El realizador James Cameron, megalómano de profesión, cineasta del espectáculo, el de grandes presupuestos, pese a haberse formado, como tantos otros, en la modesta “factoría” de Roger Corman (el maestro del cine barato, pero rentable), ha tenido recientemente el arrebato de humildad, o, sencillamente, ha querido sumarse a la (excelente) campaña de marketing que envuelve el último trabajo del realizador mexicano Alfonso Cuarón, y ha declarado públicamente que Gravity es, nada menos, que “la mejor película del espacio que se ha hecho”. Ahí es nada. Partiendo de que Cameron posee el indiscutible mérito de llenar las salas de cine en unos tiempos en que se pone a prueba la continuidad del modelo que conocemos, y de que ha dirigido algunos films muy emblemáticos e intensos (que transmiten perfectamente el esfuerzo enorme que hay detrás de un rodaje), sus palabras constituyen un halago de enorme peso. Para mi, como espectador desde muy temprana edad, Aliens el Regreso (USA, 1986) fue una experiencia única, en una sala de cine, cada una de las veces que fui a verla.
Ahora bien, a lo mejor la frase pronunciada por el director de Avatar (USA, 2009) es mucho decir, dado el puñado de películas formidables que hay con el espacio de fondo. Pero, sobre todo, porque estamos un poco cansados de esas frases genéricas un tanto prefabricadas que envuelven los productos cinematográficos y que prácticamente nos “obligan” a acudir a la sala más próxima a ver la película que sea, de modo que, si no vamos, o somos los mayores ignorantes o, no estamos “en la onda”. Digo esto porque considero que debemos tener muy bien formado nuestro criterio, que será discutible, por supuesto, pero debe ser sin duda lo que nos mueva a la hora de ir a dejar nuestro dinero (o no) en la taquilla del cine, y no unas frases hechas, muy respetables, vengan de quien vengan.
Dicho esto, el último film de Alfonso Cuarón merece la pena, y vale sin duda el desembolso de los euros que pagamos en taquilla. No es poco… creo que es mucho… muchísimo. El sensacional tráiler que ya nos venía creando una expectativa inmensa desde hace meses, se ha quedado corto. Creo que es una película perfecta, en el sentido de que hay, en las hipnóticas imágenes, un maravilloso equilibrio entre pretensiones y resultados. Nada sobra y nada falta en unos ajustados 96 minutos. Las secuencias de acción (donde sobrecoge la humanidad y la vulnerabilidad de los personajes, que se mueven en un lugar que no es precisamente el hábitat natural y donde una equivocada decisión cuesta la vida) y las de tránsito (aquellas que nos permiten conocer algunos detalles de las vidas de los protagonistas) encajan unas con otras con una armonía endiabladamente precisa.
La puesta en escena deviene en calculada y convincente. Nada sucede o está por casualidad en escena o fuera de ella. Cuarón ya nos había mostrado su particular y meticuloso sentido del espectáculo con la fabulosa Hijos de los Hombres (Children of men, USA, 2006). Su mirada es introspectiva, humanista, sin renunciar al espectáculo, presente en un in crescendo muy medido e intenso.
Secuencias como la angustia de la Doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) en el espacio, a merced de la trayectoria orbital, el sonido de su respiración agitada, fruto de la cual consume el oxígeno demasiado rápido, sus desesperados intentos por ubicarse; sus lágrimas flotando en gravedad cero cuando está dentro de la estación espacial; o la angustiosa separación entre ella y Matt Kowalski (George Clooney) en el espacio, dan la justa contrapartida al intenso espectáculo, de un realismo tal, que otorga a la obra un poder de convicción realmente sobrecogedor. Los espectadores nos rendimos de manera incondicional a la experiencia desde el minuto cero.
En el apartado del espectáculo, el trabajo de Cuarón se pone a prueba y triunfa absolutamente, gracias a la sobriedad de la puesta en escena. El realizador no necesita estridencias, efectismos, ni constantes meneos de cámara, ni un montaje de planos muy cortos, estilo Michael Bay y compañía, ni arrojar objetos al espectador todo el rato, ni usa otros golpes de efecto que buscan el sobresalto constante y llamar su atención de modo cuasi-desesperado, subestimando la inteligencia de quienes acudimos a dejarnos llevar. Al contrario, prácticamente son las personas y los objetos (herramientas, restos orbitando, etc) quienes se acercan y alejan de la cámara, logrando una sensación de realismo total. Cuarón apenas realiza apenas unos pocos cortes en la sala de montaje. Los primeros cuarenta minutos constituyen un plano secuencia sensacional, que nos permite disfrutar y recrearnos la vista con lo que vemos, pero, al mismo tiempo se trata de imágenes que aportan muchísima información. A la belleza de la Tierra vista desde la inmensidad del espacio, se une la armonía y la quietud inicial, las bromas, la complicidad con algún controlador del centro de operaciones de Huston (la voz de Ed Harris en la versión original, en un posible guiño a su labor en Apollo 13-USA, 1995, de Ron Howard) y esa camaradería casi Hawksiana en el desempeño de la precisa actividad profesional, que recuerda algunas secuencias similares de Abyss (USA, 1989), de James Cameron. En esas secuencias iniciales, los personajes interactúan tanto delante como detrás de la cámara y le sirven al realizador de instrumentos para jugar muy astutamente con el off visual y sonoro, con mucha naturalidad y sobre todo con un propósito claro: nos prepara para lo que viene. Un elaboradísimo plano largo que dará mucho que hablar y que habría sido del gusto de Orson Welles, sin duda.
