Continuamos poniéndonos al día tras las vacaciones de nuestro compañero J.J. y ahora, como en anteriores semanas (pero con un pelín de retraso), os dejamos con la reseña del cuarto capítulo de la séptima y última temporada de True Blood en el que nos indican que la muerte no es el final.
Parece que los responsables de la serie consideran esta última temporada como un fin de fiesta y no quieren renunciar a la aparición, aunque sea de forma breve, de aquellos personajes que se han ganado de un modo u otro un rincón en el corazón de los seguidores, ya sea en forma de flashback, como es el caso de los primeros representantes de la autoridad, o como presencia del más allá portadora de algún tipo de mensaje, caso de Tara o Terry en este capítulo.
El prólogo nos muestra a los hermanos Stackhouse en una conversación en paralelo con dos allegados de bajas recientes. Por un lado tenemos el cameo del señor Hervaux, padre de Alcide, un gran Robert Patrick completamente desaprovechado, pero si hay un retorno que se agradece es el del tierno e inocente Hoyt, apartado desde el final de la cuarta temporada. Ambos han prometido volver a Bon Temps a despedirse de su hijo y madre, respectivamente, así que puede ser que no sea la última vez que los veamos.
Como ya intuíamos al final del episodio anterior, con el rescate de
Holly se precipitan los acontecimientos. Pero aún así, se hace necesaria una escena en la que una
Sookie proactiva usa sus poderes para devolverle la memoria a una
Holly traumatizada y llegar a la conclusión de que el escondrijo de los vampiros infectados está en el
Fangstasia. Se ve que les faltaba algo de trama para cuadrar los tiempos del capítulo.
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Lafayette se presta a ayudar a Jessica |
Además, Jessica requiere de sangre humana para recuperarse de la herida de bala sufrida, pero debido al complejo de culpa que arrastra desde el asunto de las hijas de Bellefleur rechaza la ayuda de James, Bill y Sookie, por ese orden, siendo Lafayette el que finalmente consigue convencerla, a través de una confesión que consigue acercarlo aún más al cada vez menos novio de Jessica. Sí, todos nos hemos fijado en las emotivas miraditas que le echaba al torturado cocinero.
En este particular universo, después de que medio pueblo se dedique a tirotear a la otra mitad, se levantan por la mañana como si no hubiese pasado nada, pelillos a la mar. En este marco, Sam y Jason, van a dar el pésame a Rosie, una de las lugareñas que participó en el motín. El motivo es la muerte de su marido Kevin a manos de los vampiros acosadores. El nuevo alcalde y el oficial tienen buenas intenciones, pero lo único que conseguirán a la postre es poner sobre aviso a las patrullas callejeras de la localización del nido de vampiros, lo que complicará bastante la batalla final.
Al caer la noche, el grupo de rescate de
Nicole y Arlene es bastante escaso, parece que los vampiros sanos han caído en la cuenta de que no está el horno para bollos y han decidido dejar los heroísmos para los más allegados a los protagonistas.
James, Bill, Violet, Jessica y apenas un par más se ofrecen a ayudar a
Sookie, Jason y Sam, pero entonces se presentan
Eric y Pam en busca de
Willa y después de unos minutos cariñosos llenos de melancolía entre
Northman y la camarera telépata, el vampiro no puede negarse a echar una mano.
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Sam y Jason en funciones publicas para el pueblod e Bon Temp |
Por cierto, que el flashback que cubre desde 1986 hasta el 2006 y que muestra la evolución del Fangtasia de videoclub a club nocturno no tendría demasiados problemas en ganarse un puesto en la lista de los diez mejores momentos de la serie. El VHS, el video para adultos, el laser disc, el DVD y las canciones de Garbage acompañan a los estilismos imposibles de Pam y Eric, además de introducir al personaje de Ginger como un vértice más y darle su importancia en el aspecto final del particular garito.
El grupo de Sookie accede a los sótanos del Fangtasia por unos túneles construidos durante la guerra civil del que se nos pone en conocimiento oportunamente, pero llegan un segundo tarde de sacar a Arlene, siguiente plato de los vampiros. Bill, Eric y Sookie dan el pistoletazo de salida al ataque en el mismo momento que escoge Rosie y sus colegas para incendiar el bar, ya es casualidad.
El fuego traslada el escenario de la guerra entre vampiros al exterior y Sookie lucha por mantener con vida a Arlene, lo que logra finalmente dándole sangre de vampiro, mientras ésta tiene una emotiva visión de Terry que la anima a ser feliz y a seguir viviendo por sus hijos.
Los vampiros infectados han sido eliminados y los amigos de
Sookie rescatados, rematando la trama de una forma más entretenida y mejor hecha de lo que esperaba, la verdad, de forma que podemos pasar página y encarar otras historias.
Sarah Nowlin y la corporación
Yokonomo ya se otean en el horizonte.
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El videoclub Fangtasia |