Primero fue James Cameron con “Terminator” y “Terminator 2: El juicio final”, con las cuales marcó un parteaguas en el cine de ciencia ficción. Después Jonathan Mostow y McG dirigieron la 3ª. Y 4ª. partes, respectivamente, con resultados muy irregulares. Ahora veamos qué ocurrió con Alan Taylor y su “Terminator: Génesis”.
Alan Taylor (“Thor, el mundo oscuro”) es el encargado principal de traernos la quinta entrega de la saga de ciencia ficción que creó James Cameron allá por 1984 y que todos conocimos como “Terminator”, la historia del exterminador enviado al pasado con la misión de asesinar a “Sarah Connor”, la futura madre del caudillo que liberará a la humanidad del yugo de las máquinas exterminadoras de hombres.
Es indudable que, tanto la película de Cameron de 1984 como la estupenda secuela dirigida por él mismo, marcaron una profunda huella en el universo de la ciencia ficción. Ambas son una muestra apabullante de la solvencia formal de Cameron, con una dinámica narrativa vigorosa e impecable que habla del genio cinematográfico originario de Ontario, Canadá. También esta mitología del cine se vio enriquecida por los estupendos trabajos de Adam Greenberg (en la fotografía) y Stan Winston (en el apartado del maquillaje y los efectos especiales para el terminator con los animatronics); además de que para la secuela se contó con la invaluable ayuda de ILM (Industrial Light & Magic) para la creación del T-1000 con los efectos ópticos diseñados especialmente para este maligno personaje. También la brutalmente ascendente y climática banda sonora de Brad Fiedel terminaban por facturar maravillosamente estas dos grandísimas películas de James Cameron.
Ante estas condiciones del legado fílmico de Cameron, Alan Taylor se enfrentaba a un paquetazo mayúsculo, donde por lo menos cabía un digno homenaje a las dos primeras películas y que superara con creces los medianos trabajos de Jonathan Mostow y McG, sin embargo el Sr. Taylor, desde mi humilde perspectiva, fracasa en su cometido. Veamos por qué.
El rescate de Sarah Connors en su infancia |
Para empezar nos remite a 1984 (donde se da el núcleo narrativo de “Terminator”), para modificar esta línea temporal, diciendo ahora que “Sarah Connor” (Emilia Clarke) ha sido contactada por “Pops” (el T-800, interpretado por el avejentado Arnold Schwarzenegger) en 1973 y que desde entonces ha sido entrenada en los oficios marciales y de guerrilla por el organismo cibernético de hiperaleación.
Esto modificó la tarea original de “Kyle Reese” (Jai Courtney), que era salvaguardar la vida de “Sarah”; ahora él será el blanco, y “Sarah” y “Pops” los encargados de protegerlo.
La llegada de “Kyle” a 1984 es una réplica exacta de la película original de dicho año (como la escena donde se ajusta sus tenis “Nike”) y no hace más que provocarnos nostalgia. Esperaba un “Kyle” que ante la sorpresa, reaccionara más estoicamente, con más estilo y garbo, a cambio Taylor le proporciona tintes caricaturescos al personaje, desdibujando en mucho esa imagen del guerrillero solitario, oportuno y eficaz que tan bien interpretó Michael Biehn.
Cameron lograba por momentos filtrar algunos aspectos irónicos a sus filmes, dotándolos de cierta antisolemnidad y de un humor con estilo hi-tech (no olvidemos aquella frase de “las máquinas también necesitan cariño” del primer film) originando aires de frescura que redondeaban su narrativa, algo que, por reiterativo, Taylor no logra y se acerca a una zona de riesgo conocida como parodia.
John Connor y Kyle Reese en el futuro |
Las fracturas temporales de la película están bien manejadas, pero a pesar de este concienzudo esfuerzo de los guionistas, Taylor no consigue capitalizar este excelente trabajo por lo anteriormente referido. Es una lástima.
Taylor se halló con esta película en una época en que los efectos visuales ya no sorprenden, sino simplemente te gustan o no; se está en el camino, tal vez, de encontrar una nueva maravilla visual que nos deje por completo atónitos, como en antaño. Así que en este aspecto no hay mucho qué decir y sólo agregar que la expectativa por ver al T-3000 eran altas, por tratarse del nuevo ente maligno de la saga, sin embargo, no se acerca siquiera al extraordinario suceso que resultó ser la presentación del T-1000 de Robert Patrick.
En este transcurrir de los eventos, Alan Taylor involucró a dos jóvenes estrellas en pleno ascenso y que de ninguna manera verán afectadas sus carreras artísticas por esta gris participación de ambos en el film, y me refiero claramente a Emilia Clarke y Jai Courtney. Emilia lleva un sólido paso en la genial serie “Juego de tronos” y Jai ha encontrado una veta importante en la saga de “Divergente”. Es sabido que Alan Taylor ha dirigido algunos episodios de “Juego de tronos” y lo ha hecho bien, pero la chaqueta del exterminador le quedó grande.
Los nuevo Sarah Connor y Kyle Reese de Terminator: Génesis |
¿Por qué los productores no recurrieron al creador original del exterminador, es decir, a James Cameron? No hay como el amor original, el amor primigenio de los padres; nunca va a ser igual que encargues el cuidado de tu hijo a alguien, que por muy profesional que sea, no le va a profesar el amor, conciencia y cariño que tú, como progenitor, sí le puedes proporcionar.
Pues la comparación ha sido inevitable, porque Taylor no logra siquiera por un momento hacernos olvidar las dos primeras películas del exterminador y sí, por el contrario, nos hace sentir una profunda añoranza por ellas.
Como dice esta película, “el futuro no está escrito” y esperemos que los productores que están pensando en “Terminator 6”, corrijan las cosas, para lo cual tienen tiempo de sobra.