Gran Premio del Jurado en Venecia. Tsai Ming-Liang regresa al tono de Good Bye Dragon Inn o The River en este viaje por los recovecos de un Taipei apocalíptico de incierto y apasionante destino. Un hombre (Lee Kang-Sheng) al que acaba de dejar su mujer trabaja sujetando un anuncio junto a una autopista, y duerme en un contenedor vacío con sus hijos (que pasan el día en un supermercado probando muestras de comida). Hasta que una mujer que se desdobla y una impresionante casa abandonada entran en escena, en un film de poderosa estética y medida tensión actoral y dramática.
Ese texto que veis arriba resaltado con color amarillo, es la información con la que el SEFF (Sevilla European Film Festival / Festival de Cine Europeo de Sevilla) nos invitaba a asistir a la película de Tasi Ming-Liang a la que le dedico este post, y como veis, en principio, dicha sinopsis, no tiene demasiada mala pinta, pero lamentablemente, lo que nos encontramos al asistir al pase del festival fue algo muy diferente.
Lejos de tratarse de un film asiático salvaje y dinámico como los que estamos acostumbrados a recibir (en su mayoría) durante los últimos años, “Stray Dogs” es un film eterno que según comentaban algunos “asistentes” está dirigido exclusivamente a “cuatro entendidos en cine”, pero que la verdad, a mí, y lo digo como lo siento, me ha parecido una tomadura de pelo enorme.
El padre protagonista, y los dos pequeños que tiene a su cargo… quienes se pasan el día dando vueltas por la ciudad mientras que el trabaja. |
Filmada enteramente con planos fijos, la cinta me resulto exasperante y aburrida, ya que lejos de mostrar algún tipo de interacción o conflicto entre personajes, su objetivo me parecía mas bien un experimento para probar cuanta gente era capaz de aguantar los 138 largos minutos que dura, y en los cuales, a pesar de que aguante estoicamente viendo como el personal iba abandonando la sala a la espera de un giro o sorpresa final, lo más destacado que puedo decir del film, es que consiguió abrirme el apetito al ver comer a los protagonistas.
Entre las interminables escenas grabadas encontramos curiosos retratos del estilo de vida de Taipéi, escenas de cómo la gente trabaja durante largas horas (y esa sensación la consigue mostrándonos a dos “sujeta carteles” durante más de 20 minutos mientras el trafico y la lluvia los acompañan) en condiciones lamentables para no poder permitirse vivir de una forma medio digna, teniendo que recurrir a los baños públicos para cubrir necesidades básicas de higiene, o acomodándose como pueden en edificios abandonados o sitios peores.
Gracias a la sinopsis, vemos que esta mujer es la madre de los niños, pero en ciertos momentos, no nos quedo tan claro |
Los momentos más divertidos, y esto es mucho decir, los protagonizan los dos niños que intervienen en el film, a los cuales, a pesar de la dificultad de su situación, los vemos vivir con bastante alegría y conformismo ante una realidad que curiosamente no se aleja demasiado de lo que podremos llegar a encontrarnos en unos años en nuestro país de no cambiar la actual situación de crisis económica.
Pese a que intento sacarle cosas buenas (la fotografía y la calidad de imagen es innegable), no recomendaría a nadie que la viera, y aunque tras casi 24 horas de verla entiendo parte de su crítica social, y de la forma en que retratan el día a día de una familia con problemas, creo que habría diez mil millones de formas de haber hecho la historia menos aburrida sin llegar a tener que poner a prueba a los espectadores de forma tan tediosa… y si no me creéis, echadle un vistazo al siguiente clip, y multiplicad su efecto por el tiempo real que dura la película.