ven reflejados en las historias tradicionales.
Una lectura ligera y amable, perfecta para quienes busquen algo con carácter local, diversidad y un enfoque relajado sobre la identidad, la fe y las fiestas de pueblo.