Crítica de Dolor y Dinero (Pain & Gain): Una de ladrones

Dolor y Dinero (Pain & Gain)
¿Qué se puede decir de tres tipos que buscan conseguir el sueño americano (dinero, mujeres y gloria a su entender) en base al reducido cacahuete que tienen por cerebro?
Pues para empezar que te van a dar muchas risotadas al ver su torpe periplo para lograr el objetivo y con su consecuente humor negro al cometer crímenes de toda índole que bien pudieron evitar si hubieran contado con un poco de perspicacia.
“Daniel Lugo” (Mark Wahlberg) es un culturista que está harto de su situación financiera. Con un trabajo de medio pelo como instructor personal (donde afirma que la condición física lo es todo), “Lugo” busca ascender en su torcida escala de valores, es decir, tener mucho dinero, muchas mujeres y disfrutar del placer que ello le propocionaría, y ya de paso, convertirse en celebridad de su entorno (en este caso la Ciudad de Miami).
Crítica de Dolor y Dinero (Pain & Gain): Una de ladrones
Mackie y Wahlberg
“Lugo” cuenta con tan poco potencial intelectual que cree que con sólo desear las cosas puede obtenerlas. Tanto es así, que asiste a los seminarios de autoayuda de “Johnny Wu” (Ken Jeong), especialista en la materia que se convierte en su gurú. Nuestro personaje principal es una mente susceptible que se deja envolver por frases como “Get off your lazy american ass” (algo así como “Mueve tu flojo trasero estadunidense”) y “soy un emprendedor, no un negador”; que en un principio no suenan mal, pero ante su reducido análisis cognitivo, tuerce los conceptos para convertirlos en vehículos que lo llevarán a la desgracia personal. Con ese mal entender de las cosas, tiene como sus héroes a personajes como “Rocky”, “Tony Montana” y “Michael Corleone”.
A “Rocky” lo tiene por la fuerza de sus músculos; a “Tony Montana” por la agresividad con que consigue sus objetivos; y a “Michael Corleone” por el intelecto con que desarrolla sus fechorías. Sin embargo, no cuenta con la bondad del primero, ni con la idea de poder absoluto del segundo (“The World is yours”, recordemos) y menos con la grandilocuencia del tercero.
Así, “Daniel Lugo” forja su chata idea de las cosas, y por si fuera poco, se hace acompañar por dos tipos aún más zopencos e influenciables que él:
Crítica de Dolor y Dinero (Pain & Gain): Una de ladrones
Una estampa que retrata la palurdez de estos tipos.
“Adrian Loorbal” (Anthony Mackie) y “Paul Doyle” (Dwayne Johnson). El primero, también amante del “fitness”, es adorador de las artes marciales y de las mujeres de líneas robustas (o sea le gustan “las gorditas”) y el segundo, un redimido ex-presidiario recién convertido a cristiano, quien también cuenta con una buena cantidad de músculos hipertrofiados.
Su objeto del deseo es “Victor Kershaw” (Tony Shalhoub), millonario mitad colombiano, mitad judío, que asiste al gimnasio “Sun Gym”, donde trabaja “Daniel”. Éste se convierte en su entrenador personal y “Kershaw” comete el error de alardear de sus posesiones, por lo que el espíritu de hampón oportunista de “Lugo” se hace presente.
Basado en las premisas de su maestro “Johnny Wu” que son: 1.- Fija una meta, 2.- Elabora un plan y 3.- ¡Ponte a trabajar!; “Lugo” las trastoca y piensa: “1.- Busca a alguien con dinero, 2.- Quítaselo y 3.- Haz de Estados Unidos un mejor lugar, pues yo ya soy feliz”. ¡ Vaya palurdo !.
Michael Bay afina bien a estos personajes con la elección de sus tres actores principales: Wahlberg, Johnson y Mackie, quienes difícilmente conseguirán grandes glorias actorales en su porvenir (aunque Mark podría dar la sorpresa en un futuro, pues es innegable el tesón que ha puesto en los últimos años), más que nada están ahí para representar fielmente las características de sus papeles correspondientes: aspiraciones combinadas con poca pericia para alcanzar los objetivos.

Crítica de Dolor y Dinero (Pain & Gain): Una de ladrones
(Cabe recordar que Michael Bay se basó en una historia real de sucesos ocurridos en Miami, entre octubre de 1994 y junio de 1995; caso que se conoció como “La Banda del Sun Gym”).
Director de películas como “La Roca” y “Armageddon”, Michael Bay es sin duda un buen narrador de historias, pues no te suelta en ningún momento, ya que el ritmo acelerado del film se sostiene a lo largo de 129 minutos. Bay, con inusual habilidad refleja en pantalla las incidencias en que se ven envueltos los tres protagonistas, como esa pertubadora escena (aquí sí no cupo el humor negro) donde “Daniel” asesina a “Frank Griga” (pornográfo de Miami) con los discos de las pesas destrozándole la cabeza por completo, tan sólo por decirle que no era un profesional de los negocios, sino simplemente un amateur. Aquí yace un signo que caracteriza a “Lugo”: su intolerancia a la frase “eres un amateur”. Nada como eso para apagar sus pocas luces intelectuales y dar rienda suelta a sus instintos de “killer”.
Michael Bay ha logrado un producto que lo podría llevar por nuevos derroteros y alejarlo de sus efectistas superproducciones, y convertirlo, tal vez, en un director de mayores alcances.
Esta película se suma ahora a The Bling Ring (por ser las más recientes y cada una, claro, en el estilo de sus respectivos directores); ¿a qué me refiero con lo anterior?, a que si la segunda es “Gang Band” pionera de la generación Facebook en la cinematografía internacional, a la primera bien la podemos catalogar como “Gang Band Very Stupid” de la generación Post-Grunge.

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