Ni de alegría ni de tristeza es la expresión de Roberto Álamo. Ni el recurso más infalible del efecto Kuleshov conseguiría extraer una gota de emoción a una cara que no puede calificarse ni de póker, no de alegría ni de tristeza. Y el actor se considera un tío “bastante blandito y emocional”. Y yo me pregunto ¿Cómo es posible entonces? Y el actor dice que “fue un trabajo complicado, como todos los que tienen chicha”. Y yo me pregunto ¿Si esto no es lo más complicado, hasta dónde puede llegar? Y el actor actúa. Y yo me quedo impresionada, poniendo cara de póker, ni de alegría, ni de tristeza.
¿Qué puede ocurrirle a un bombero -a un héroe, a un hombre de gran fortaleza mental- para que deje de reconocer las emociones? ¿Cuándo intenta continuar pero no es capaz de empatizar con las víctimas? ¿Qué le ocurre a un padre que no siente? ¿A un hijo que no recibe emoción? A Ibon Cormenzana se le ocurrió una película donde todo ocurre entre la alegría, la tristeza, y ninguna de las dos.
El contraste entre la carencia-falta y la normalidad-exceso, entre la inexpresividad y la expresividad –espontánea y extrema-, juegan un doble papel que encuentra un lazo de unión en la relación padre-hijo. Alrededor, el héroe desmitificado, el profesional cuestionado, la juventud –sufridora y sanadora al mismo tiempo-, el futuro y el universo, donde la emoción terminará cobrando sentido.
Mucha alegría y tristeza es lo que sentiremos en una película en la que hasta el título se queda corto en emociones –las otras dos se descartaron para no llenarlo de palabras negativas-. ¿Se puede sentir donde no hay? Nunca es mal momento para revisar Del Revés y entender un poco mejor nuestras emociones. Cuanto bien ha hecho Pixar al mundo. Cuanta alegría y tristeza.
ALEGRÍA TRISTEZA (2018)
Director: Ibon Cormenzana
Reparto: Roberto Álamo, Maggie Civantos, Claudia Placer, Manuela Vellés, Pedro Casablanc, Carlos Bardem, Andrés Gertrudix
Género: Drama
Duración: 98 min