A pesar del periodo estival, seguimos con nuestra reseña semanal de los capítulos de la última temporada de True Blood y en esta ocasión, como en las dos anteriores, os advertimos que el texto esta repleto de spoilers así que avanzad con cuidado.
El prólogo del tercer capítulo de esta temporada de True Blood nos devuelve a un personaje que ya estaba tardando en aparecer, nos referimos a Sarah Nowlin. Cuando Jason la dejó escapar al final de la sexta temporada, supimos que los guionistas aún tenían planes para la cristiana radical y trepa que nos habían presentado al principio de la serie. Ella es el ejemplo perfecto de ese tipo de personas que buscan repetir un mismo guión, buscando finales diferentes para él y aquí la tenemos de nuevo, seduciendo a un gurú new age. No hace falta que empecéis a bostezar, pues unos orientales vestidos de negro, presumiblemente de la oscura corporación Yokonomo, se van a encargar de parar de golpe los planes de Sarah, apareciendo de improviso en el apartamento del gurú y asesinándolo, para acto seguido buscar a Sarah, Nowlin, no Connors, con propósitos aún no revelados. Parece que esta organización se perfila como villano de final de serie, una empresa que empezamos a poner cara durante la temporada anterior, después de la desaparición de la autoridad vampírica.
La intervención de Eric en este capítulo es mayor que en los dos anteriores, afortunadamente, y se reduce básicamente a un flashback enmarcado en el año 1986. En plena campiña francesa, descubrimos el alto precio que pagó por no plegarse a los planes de la autoridad y la corporación Yokonomo, en una época en la que la creación de la sangre sintética estaba en ciernes. Perdidamente enamorado de una joven y desoyendo los sabios consejos de Pam, al final es obligado a escoger entre la muerte de su amor humano y su progenie. La muerte de Sylvie, la muchacha francesa, supone la rendición del vampiro nórdico a un poder superior, pero también la muerte de un resquicio de bondad que ya no volverá a recuperar. Como motivación trágica para definir el carácter de Eric está genial, pero que nos salgan con un romance de este tipo para Northman a estas alturas de la serie, es muy pero que muy tramposo.
Al menos, Pam reconoce por fin haber sentido la muerte de Tara, detalle que nos chirriaba bastante no haber sido mencionado. Con Eric enfermo de hepatitis V y hastiado de vivir, sólo pide que le dejen morir en paz, pero Pam, enamorado hasta las trancas de él e incapaz de dejarlo marchar, le informa que Sarah Nowlin está viva, lo que despierta los deseos de venganza del vikingo. Aquí tenemos dos hilos argumentales que están a punto de entrelazarse.
Habíamos dejado al pueblo de Bon Temps en una situación bastante difícil, con muchas posibilidades de ser arrasado por una banda de vampiros salvajes. Por mí que se los merienden, porque más tontos no pueden ser. Parémonos un segundo. La amenaza a la que se enfrentan son vampiros, sólo salen de noche y no pueden entrar en tu casa si no son invitados. Seguro que al lector se le ha ocurrido alguna forma de evitar ser devorado. Esto es True Blood, mejor que no pensemos demasiado, que se nos cae el chiringuito. Pues resulta que en este pueblo perdido de Lousiana se dedican a formar patrullas callejeras para matar vampiros y criaturas mágicas de noche en medio del bosque. Tócate los huevos.
Por su parte, Sookie con la ayuda de Bill organiza un plan que consiste en dejarse atrapar y que Compton la siga, descubra el escondrijo supersecreto de los vampiros (el Fangtasia!!!!) y vaya con refuerzos. La idea tiene más agujeros que un queso de gruyere, pero nuestra hada favorita nunca se ha caracterizado por ser demasiado espabilada. En medio de todo esto, Sookie y Bill hablan de su pasado en común, de los sentimientos de ella por Alcide y del dolor del vampiro representado por un flashback de Bill fotografiándose con su familia antes de ir a la guerra. Yo para mí que estos dos van a acabar juntos.
Bellefleur, Jason, Jessica y Violet forman un cuarteto para interpretar un clásico, vamos a salvar a Sookie, aunque no quede demasiado claro de qué. Primero, sacan de la cárcel a Adilyn y Wade, después son atacados por la turba enfurecida en la que se ha convertido el pueblo. El encuentro termina con la muerte de Maxine, la madre de Hoyt.
A este paso, no va quedar vivo ni el apuntador. Sam, después de tener una conversación filosófica con el reverendo sobre un trozo de pizza a medio comer, también se cruza con ellos y se ve obligado a huir, para no acabar asesinado como su vampiro protector.
Además, Lafayatte y James tontean, y Willa, que ahora que Tara ha muerto (más o menos) está a punto de llevarse el premio al personaje que no pinta nada en la serie, es expulsada de la casa de Lettie Mae ante la creciente adicción de esta última a la sangre de vampira.
Llegamos así al tremebundo final del episodio en el que el plan de Sookie sale mal (qué sorpresa) y los vampiros infectados, armados con cadenas de plata y estacas, atacan a Bill y están a punto de matarle si no es por la intervención de Alcide, Sam, Bellefleur, Jason, Violet y Jessica, que acaban con sus oponentes en un plis plas. Mientras que hay una escena que no entiendo del todo sobre limpiar sangre infectada de la piel de Sookie (¿La enfermedad no afectaba sólo a los vampiros?) y se rescata a Holly, que acompañaba a los vampiros de caza, con lo que suponemos que la trama del secuestro está a punto de finalizar, una bala perdida de los recknecks del pueblo acaba con la vida de Alcide. Sookie le llora y, en un momento de lucidez, prefiere no convertirlo en vampiro, después de lo sucedido con Tara.
En fin, otro personaje principal que se despide de manera trágica. Todos sabíamos que no iba a ser el amor definitivo de la camarera pero tampoco hace falta cargarse a todo dios de manera tan atropellada. Espero que la trama de los vampiros infectados acosando a Bon Temps llegue a su final hacia la mitad de temporada, que ya huele, y se centren luego en la corporación Yokonomo y los personajes de Eric, Pam y Sarah.
