Cine y filosofía con Miguel Ángel Quintana Paz

Esta semana nos reunimos en una estupenda cafetería madrileña con el filósofo y director académico de ISSEP, Miguel Ángel Quintana Paz, para mantener una conversación amena e ilustrativa sobre dos cuestiones que nos apasionan y que están más relacionadas de lo que se suele pensar: Cine y Filosofía se dieron la mano durante una velada placentera en la que pudimos descubrir una nueva faceta del profesor Quintana Paz, su afición al cine de Terror. ¿Queréis saber más? Os invitamos a que sigáis leyendo.

PREGUNTA: ¿Tiene Miguel Ángel Quintana Paz un canon cinematográfico?

RESPUESTA: Hablar de canon así en términos absolutos es un poco difícil, resulta complicado elegir de la larga historia del cine todo aquello que me ha marcado. Por ejemplo en contra de lo que suele ocurrir en círculos conservadores, a mí  me gusta mucho Almodóvar, especialmente dos películas sucesivas de su etapa de los 80, pero en cierto sentido opuestas: La ley del deseo (1987) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) . Esta segunda me sorprende aun dentro de la filmografía almodovariana porque es una película “blanca” en el sentido sexual; la cinta renuncia al sexo, al erotismo, y se centra en una cuestión de más calado: el abandono amoroso y su superación. Por su parte, La ley del deseo, aun si abunda en todo lo contrario (el filme se inicia, por ejemplo, con una escena prácticamente pornográfica), logra penetrar en una cuestión relacionada con la anterior, la obsesión amorosa. Y lo hace de un modo completamente actual: utilizando hábilmente recursos de esa posmodernidad en que aún nos desenvolvemos.

Creo que ese Almodóvar de los años 80 tenía aún un mensaje propio que contar, mientras el más reciente aprovecha su fama para transmitir más bien mensajes políticos que te puedes encontrar igual en el BOE.

Respecto de películas estadounidenses, me gusta también el cine de la década de los 80. Por ejemplo, una comedia, Tootsie (1982), dirigida por Sidney Pollack y protagonizada por Dustin Hoffman (uno de mis actores favoritos). Creo que bajo su tono humorístico y tierno, Tootsie fue un buen diagnóstico de la actualidad debido al fondo de su trama: un hombre que tiene que feminizarse, disfrazarse de mujer, para triunfar en la vida. ¡E incluso para lograr que la mujer de la que está enamorado le haga caso!

Ya hacia el final de la película, el protagonista le llega a decir a tal mujer, interpretada por Jessica Lange, que le deje demostrar que es buena persona ¡también con pantalones encima!

Jessica Lange en Tootsie

Por cierto, asimismo de Sidney Pollack, pero en un tono muy diferente, otra de mis películas favoritas es Memorias de África (1985); toda una reflexión sobre la posibilidad de amar y dejar libre al ser amado al mismo tiempo. En cuanto al cine más reciente, y dentro de la categoría de superhéroes, te mencionaría El Caballero Oscuro (2008) de Christopher Nolan, por su meditación ética sobre el chivo expiatorio que en realidad salva a la comunidad, una aportación muy girardiana. Y no me puedo dejar la que creo que es de las mejores comedias (aunque agridulce) españolas, Plácido (1961), de Luis García Berlanga: sabe criticar de manera magistral esa falsa caridad que solo sirve para el auto enaltecimiento de quien la ejercita, y por tanto desprecia (o incluso considera molesto) a quien en realidad debería recibirla.

P: ¿Cree que el Cine debería tener una asignatura propia en el sistema educativo para ayudar a educar la mirada de las nuevas generaciones?

R: No soy muy partidario del siguiente razonamiento: cuando algo falla, metamos una asignatura al respecto. Creo que el sistema educativo debe centrarse en lo esencial.

