Heretic (Hereje): No hay fé sin duda [CRÍTICA]
En Heretic, la nueva película “de terror” protagonizada por Hugh Grant, todo comienza en un bonito día soleado.
La hermana Paxton y la hermana Barnes se encuentran haciendo una parada en sus tareas del día. Deben seguir su camino misionero, llevar la luz del creador a los hogares donde se albergan dudas acerca de la existencia de Dios (más adelante, entraremos en este concepto de duda).
Están sentadas en un banco de madera en el que hay colgado un anuncio publicitario de preservativos. En el propio anuncio, aparece un condón de gran tamaño desplegado con el eslogan: ¿Quién dijo que el tamaño no importa?
Mientras vemos esta imagen, escuchamos la conversación que tienen las dos jóvenes seguidoras de la iglesia de Mormón. Hablan sobre la religión contemporánea: el marketing, y otra no menos importante, el porno (o más bien, la industria alrededor de la lujuria). Una escena que nos pone en situación de lo que se va a tratar en este interesantísimo film, catalogado como de terror, pero que en el fondo se sirve a nivel narrativo tanto del terror como del thriller, componiendo una película híbrida con la que proponer a los espectadores una reflexión acerca de nosotros mismos. Pero vayamos por partes.
Los dos géneros mencionados son las herramientas narrativas para la creación de la atmósfera (podríamos decir también que la película nos mete dentro del gótico tradicional, ya que los acontecimientos transcurren en una casa misteriosa que parece mantenerse alejada del mundanal ruido); pero lo fundamental es adentrarnos en la esencia, en la idea o ideas fuerza que ahondan en la película y que conforman la propuesta (o tesis, por ir utilizando un lenguaje más filosófico). Porque Heretic no es un simple cuento donde a unas jovencitas inocentes las suceden unas cosas horribles e inexplicables. Las dos misioneras recorren una ciudad desconocida con su labor misionera, y en su lista de visitas del día, se encuentra el misterioso señor Reed (Hugh Grant – el nombre del personaje, Reed, se parece en inglés al verbo leer, Read, al igual que en su pronunciación-).
En apariencia, Reed es un hombre sencillo, quizás un poco hermitaño. Las invita cordialmente a que entren en su casa y las sirve una bebida. Ellas, confiadas, acceden, sin ser conscientes de que han iniciado un viaje interior no solo en sentido metafórico sino también literal.
Y aquí nos adentramos en la tesis del film: el cuestionamiento de las creencias. Desde el principio del encuentro con Reed, las chicas, no solo entran como misioneras, sino también como alumnas; la relación entre los personajes es de profesor- alumnas, o si se prefiere, de un auténtico diálogo platónico, incluso socrático, pues se trata de un ejercicio de disensión, de cuestionamiento, de debate, acerca de la idea que ellas quieren proponerle: que se una a la iglesia de los mormones. Pero las chicas no saben esa faceta de teólogo y erudito de Reed, quien saca a colación los parecidos que hay entre las diferentes confesiones mayoritariamente monoteístas (siempre con matices que aquí no conviene desarrollar porque no estamos haciendo un ejercicio de teología).
Lo que sí que estamos haciendo es un ejercicio de filosofía en sentido estricto, usando el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que nos está ayudando a descomponer y triturar el film a nivel argumental para que tengáis la mejor idea posible de qué película vais a ver. Retomemos el hilo.
La reunión con las jóvenes se va poniendo cada vez más tensa (especialmente por parte de ellas), realizando aquí una interesante analogía que vamos a explicar. Reed las conduce a una nueva sala de su cabaña campestre. Una sala que tiene la decoración de una capilla improvisada, con un altar y bancos de madera, sin iconografía. Alrededor, varias estanterías con numerosos volúmenes de los que no conocemos los títulos, pero podemos deducir que tratan sobre religiones, historia, filosofía, materias en las que Reed es un erudito. Las chicas comienzan a mostrar sudores, tragan saliva con cierto nerviosismo. Síntomas de ansiedad creciente. ¿Cuál es la metáfora? Aquí se nos muestra lo que ocurre cuando sometemos a duda nuestras certezas. O más bien, lo que le pasa al ciudadano medio que se encuentra un tanto zombificado y que nunca se ha planteado las cosas en las que cree y el por qué. Claramente, Reed se transforma aquí en el villano. Visión muy contemporánea de las personas que razonan, piensan, y que dudan de todo; un ejercicio que deberíamos hacer todos más a menudo ¿no?
En esa capilla improvisada hay dos puertas. Reed les dice a las chicas que si quieren salir de la casa tendrán que hacerlo por la parte de atrás, y que esas puertas las llevarán hacia dicha salida. Antes de que elijan, el singular maestro escribe dos palabras, una en cada puerta: Creencia y Duda. ¿Cuál escogerán las chicas? Tendréis que ir a ver la película para saberlo. Lo importante es que os quedéis con la idea fuerza que el brillante guión nos plantea. No puede haber una fe verdadera sin que esta se encuentre sometida a duda. Esta es la tesis, que siguiendo los pasos del auténtico ejercicio filosófico en que se convierte la cinta, basado en el contínuo diálogo de las chicas con Reed durante su paso por un “infierno” muy realista (de hecho, en su despacho, Reed tiene una representación del infierno de Dante), donde el personaje de Hugh Grant hace de Virgilio, guiándolas hacia un descubrimiento. ¿Cuál es la religión verdadera? Esa es la pregunta que las jóvenes deben responder para poder escapar.
Heretic no es un film para todos los públicos, no solo en sentido familiar. Los temas o argumentos que toca, la interpelación constante al espectador para que entre en el relato, se deje llevar, y que también hagamos nuestro particular ejercicio de filosofía crítica mientras la contemplamos, no son del agrado de un público que busque solo un entretenimiento sencillo. Heretic no es la típica película donde hay un fantasma o un psicópata que va dando sustos. Esta película nos da otras cosas mucho más importantes, como un buen debate con los acompañantes cuando salgamos de la sala.