El guión, obra del realizador, y de su hijo Jonás, despoja de todo artilugio ornamental la historia de estos dos personajes a merced de la inercia espacial y de la chatarra que orbita alrededor de la tierra, para describirlos maravillosamente y hacerlos evolucionar ante una situación extraordinaria, en el marco del género de la ciencia ficción, que opera como excusa para el despliegue del drama humano.
La desnudez emocional de los personajes, ha sido muy bien entendida por los dos actores principales. George Clooney aborda su personaje, veterano en la visión de la Tierra del espacio, que cuenta sus “batallitas” una y otra vez, con absoluta brillantez y naturalidad. Clooney ya había realizado sus coqueteos con el espacio exterior en la decepcionante adaptación de la magnífica novela de Stanislav Lem, Solaris (USA, 2003), de Steven Soderbergh, adaptada en 1972 por Andrei Tarkovsky en lo que constituye una de esas obras capitales del 7º arte. Por su parte Sandra Bullock sorprende, después de algunas desastrosas apariciones en pantalla, no sólo en unos registros dramáticos sumamente eficaces y contenidos, que transmiten muy bien los diversos estados de ánimo. Además, su interpretación sobresale con unas maravillosas coreografías corporales, de movimiento en gravedad cero, por el interior de las diferentes naves que comparten escenario con el espacio exterior. La secuencia en la que Ryan entra a la estación espacial Rusa, se quita el traje y se coloca en posición fetal, relajándose unos segundos (captada en plano picado, de un modo que recuerda el inicio de cada capítulo del cómic Born Again de Frank Miller), es de una belleza poética sublime. Su personaje y composición entra, por méritos propios, en ese fascinante universo femenino de mujeres supervivientes en la hostilidad del espacio, donde ocupa lugar de honor la teniente Ellen Ripley (inolvidable Sigourney Weaver) en la saga Alien, y donde recientemente sumamos a la Arqueóloga Elisabeth Shaw (Noomi Rapace), único personaje destacable en la decepcionante Prometheus (USA, 2012), de Ridley Scott.
En el resultado final, detenta una importancia extrema, la labor del director de fotografía Emmanuel Lubezki, habitual de Cuarón, y cámara de los últimos trabajos de Terrence Malick. Lubezki aprovecha las oportunidades de lucimiento profesional que el incomparable escenario le brinda. Esos contrastes de iluminación de las escenas, aprovechando la luz solar y haciendo virtud de la falta de ella, o la penumbra en el interior de la nave, aprovechando algún destello de linternas, activación de pantallas, fuego, etc, revelan un talento mayúsculo al servicio de la narración.
Así debe ser el cine: arte y ensayo, combinado con espectacularidad (el visionado en 3D, es muy recomendable, y probablemente suponga una escalada de nivel en el empleo del formato), que nunca debe de perder su finalidad al servicio inmediato y directo de la narración, que explora el sobrecogedor drama humano… el conflicto, mecanismo endiablado que persigue el cine desde tiempos inmemoriales… como Ahab perseguía a la ballena blanca en la obra inmortal de Herman Melville.
8 respuestas
La he visto en 3D y puedo decir que es una experiencia alucinante, es vertiginosa, no había visto antes nada igual.
Acabo de venir de verla en 2D y me ha encantado, creo que merecería la pena en 3D.
Es un agobio de película.
Te entran ganas de matar a Sandra Bullock. Porque su personaje es negativo, torpe y nefasto para el huniverso. Vale la pena la fotografía y el 3D.
Fido: Destroyer
Universo, me he puesto tan nerviosa que lo escrito mal XD. Eso por los 7,50 de la peli Grr
Amigos (Secilla, Paula_Destroyer, Jose Luis Platero): yo aun no la he podido ver, pero intentare que Manuel se pase por aqui para comentar…
El espacio en Gravity es una metáfora, lo mismo podría haber utilizado como escenario la bóveda celeste, que una habitación, porque el espacio representa el grado extremo del aislamiento. Gravity es una historia de superación, un golpeo en la burbuja donde te escondes, que te recuerda la necesidad de soltar los lastres para poder tomar impulso y dar otro salto más. Todos vivimos en un "espacio" hostil, en una atmósfera irrespirable, superando heridas, pérdidas, muchas veces con el deseo de rendirte, dejarte llevar y ahogarte en la corriente. Gravity es la misma metáfora de "Up", donde el viejo vive con su casa amarrada a la cintura, un lastre que cada vez pesa más y más hasta hacerse insoportable. Aveces tenemos que cortar las amarras, eso no representa una traición, es cuestión de elegir, y esa es la decisión que toma Ryan, vivir, enfrentar la "gravedad" de la situación, y como ella misma diría… "…posiblemente no lo consiga, pero será toda una experiencia…". Un saludo.
No puedo responder por Manuel, pero yo creo que la pelicula es un pelotazo, es increible como mantienen la tension con un argumento tan limitado… y bueno… en cuanto a metaforas… podemos profundizar lo que queramos… pero sinceramente… paso ahora mismo… jajaja…
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