Crítica de Lemans 66: La rivalidad entre Ford y Ferrari llega a los cines

Crítica de Lemans 66

El director James Mangold, responsable de las dos últimas entregas de Lobezno, y de otras cintas como “En la cuerda floja” o “Inocencia Interrumpida” regresa a la pantalla grande con Le Mans 66, un relato épico sobre el mundo del motor.

Esta película nos narra los acontecimientos que tuvieron lugar en 1966 para la nueva carrera de las 24 horas en Le Mans. En aquél momento, Ferrari era imbatible. La Ford atravesaba un período convulso, no remontaban las ventas y tenían dificultades para llamar la atención del público, por lo que, a uno de sus ejecutivos, Lee Iacocca (John Bernthal) se le ocurrió competir con Ferrari en las carreras de velocidad. Ford quería construir el coche definitivo, aquél que fuese capaz de barrer a Ferrari. Este es el comienzo del relato de la película, basada en hechos reales, y que responde a un modelo académico que tanto gusta en los Oscar. Desde luego no sería de extrañar encontrarnos esta cinta compitiendo en la próxima edición, incluso a sus dos actores protagonistas, gracias a los cuales, la película cobra vida y adquiere magia.

Christian Bale y Matt Damon en Lemans 66
Christian Bale y Matt Damon en Lemans 66

Porque Christian Bale y Matt Damon en sus respectivos papeles de Ken Miles y Carrol Shelby son el motor del film. Su química, la amistad, la lealtad que transmiten y especialmente el mensaje que trasladan al espectador son realmente destacables. Cuando alguien pregunte ¿De qué va esta película? La respuesta no es de carreras de coches. Porque sí, las escenas de las carreras son espectaculares, las mejores que se han visto en el cine en mucho tiempo, la esencia de Lemans 66 va hacia el don, la pasión. El propio Shelby lo describe bien en un momento de la cinta:

“Mi padre me dijo que el hombre más afortunado es aquél que tiene una pasión, porque nunca tendrá que ir a trabajar”

La pasión nos da entusiasmo, esa fuerza que nos impulsa a levantarnos todos los días para salir al mundo. No nos guiemos por el beneficio, ni por los comités ni los departamentos de marketing, porque el dinero no puede comprarlo todo. La pasión es lo que marca la diferencia y es lo que puede darnos la victoria. Es lo que nos puede llevar por la senda de la felicidad. Un bonito mensaje para estos tiempos deshumanizados. Lemans 66 es eso, pura humanidad, pura emoción.

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