La primera incursión de Sitges en el gore (Crónica día 2)

La segunda jornada del Festival de Sitges arrancó ayer con la proyección dentro de la sección oficial de la película chilena ‘Magic, magic’, que cuenta la historia de una joven norteamericana que, durante un viaje al sur de Chile y debido al insomnio que padece, comienza a perder sus facultades mentales. Sus amigos, incapaces de ayudarla, recurren a la tradición y sabiduría de los aborígenes mapuches para tratar de salvarla de sí misma. En el filme dirigido por Sebastián Silva, tanto la idea como la evolución que sufre el personaje principal -interpretado brillantemente por Juno Temple– resultan acertados, pero la trama no se sostiene en la duración de un largometraje. Sus 97 minutos son excesivos, al no contar la película con historias secundarias que oxigenen el ritmo. El espectador es testigo directo de cómo el personaje protagonista va cayendo poco a poco en la locura de verse atacado tanto por el mundo como por aquellos que lo rodean, pero la expectación por conocer el final se diluye con el paso de los minutos. Demasiada profundidad en intentar trasladar al público las causas y las consecuencias de su locura para una historia que no llega más allá.
No obstante, el plato fuerte del día de ayer fue sin duda la primera incursión seria del certamen catalán en el mundo gore. Lleno absoluto para presenciar el último trabajo de Eli Roth -director de la saga Hostel o de Cabin fever-, que con ‘The green inferno’ acercó el sabor de la mítica “Holocausto canibal” a los aficionados a este género que se acercaron al auditorio principal de la localidad barcelonesa. El filme del cineasta estadounidense reúne todas las características de una película gore, con abundante sangre e incontables desmembramientos. La historia, además, no adolece de cierta ironía: un grupo de estudiantes universitarios viaja a Perú para detener una deforestación en una zona del Amazonas que alberga a una tribu que no ha tenido contacto con la civilización; sin embargo, tras detener el avance de las excavadoras y en el viaje triunfal de regreso, su avión se estrella y los supervivientes son atrapados precisamente por estos indígenas, que resultan ser caníbales.
Como punto negativo -dentro de lo que se puede esperar en una obra gore- destaca el pésimo trabajo de sus actores principales, sobre todo del personaje protagonista masculino, encarnado por Ariel Levy, aunque la modelo chilena Lorenza Izzo -en la que recae el peso del filme- pueda salvarse tímidamente de la quema. También escaman algunos toques de humor demasiado burdos incluso para el propio género, que se presta como ninguno para contener chistes soeces y en ocasiones carentes de gracia. Punto positivo en cambio para su fotografía, una vez que la historia llega al Amazonas, aunque no hubiera estado de más dar una vuelta de tuerca en la reconstrucción del poblado indígena, ya que sus casas parecían prefabricadas. A pesar de todo esto, la película da al espectador lo que este ha ido a buscar: cuerpos empalados y decapitaciones. Como si no nos conociéramos…

También se pudo ver ayer dentro del festival ‘The jungle‘, un largometraje australiano rodado cámara en mano como un falso documental sobre un amante de los leopardos que viaja a Indonesia junto con su hermano para, con la ayuda de dos nativos, adentrarse en la selva y captar imágenes de estos grandes felinos. Sin embargo, la muerte acecha entre la maleza en la forma de una especie de hombre lobo que, finalmente, dará caza al grupo. Andrew Traucki firma este filme que, amparado por el hecho de no disponer de presupuesto, emplea el 98% de los 84 minutos que dura su metraje en tratar de generar tensión con imágenes en visión nocturna de movimientos en la selva, lo que lleva a un aburrimiento al que sólo puede combatir el apostar cuándo aparecerá el monstruo en cuestión y decidirá el final de la trama. Les adelantó el resultado y así les ahorró 80 minutos de sus vidas, que pueden aprovechar para algo igual de provechoso, como leerse los avisos legales que aceptamos al realizar cualquier registro en internet. El monstruo sólo aparece en los dos últimos segundos, poniendo fin a las vidas de los protagonistas -como si alguno de ustedes no lo supiera ya- y cumpliendo de este modo los deseos del público, que ha pasado la última hora aguardando con genuino interés ese momento.

Menos mal que Johnny To acudió al rescate con su ‘Blind detective’, un thriller aderezado con comedia sobre un detective ciego que resuelve casos antiguos imaginándose qué pensaron y sintieron las víctimas y asesinos durante los crímenes. Con un humor muy bien desarrollado, el director japonés -conocido por filmes como las dos partes de Election– borda la trama con la creación de dos personajes que se prestan a la perfección para este cometido: un detective inteligente, y habilidoso y torpe al mismo tiempo, junto con una agente de policía experta en lucha cuerpo a cuerpo y tiro, pero sin la capacidad mental necesaria para desenmarañar los casos y detener a los asesinos. 
Envuelta también en una historia de amor, el ritmo ganaría mucha más velocidad con un recorte de metraje, pero la película mantiene el interés hasta el final y uno no se queda con la sensación de que le han robado dos horas de su vida cuando aparecen los créditos finales.

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2 respuestas

  1. Buaf! qué ganas tengo de ver The Green Inferno. Lástima que Sitges quede a tomar por culo desde donde vivo (Málaga).
    Por cierto, un apunte: ese trailer es falso.
    Y hablando del trailer, ya podrían ir haciendo público material oficial. Pósters, trailers o algo! Me resulta extraño que estando ya moviéndose por festivales no haya ni un miserable póster.

  2. Dr.Gonzo: Es el trailer que he encontrado, me ha pasado igual que a ti… y si yo tambien tengo ganas de ver algo asi… pero viviendo en Sevilla lo tengo complicado… sobretodo por mi malograda economia

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