P: Desde nuestro punto de vista, si en el sistema educativo se estudian tanto la Historia del Arte, como la de la Música, ¿por qué no la del cine? Como usted mismo dijo también en cierta ocasión, las Humanidades deben estudiarse en conjunto para poder tener una visión globalizadora

R: Tienes razón, ya que se estudia arte y música ¿por qué no cine? Pero a lo que me refiero es a que creo que es mejor estimular a los profesores para que lo usen, no convertirlo en una asignatura obligatoria más. Te pongo como ejemplo mi caso: siempre que introduzco mi asignatura, de Ética, aludo a la película Delitos y faltas (1989) de Woody Allen, para plantear un debate alrededor del relativismo moral. ¿Existen el bien y el mal? Es una película que tiene muchas capas. Al protagonista, el oftalmólogo Judah, interpretado por Martin Landau, parece que le va bien si logra olvidarse de sus remordimientos tras cometer un acto deplorable; es decir,  el filme parece transmitir el mensaje (nihilista) de que la moral no importa si sabes prescindir de ella.

Ahora bien, por otra parte en la película se da un curioso paralelismo entre Judah y su paciente, que es un rabino que acude a él porque se está quedando ciego. El rabino está perdiendo la vista, físicamente, y Judah se está quedando ciego desde una perspectiva moral. Y bien, al final de la película, Woody Allen nos muestra cómo el rabino, a pesar de estar ya ciego, acaba bailando y feliz, porque no ha perdido en ningún momento su visión sobre la moral: algo que contrasta con el aparente mensaje nihilista anterior.

P: Hay un género que parece estar evolucionando hacia un cine con un corte más moral y sociológico como el que estábamos hablando, y ese es el género de terror, que es el que nos habla del Mal. Recientemente hemos tenido buenas muestras de ello con la productora Blumhouse, en películas como Megan, que habla sobre la des-responsabilización de los padres sobre la educación de sus hijos, por poner un ejemplo.

R: Totalmente, me encanta eso que has dicho de que el cine de terror es el que mejor nos habla del mal. Este verano he tenido más tiempo para poder ver cine, ha habido dos largometrajes de terror que me han gustado especialmente: uno se titula Nefarious (2023), y tiene una temática muy actual. El protagonista es un psiquiatra, muy cientificista, con una mente si acaso ultra racional, que tiene como paciente a un condenado a muerte, el cual parece estar poseído. Sin entrar en más detalles para no destriparla, creo que el fondo de la película es precisamente mostrarnos el modo en que se cuela el mal por los intersticios de la sociedad actual, sin necesidad de efectos especiales ni grandes “sustos” o golpes de efecto.

Otra película que quería destacarte se titula Speak No Evil (2022), que participó en el Festival de Sitges. Creo que esta película nos está dando claves sobre el horror que representa la corrección política, y sería muy recomendable verla desde esa perspectiva crítica. Ya el título nos lo sugiere: no hables mal, no digas lo que resulte inapropiado en estos momentos. Ahora bien, ese mensaje se camufla hábilmente tras la historia de una familia danesa que conoce a otra familia de Holanda durante las vacaciones en Italia. Los holandeses les invitan a ir de viaje a su país y a alojarles en su hogar. A partir de ese momento, los horrores, a menudo de baja intensidad, pero siempre inquietantes, comienzan a sucederse para el matrimonio danés; horrores que, justo por su obsesión por ser políticamente correctos, ni siquiera se atreven a verbalizar: de ahí que vayan in crescendo. Lo mismo que nos ocurrirá en Europa si, por prohibirnos a nosotros mismos hablar de nuestros problemas, al final estos acaban ahogándonos (a veces, literalmente, como en la película).

Megan - Blumhouse

P: Sin salirnos de las cuestiones filosóficas, tenemos que hablar de una película excelente al respecto como es La gran belleza (2013) de Paolo Sorrentino. Es una cinta compleja que requeriría un análisis más profundo, pero por darle una pequeña guía a nuestros lectores, creo que hay dos momentos importantes que reseñar y comentar alrededor del film. Por un lado, la relación entre el protagonista Jep Gambardella (Tony Servillo) y Ramona, que es un reflejo de lo que nos falta en las relaciones de pareja contemporáneas: la Alteridad.

