Sería muy fácil decir que Desencanto desencanta, así que no voy a decirlo. Entre otras cosas porque no desencanta. Tampoco encanta –ni canta-, pero tiene un encanto peculiar, heredero directo de la casa Groening, cuyo linaje es el de los nobles caballeros de la animación televisiva para adultos.
Puede que los primeros episodios no pasen a los anales de la historia –¿A alguien le gustan los primeros de Los Simpson?-. Que nadie recuerde con emoción los inicios de la cruzada medieval de la princesa de paletas conejiles. No creo que se compongan cantares de gesta en su honor. Pero algún día, no sé cuan lejano, presumiremos de haber sido testigos del primer encuentro de Bean, Luci y Elfo. Aún es pronto para saberlo. Quizás la peluca pelirroja de Fry, desde la estantería de una de las habitaciones del castillo, nos esté revelando el futuro.
Si fuimos capaces de querer a Bender, estoy convencida de que todos acabaremos adorando al pequeño demonio de compañía y a la criaturilla verde de los bosques. Tiempo al tiempo.
Y no solo eso, sino que entre las partituras que rondarán por nuestra mente, y que llenarán los artefactos electrónicos del futuro, seguro que habrá un sitio para el tema principal de Mark Mothersbaugh. Para él y para sus variaciones finales. Como lo habrá para siempre para el inmortal tema de Danny Elfman, y como el que hay para las campanitas de Futurama. Y al final, todos volveremos a la Edad Media. Porque la historia siempre se repite. Podemos matar a Moe, pero no nos precipitemos a matar a Desencanto antes de que nos encante.
Valoración: 6.5 / 10
(DES)ENCANTO, “DISENCHANTMENT” (2018)
Creador: Matt Groening
Género: Animación, fantasía, Edad Media, parodia
Duración: Temp. 1: 10 capítulos de 25 min.
