El doble de acción Lin Oeding (El caballero oscuro, Origen) se pone tras las cámaras en esta ópera prima de acción pura, en la que se establece una tendencia: los especialistas del género que hacen las escenas más peligrosas, se reciclan como directores para dar lecciones de cómo se hacen películas de acción sin necesidad de introducir planos digitales ni tantos efectos especiales. Chad Stahleski con John Wick, Sam Hargrave con la reciente Tyler Rake de Netflix, y ahora Oeding. Todos tienen una cosa en común: han comenzado su andadura en las plataformas, al margen de las salas grandes. ¿Está el cine de acción tradicional condenado a la pequeña pantalla?
Joe Braven (Jason Momoa) tiene una pequeña empresa maderera y lleva una vida tranquila con su familia en un pueblo de Alaska donde la nieve es inclemente y enfría el carácter de los lugareños.
Uno de sus empleados, que tiene difícil llegar a final de mes, se mete en un turbio negocio de drogas. Una noche, mientras la transporta, su camión sufre una avería y deben esconder la cocaína en un lugar seguro hasta que el jefe de la banda llegue al día siguiente. La casualidad, o no, hace que la droga acabe oculta en una cabaña propiedad de Braven, quien viajará a ella al día siguiente con su padre, un anciano que está sufriendo los primeros síntomas del alzheimer. El lugar equivocado en el momento más inoportuno desencadena la acción.
Stephen Lang comparte protagonismo con Momoa en esta cinta |
Esta película tiene menos medios que las anteriormente mencionadas, pero sin duda supone un buen producto de entretenimiento. Está disponible en Filmin y distribuida por la española Avalon. El director aprovecha muy bien todo lo que tiene a su alrededor para crear una cinta de persecuciones constantes y pocos duelos cuerpo a cuerpo, rodeados de un paisaje salvaje convertido en aliado del protagonista. Nieve, grandes bosques, muchas montañas y un mar embravecido. Un Jason Momoa que además de actuar, produce la cinta, creando un vehículo de lucimiento para sí mismo como héroe de acción, buscando su hueco en un género que cada vez está más entregado al espectáculo pirotécnico en vez de al trabajo más puramente artesanal.
La cámara no emite grandes alardes, ni utiliza técnicas innovadoras de ningún tipo. Se mantiene firme, usa sobre todo primeros planos para destacar las emociones de los personajes, y hay abundancia de ese paisaje abierto, blanquecino y rocoso, que al mismo tiempo es una atmósfera asfixiante. Un paisaje que podría ser idílico pero que encierra secretos sangrientos. Braven es una propuesta entretenida y, al mismo tiempo, muy interesante sobre los lazos familiares y cómo sufrimos al observar la decrepitud de un ser querido. Espero que la disfrutéis.