Recuerdos de un verano autobiográfico en pleno otoño casi invernal.
Parece que no cuenta nada, pero lo cuenta todo. Mientras el tiempo pasa, vemos pasar la vida. Entre juegos y cosas del día a día, como improvisados o salidos de la misma cotidianidad. Con la mirada de una niña y el aprendizaje de una pequeña e infantil madurez que debe de surgir por fuerza. Ni rápida ni lenta. A su justo ritmo, y en el color adecuado, el de 1993.
No busques el guión, porque viene solo. No busques más allá de lo que ves, porque es eso, y nada más. Busca en los juegos de las niñas -tan pequeñas y tan increíblemente fantásticas que superan a los mayores-. Busca en sus frases y sus reacciones –tan geniales como ellas-. Busca en eso que no se dice. Busca, como la cámara a los ojos de Frida. Busca ahí adentro. Atentamente pero sin más pretensiones que la clara y sincera realidad. Y al final acabarás encontrando el secreto de la felicidad. Tan simple y llanamente. Tan bien contado. Que ni te darás cuenta. Acabarás adorando hasta el fundido en negro final.
VERANO 1993, “ESTIU 1993” (2017)
Director: Carla Simón
Reparto: Laia Artigas, Bruna Cusí, David Verdaguer, Paula Robles, Paula Blanco, Etna Campillo, Jordi Figueras, Dolores Fortis, Titón Frauca, Cristina Matas, Berta Pipó, Quimet Pla, Fermí Reixach, Isabel Rocatti, Montse Sanz, Tere Solà, Josep Torrent
Género: Drama, infancia
Duración: 97 minutos
Valoración: 7.5 / 10
Crítica de «Murillo, el último viaje»
Por si algún sevillano no se había enterado todavía, el 2018 es el año Murillo. Y por si no fuera suficiente con el bombardeo de publicidad –buena y mala al 50%-, prepárense, porque nos llega un documental, cuya difusión ya ha es el remate de la difusión. El bombazo mayor del bombardeo.
Con la consigna de “no defraudar a los expertos y no aburrir a los profanos”, el director José Manuel Gómez Vidal y el productor Bernabé Rico, se han rodeado de un buen catálogo de expertos internacionales para dar a conocer al Murillo desconocido. Grandes expectativas, promesas de rigor científico y de grandes descubrimientos, un gran recorrido por la obra, que no vida, de un pintor más sevillano que Sevilla, que se ha quedado grabado en las conciencias como un artista empalagoso y dulce. Y todo ello con un “enganche emocional”, al a vez “MacGuffin”, como es regreso del cuadro “Niño espulgándose” al Louvre, tras su estancia en Sevilla para la exposición Murillo-Velázquez del Hospital de los Venerables.
¿Y qué nos encontramos?
Un “enganche” que ni es enganche y mucho menos Macguffin –porque para eso tiene que haber un algo de suspense o misterio-. Que ni enlaza ni escribe un argumento convincente y claro. Y que se queda en una simple anécdota a la que se le da más importancia que la que tiene –porque no, la gente no fue a la exposición para ver especialmente esa obra-.
Planos desenfocados. Porque no hay recurso técnico que consiga enfocar en condiciones las postrimerías de Valdés Leal… planos que parecen sacados de pantallas de power point. Cartelitos del mismo estilo, que no saben cuando salir y cuando no, que se repiten o se omiten como les viene en gana, dando –injustamente- más importancia a unos especialistas que a otros. Planos que incluyen extintores en el encuadre, porque ¡Malditos! Están por todas partes y las salas de los museos son limitadas…
Un sonido que a veces da la sensación de que tienes dos televisores encendidos, en el mismo canal y en habitaciones contiguas.
Y por último, y no menos importante, un desorden un poco caótico que no sigue un hilo conductor -ahora se habla de esto y ahora de lo otro, y ahora de otra cosa totalmente diferente, descontextualizada del resto, y sin decir porqué-, y que en ningún momento desvela ese “otro Murillo” que tanto presumían rescatar.
Conclusión: en una clase de Enrique Valdivieso –el mejor, sin duda, de los expertos que aportan testimonio, junto con el anticuario- me lo paso mejor, y aprendo más. Comprobado científicamente, por experiencia. Aunque tengo que reconocer que el arte está necesitado de iniciativas como esta. Pero aún queda mucho camino por recorrer, más que el del cuadro de Murillo.
MURILLO, EL ÚLTIMO VIAJE
Director: José Manuel Gómez Vidal
Género: documental
Duración: 69 minutos.
Valoración: 5 / 10
Y ya solo queda un viaje más.