“Todas las máquinas han tenido fantasmas, segmentos aleatorios de código que se han agrupado para formar protocolos inesperados; de improvisto estos radicales libres generan dudas sobre el libre albedrío , la creatividad e incluso sobre la naturaleza de la misma alma”. Lo anterior es una línea de la película “Yo, robot” (2004) de Alex Proyas, inspirada en el libro de Isaac Asimov. Esta profética frase viene a recordarnos que la tecnología basada en la automatización de la información y los códigos binarios pueden tomarnos por sorpresa en cualquier momento. Cuando menos lo esperemos, las interfaces gráficas y los lenguajes de programación computarizados pueden saltar al ruedo y convertirse en los protagonistas de nuestras propias historias.
Spike Jonze se atreve a darle un giro importante a este tipo de historias del “Sci-Fi”: el software no actuará en contra de la humanidad, por el contrario, tendrá una función propositiva para el entorno humano y ello se confirma en la misma frase publicitaria que presenta al “Operating System One” (OS1): “El primer sistema operativo de inteligencia artificial, que más que un sistema operativo, es una entidad intuitiva que te escucha, te entiende y te conoce”.
Phoenix interpreta a un tipo apartado de la vida social… |
Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), en el proceso de un doloroso divorcio y en medio de una soledad abrumadora, busca en el OS1 la redención de su maltrecho ánimo. Al menos para hacerle compañía. En el progreso de su interacción con “Samantha” (el OS1 de Twombly se autonombra de esta manera y cuya voz pertenece a la bella Scarlett Johansson), Theodore va descubriendo que su sistema operativo es más que un simple software que le corrige sus errores ortográficos o que le reordena su correo electrónico, va tirando del hilo de una madeja que le llevará a un terreno nunca explorado por su persona: enamorarse de algo que no es tangible, que no posee cuerpo y que sus experiencias sensoriales previas marcan como un aparente vacío que el paso del tiempo le dirá que tal vez exista un espíritu extraño en esa disimulada nada.
Joaquin Phoenix encarna sobriamente a este solitario redactor de cartas ajenas, a quien le abruman las emociones reales, que se siente frustrado por tener que lidiar con las expresiones sentimentales que no le hacen sentir bien y que operaron en su contra en su relación con Catherine (Rooney Mara), con quien lleva su proceso de divorcio.
En Samantha, Theodore encuentra su simetría espiritual, algo que pensó tenía en Catherine, pero que el aturdimiento por las exigencias ‘in crescendo’ que la regulaban a ella, terminaron por arruinar la relación. Samantha es el refugio ideal de Twombly, pues no le juzga por sus actos, simplemente le escucha y le comprende. Lo que a todos nos encantaría en una relación de pareja: actuar sin ser juzgados y por ende, sin pleitos recriminatorios.
Rooney Mara y Joaquin Phoenix |
Y es aquí donde Spike Jonze demuestra que cada vez está mejor como cineasta. En apenas su cuarto largometraje de ficción (“Cómo ser John Malkovich” (1999); “Adaptation” (El ladrón de orquídeas) (2002); y “Donde viven los monstruos” (2009)), Jonze plantea en “Her” la necesidad del ser humano por ser escuchado y comprendido. De ese intrínseco deseo de compartir sin tener el temor del reproche de la persona amada, tal vez por alguna imperfección o algún error; el deseo de la persona por ser erotizada por algún acto verbal, visual o carnal y que la arranque de la cotidianidad; que su espíritu humano trascienda a través de la interacción contrapuesta de manera simétrica y que lo complemente para sentirse infinito, divino e inmortal.
Spike se aleja de todas esas geniales monstruosidades que han preocupado a lo largo de los años de forma toral a la ciencia ficción cinematográfica: la rebelión de las computadoras y su cerebro, el software, y la visión desesperanzadora de lo que vendrá en el futuro.
El originario de Rockville, Maryland pone sobre la mesa esta fresca propuesta, donde el software no tiene tintes fascistoides de someter a la humanidad por considerarla inferior; en contraparte, el software de Jonze se presenta como complementario a ella, donde la interactividad beneficia a ambas partes, por esa toma de conciencia que irrumpe sorpresivamente en los códigos binarios, logrando un vínculo revitalizante que llena los huecos dejados por las relaciones humanas tradicionales, perturbadas siempre por el ego y el orgullo.
Olivia Wilde, junto a Amy Adams, Rooney Mara y la voz de Scarlet Johansson, forma parte del lado femenino del film |
En los encuadres de Spike Jonze surge una metarrealidad que regocija y conmueve. El score, a cargo de William Butler y Owen Pallett, tiene buena parte de este mérito y la joya de esta soberbia corona es la canción escrita por el mismo Spike y Karen O, “The Moon Song”, donde el espectador por lo menos se conmoverá por la magnífica labor letrística y musical que hace esta melodía al unísono de las imágenes que cadenciosamente va vertiendo Jonze en la retina de la audiencia hasta conformar uno de los plano-secuencia más perfectos y románticos en la historia del cine contemporáneo.
Una actriz no sólo es carne y hueso, sino también es esa parte fonética que proviene desde el mismo centro de su alma llamada voz. Scarlett Johansson presta su voz a “Samantha”, voz que está llena de personalidad propia: sensual, dramática, divertida, susurrante, calificativos que hacen de Samantha un personaje encantador, completamente circular, que siente, piensa, vibra a su propio ritmo, conforme esa conciencia en constante evolución va ganando terreno en cualidades cognitivas y espirituales, a la vez que lo hace con el corazón de Theodore Twombly.
El mito básico de Frankenstein ha sido trastocado por Spike Jonze: la creación ya no se vuelve contra su creador, ahora en contraparte, lo creado estará del lado de su inventor. Complemento simétrico logrado al fin, que Jonze ha explorado con supremos resultados, entregándonos una pieza artística con peso y alma propias, donde la constante es la esencia mágica de “Ella” (Her): hechizo combinado con ciencia que rehabilita emocionalmente al espíritu humano.
“Her” (Ella) se estrena el 21 de Febrero en España, pero ya lo ha hecho en México, lugar desde donde escribe nuestro compañero “Eduardo Bustamante”