‘Jurassic Park Theme’ o como la música se abre camino
La teoría del caos. Pequeñas variaciones pueden explicar grandes diferencias en el futuro. No. No es una mariposa. Cuando John Williams mueve la batuta, el mundo se paraliza. Un solo acorde tocado en 1993, activa los lacrimales de millones de ojos del siglo XXI. Muchos más de 65.000.000. Instinto jurásico. Algo vibra en el subconsciente. Ciertas ondas informan del peligro. Algo grande se acerca. Una trompa. Cuatro notas. Bienvenidos a Jurassic Park.
95 minutos de música en una película de 121. Nada sobra. Mickey-Mousing, ruidos, fortissimo. Si cerramos los ojos y volvemos a esa primera experiencia jurásica, nuestra memoria no repara en gastos. Hay están. Todas y cada una de las notas. Todos y cada uno de los silencios. Hora y media de música fosilizada en el estrato más profundo de nuestra mente. Sonando una y otra vez. Como un mosquito –trompetero- atrapado en ambar.
Veinticinco años y cuatro películas más tarde, ese mosquito fosilizado debería estar en un museo. Han cambiado las islas, los parques, los protagonistas. Han cambiado los directores y los compositores. Pero el tema principal, “Jurassic Park theme”, sigue acechando desde el pentagrama. Recordando los sueños de un tal John Hammond -cuyo parecido más que razonable con el otro John nos lleva a pensar en sueños compartidos-. Recordando que la vida se abre camino. A lo grande. Sin horizonte conocido. Recordando la ilusión y el peligro.
El mismo Williams lo dejó claro en El mundo perdido. Solo dos apariciones. Lo suficiente para recordar que Hammond sigue soñando sin atenerse a las consecuencias. Malcon regresa. Esta vez a la isla Sorna. Una maqueta de un anfiteatro. Un final. Entre el terror y la gravedad de una partitura mucho más oscura que la primera, la llamada de la trompa sigue poniéndonos los pelos de punta. Las flautas, el piano, los violines… completan el trabajo.
Jurassic Park III, como todo en una película cuya mayor virtud está en que no llega a la hora y media, olvida la esencia original. Don Davis abusa del tema de John Williams sin sentido alguno. Sin un John Hammond ni un parque en escena, con un objetivo bastante rebuscado, unos paisajes mucho menos grandiosos y amenazadores, y con un Alan Grant reacio a revisitar la muerte, el tema debía limitarse a un simple recordatorio. Pero los primeros veinte minutos están llenos de citas y fragmentos. Todo el simbolismo de la música es devorado en el momento en el que el Rex es vencido. A la media hora de metraje…
Pero un tiranosaurio no es devorado así como así. Y en Jurassic World el tema vuelve a recuperar su significado. Michael Giacchino, no solo introduce el tema de Williams donde realmente se merece –la entrada en el parque, el antiguo edificio de Jurassic Park, el paisaje de la isla Nublar- sino que lo cita continuamente en sus temas originales, ya sea mediante un acorde introductorio o una pequeña nota. La música nos da de nuevo la bienvenida, esta vez, a Jurassic World, donde el sueño de Hammond por fin se ha cumplido.
Spielberg no ha reparado en gastos. Bayona es un soñador nato. Giacchino, el más cercano sucesor de John Williams… ¿Seguirá el tema abriéndose camino? Yo solo espero que nunca se extinga.
Por cierto… mirad como patinaba Tonya Harding en el 94 al ritmo de este gran tema…XD