R: Tienes toda la razón. Yo la primera vez que vi la película, en esta parte concreta, estaba un poco perdido, no acababa de percibir de qué iba esa relación. Supongo que mi subconsciente se esperaba la típica relación entre un hombre y una mujer de mundo, basada sobre todo en el sexo. Y fue en los siguientes visionados cuando ya percibí lo que comentas sobre la alteridad, el conocer a la persona en su otredad, siendo consciente de que es un ser humano con sus emociones, sentimientos, pensamientos, absteniéndose de tratarla como una mercancía.

P: Así es, y luego el otro momento clave por así decirlo, aunque sin duda hay más contenido en el film, es el del personaje de Sor María, a quien llaman la Santa, una monja que tiene ya más de cien años y que lleva toda su vida ayudando a los más necesitados. Sor María da dos lecciones importantes en la película que nos pueden ayudar a iluminarnos en estos momentos de gran banalidad. “La Pobreza no se habla. Se vive”, y también cuando le dice al protagonista: “Como raíces porque las raíces son lo más importante” ¿Estamos perdiendo las raíces?

R: Sin duda. Creo que Sorrentino presenta a la Santa como una mujer famosa y, por tanto, rodeada de mercadotecnia, lo cual no obsta para que al final en la cinta se nos muestre como una mujer auténtica, pese a todo. La película siempre hace referencia a la mundanidad, a lo banal, y se presenta así misma, estéticamente como tal; pero su gran logro es que al mismo tiempo es profunda.

De esto hablaba uno de mis maestros, el filósofo Mario Perniola. Para él, el modo de sentir católico (y Sorrentino es siempre un gran abogado de ese modo de sentir) reside sobre todo en ser capaz de respetar la mundanidad en sí misma, aunque a la vez saber ver más allá de ella. De ese modo evitamos el nihilismo: tanto el nihilismo de despreciar por completo este mundo (reducirlo a “nada”, vaciarlo) en aras de otro ultraterreno, como también el nihilismo en que caeríamos si, carentes de toda aspiración trascendente, adorásemos este mundo (que, a la postre, es pasajero, fugaz, y por tanto nos dejaría también vacíos). Por eso creo que La gran belleza conecta bien con la serie que hizo Sorrentino hace unos años para HBO titulada The Young Pope: en ella también se lucha contra el nihilismo con una sensibilidad estética peculiar hacia lo mundano y lo católico. Al fin y al cabo, tanto esa serie como la gran belleza nos invitan a estar presentes, atentos, para encontrar esos resquicios de belleza que hay en el mundo entre tanta banalidad.

El Séptimo Sello

P: Recientemente he podido ver El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman. Cuando terminó la película, llegué a la conclusión de que es bastante actual, porque los protagonistas son personas que han caído en ese nihilismo del que hablábamos antes, y caminan en la oscuridad, al carecer de un concepto de lo que es la Vida.

R: Efectivamente. Lo que se ha perdido en realidad es el sentido de la vida. Y también hemos perdido el sentido de la muerte. Por ejemplo, recordemos durante la pandemia la foto de portada del diario El Mundo con los ataúdes , y el gran revuelo que provocó: ¡ni siquiera en medio de una pandemia, cuando encontraban la muerte millones de personas, se podía mostrar que la muerte existe! En el fondo, el gran problema del ser humano sigue siendo cómo lidiar con el sufrimiento, y seguimos tratando de hacerlo de modo aislado (con antidepresivos, distracciones, consuelos…), según experiencias desencajadas de todo lo demás, sin un sentido global, que embargue nuestra vida entera. Nos topamos ahí de nuevo con el nihilismo de quedarnos en lo parcial, en lo que no nos ilumina sobre el sentido general de las cosas. Seguimos esquivando, incluso bajo el sonido de alarma que es el sufrimiento, la pregunta clave: ¿Cuál es el sentido de la vida? Y una buena pista (católica) para encontrarlo es darnos cuenta de que el sentido tiene que ser compartido, descubierto entre todos, Comunicado por que es comunicable. El Bien y la Belleza saben difundirse por sí mismos y saben crear, alrededor de sí mismos, comunidad: son una buena pista para salir de la oscuridad.

Foto de portada / cabecera cortesía de El Economista

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