Lloverán muchas estrellas en L.A. Unas más merecidas que otras. Entre las más brillantes, la del director Damien Chazellle, y la de la música de Justin Hurwitz. Lloverán, porque no hay cosa más feliz en este mundo, que cantar bajo la lluvia. Más aun cuando la lluvia es de estrellas.
La La Land es una estrellita musical que ha colado en casa de sus hermanas dramáticas con intención de dejarlas estrelladas. Como estrellados dejó en su día Alan Menken a compositores de la talla de John Williams, James Horner y Morricone, con sus musicales de Disney. Y es que el musical, por muchos detractores que tenga, cuando le da por brillar, puede ser la estrella más grande.
Que Chazelle es un enamorado del jazz ya lo sabíamos. Qué es un enamorado del cine, lo intuíamos y lo hemos corroborado. Qué su músico de cabecera, Hurwitz es, probablemente, el 50% de sus películas, está comprobado. La intensidad de Whiplash no hubiera sido tal sin ese jazz que hacia sangrar las manos, y la tristeza y melancolía de La La Land no hubieran sido tan felices y contagiosas sin sus canciones, su piano y sus bandas. Aunque, hay que reconocerlo, tampoco lo hubieran sido sin unos referentes tan referenciales.
Poco hay que contar que no sepamos ya, porque las estrellas se ven desde todos los lugares del mundo. Más aun en aquellos donde llega internet. Poco, pero sí que lo hay. Porque detrás de las canciones se esconden maravillosos temas instrumentales que tendemos a obviar por no ser cantables. Temas que enlazan sentimientos, deseos, frustraciones y recuerdos. Como “Mia & Sebastian theme”. Base de todo. Grandioso en su melancólica simpleza cuando es el piano solo quien habla. “Planetarium”. Soñador y mágico. Lo mejor de la escena más desencajada de la película. “Summer montage”. Unas alocadas vacaciones por nuestras fantasías más hollywoodienses. Y así hasta el final, cuando una nota de Sebastian nos deja en la estacada. Una nota que no deja concluir el sueño y nos deja a la expectativa. Todavía hoy, sigo buscando la nota que me saque de esa ilusión, para meterme en otro sueño más grande donde, por supuesto, no faltará la música de Justin Hurwitz.
¡Qué llueva, qué llueva! Porque bajo la lluvia, y bajo un paraguas color patel, es como mejor se canta. Y este Oscar, está cantado.
Puedes leer la crítica de la película aquí: LA LA LAND