No podía tener más ganas de verla. Ahora, tengo ganas de verla otra vez.
Crítica de “Tierra de Dios”
¡Señoras y señores, tenemos duelo en el –más que O.K.- Corral!
Lee contra Lee. Francis contra Ang. Tierra de Dios contra Brokeback Mountain. Los paisajes de West Yorkshire contra los de Wyoming. El sonido de la naturaleza contra la guitarra de Santaolalla. Josh O’Connor y Alec Secareanu contra Jake Gyllenhaal e Heath Ledger.
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A un lado, Francis Lee. Actor (Topsy-Turvy, Mike Leigh, 1999) y guionista. Venía pisando fuerte con sus cortos (The framer’s wife, The Last Smallholder). Su primera película, Tierra de Dios, lo confirma: nació en Yorkshire.
(Aplausos)
(Wooooow)
Al otro, Ang Lee. Dos Oscar a mejor director (Brokeback Mountain y La vida de Pi). El taiwanés que mejor ha entendido el mundo, y sus sentimientos.
(Aplausos)
(Yiiihaaaaa)
Primer asalto: historia.
Tan iguales pero tan diferentes. No hay un paso del tiempo. No es una historia de amor épica. Los personajes de Tierra de Dios son jóvenes en un mundo que se les queda desfasado. Casi obligados a vivir como lo hacen. Uno de ellos es extranjero, rumano. No tiene a nadie. El rechazo es pan de cada día. Hasta que, buscando ese pan, encuentra la verdadera miga de la vida, y la comparte, ofreciendo un nuevo alimento a un chico que, de no tener salida, descubre todo un mundo.
No puedes evitar la comparación, pero no puedes evitar sentirte noqueado por cada línea de un guión nacido de la inmersión en el lugar de nacimiento del director: brutal y emocional a un mismo tiempo.
Segundo asalto: los actores.
Difícil tarea. Cada año sufro con una nueva decepción ante el olvido de Jake Gyllenhaal en la temporada de premios. Mi vida no es la misma desde se nos fue Heath Ledger. Pero, y este es un pero muy grande, habemus actores revelación. Desde el más mínimo brillo de las pupilas hasta la punta de las uñas de los dedos. Descubran a Josh O´Connor (Florence Foster Jenkins, The Program, Cenicienta, The Riot Club). Descubran a un actor nacido en Bucarest, Alec Secareanu.
Tercer as alto: el paisaje.
El frío de Inglaterra. Mucho frío. Su color. La niebla. El barro. Una grandeza diferente a la americana que habla más de dureza que de majestuosidad. Los animales. El ciclo de una vida dura, trabajosa, antigua y necesaria. El ruido, desde el movimiento de una hierba hasta el viento específico rozando la tierra. No hay música que lo defina, porque así lo ha querido el director. Hay ruido desde lo más hondo de una tierra, tierra de Dios.
Cuarto asalto: la música.
Mi CD de la banda sonora de Brokeback sobrevive a duras penas tras su uso abusivo y continuo. No sabremos que hubiera sido de haber un Santaolalla en Yorshire. Pero los dos únicos momentos, clave, indagan en el corazón y buscan el contraste. Música original, instrumental, que funde alma y paisaje. Y música country, con sus historias de de amor y desamor, y ese matiz de algo hecho por el hombre, lejos de la verdadera naturaleza, la de esa tierra y las almas que le pertenecen.
Quinto asalto: el amor.
¿Se puede superar la delicadeza y sutilidad de Ang Lee? No sé, pero algo siento. El roce de un dedo y un nudillo. Un labio levantado un milímetro. Un brillo microscópico en un ojo casi cerrado. Una capucha. A Francis Lee le gustan las películas donde puede sentirse transportado. Prepárense para el viaje.
Asalto final.
Muchas gracias a los dos. Pueden retirarse al vestuario. No hay ganador. Nos volveremos a ver cada año. Pero a partir de ahora, en sesión doble.
TIERRA DE DIOS, “GOD’S OWN COUNTRY” (2017)
Director: Francis Lee
Reparto: Josh O’Connor, Alec Secareanu, Gemma Jones, Ian Hart
Género: drama, vida rural, homosexualidad
Duración: 104 minutos.
Valoración: 9 / 10
¿Y ahora qué?
Crítica de “Requiem for Mrs. J”
No, es una película para suicidarse. Es una película sobre el suicidio. El suicidio puede tener su gracia. Ya lo contó Nick Hornby en En picado (y Pascal Chaumeil en Mejor otro día, 2014). Y los serbios también pueden tenerla. Ahí donde los ves, tan europeos orientales ellos. Parecían tontos cuando los compramos. Pero no. Allí nacieron Peter Bogdanovich o Emir Kusturica. Hay cine, pues. Y lo que parecía tan lejano, ha llegado a Sevilla.
Con una película con resonancias de la nueva ola yugoslava, y con resonancias de risitas de vez en cuando. No es general graciosa, pero no es en general triste. Venía siendo una casi comedia en el guion, pero se quedó en una comedia-negra-casi-drama en su versión filmada. Venía de experiencias reales y documentadas con la depresión, y consiguió un buen retrato de la misma, psicológica y formalmente. Venía de ser premiada en varios festivales, y yo la estoy viendo desde la primera fila, con lo que ello conlleva en términos de cantidad. Y lo que es más, venía de Serbia, y yo estoy sentada al lado de un serbio enorme, he visto pasar dos veces a un serbio en pijama comiendo palomitas, y el aire acondicionado (muy frio) me saluda cada cierto intervalo de minutos.
Y así, mientras que yo veo la película casi en cuatro dimensiones, el director anula la perspectiva para enfatizar el estado mental. Frena la cámara y desordena el espacio. Como la cabeza de una mujer que sin mover un mínimo la cara lo dice todo.
Curiosa experiencia llena de curiosos y pintorescos personajes que acaba con una bonita canción. Cuando es la misma muerte la que se encarga de todo, escena surrealista mediante, digna del mismísimo Magritte.
REQUIEM FOR MRS. J (2016)
Director: Bojan Vuletic
Reparto: Mirjana Karanovic, Jovana Gavrilovic, Danica Nedeljkovic, Vucic Perovic, Mira Banjac, Boris Isakovic, Srdjan Todorovic
Género: drama.
Duración: 93 minutos.
Valoración: 6.5 / 10
Y seguimos sumando…