Pactar con el diablo: La película de culto con la que quizás puedas perder el alma [CRÍTICAS RETROSPECTIVAS]
Creer en Dios es un acto de fe, pero al diablo se le teme sin necesidad de creer en él. Decía Charles Baudelaire: “El mejor truco que inventó el diablo fue convencer al mundo de que no existía”. Y el mejor truco de un actor es hacernos creer que lo que vemos en pantalla puede ser real. Y eso es lo que consigue Al pacino en Pactar con el Diablo, representar la maldad contenida en una sonrisa mientras dice: “Mira, pero no toques, toca, pero no pruebes, prueba, pero no tragues…” Una sonrisa punzante que te hace creer en la existencia del diablo y temer la furia de Pacino.
Pactar con el Diablo es una película que te deja implantado en cada fibra del cuerpo sentimientos negativos, una inquietante sensación de que la maldad se escapa a jugar cada noche por el mundo con total impunidad. Una película que te atrapa con sus imágenes turbadoras y te cautiva con su elegante puesta en escena, animándote a adentrarte en el dominio terrenal del carismático satanás.
La historia nos cuenta como un joven abogado vanidoso que nunca ha perdido un caso, llamado Kevin Lomax, recibe una propuesta de trabajo en un bufete de Nueva York. Kevin es de esas personas que se aferran a su trabajo como forma de expresar su vanidad, sin importar si en su camino destruye la credibilidad de las víctimas. Tras aceptar su nuevo puesto por una gran suma de dinero, se traslada a la ciudad de los rascacielos con su esposa. Allí conocerá al director de la firma, John Milton, quien entre lujos y halagos lo irá introduciendo en sus oscuros planes para conquistar el terreno conquistado por Dios, la humanidad.
Representar las tentaciones en el cine puede ser una tarea complicada para no caer en el cliché, y Pactar con el Diablo logra subvertir la idealización de los deseos a través del personaje de Mary Ann (una magnífica Charlize Theron), que pasa de ser una mujer enérgica y sensual a una mujer insegura, temerosa e inestable. El reverso tenebroso de las tentaciones que no solo te implica a tí como protagonista, sino que acaba por consumir todo lo que te rodea.
Pactar con el diablo está dirigida por Taylor Hackford (director de otra cinta mítica como es Oficial y Caballero). Sus guionistas son Jonathan Lemkin y Tony Gilroy, quienes adaptan una novela de Andrew Neiderman de 1990. Está protagonizada por Keanu Reeves, Al Pacino, Charlize Theron, Jeffrey Jones y Connie Nielsen. La BSO está compuesta por un inspirado James Newton Howard y la producción corre a cargo del legendario productor Arnold Kopelson (productor de películas como Platoon, Seven y El fugitivo).
Taylor Hackford sorprende con una impecable realización, aunque algo distante y fría en algunas ocasiones. Pero logra realizar una excelente progresión de escenas que impactan en el espectador, gracias a la calidad de su fotografía y, sobre todo, a unas pocas, pero densas imágenes aterradoras. En ello contribuyen los efectos especiales del gran Rick Baker (el inolvidable creador de la mejor transformación de un hombre lobo en el cine), unos efectos especiales sutiles, que se usan en el momento justo para acentuar el contenido misterioso de la narrativa.
Hackford se beneficia de un guion sólido que, aunque con leves altibajos, es capaz de mantener el suspense hasta su gran explosión final. Y es que el director cuenta con un as para ser una apuesta ganadora, Al Pacino. El actor devora con su sonrisa maquiavélica toda la película, mantiene una cautivadora presencia que se balancea jugando entre la fina línea que hay entre la realidad y lo sobrenatural. Un constante jugueteo que implosiona en una espectacular escena final, en la que demuestra que es el mejor actor que grita en pantalla, hechizándonos con sus diálogos para la eternidad.
El resto de actores se desenvuelve bien ante el magnetismo de Pacino. Keanu Reeves encarna al perfecto individuo al que tentar, cuya progresión como abogado va ligado a su discernimiento sobre el bien y el mal. Charlize Theron logra componer con acierto el arco evolutivo de la locura de su personaje, y una bellísima Connie Nielsen simboliza la más lujosa de las tentaciones. Mención especial para Jeffrey Jones y su maléfico Eddie Barzoon, quien tiene una muerte apoteósica.
En definitiva, Pactar con el Diablo tiene una buena historia, sostenida en una narrativa cohesionada que sabe introducir sus escasos y acertados elementos fantásticos, para que nos adentremos en su juego de cartas. Una baraja que está marcada por la soberbia actuación de Al Pacino y que desemboca en un final que es un festival sobrenatural que roza la genialidad. Gracias a una partitura que ahonda en el sentimiento de inquietud, una fotografía exquisita y unos efectos especiales que provocan en el espectador escalofríos.
Una película que utiliza el terror para convertir en pecado lo sobrenatural, subvertir los deseos para convertirlos en cadenas de desgracia, cadenas que te atan a la oscuridad donde la maldad suele vencer. Las tentaciones no provienen del Diablo, porque él convenció al mundo de que no existía, sin embargo, la vanidad es su pecado favorito.