Crítica de ‘La Isla Mínima’, otro exitoso thriller español para callar bocas

El realizador sevillano Alberto Rodríguez presenta el próximo viernes 26 de septiembre un nuevo thriller que no dejara impasible a nadie y en el que, transportándonos al principio de los ochenta, nos ofrece una historia escalofriante que guarda ciertos paralelismos con éxitos recientes como la serie True Detective de HBO.
Crítica de "La Isla Mínima"
La calidad del cine realizado en España sigue quedando patente gracias a la labor de unos cuantos realizadores que llevan años ofreciendo trabajos de calidad a un público cada vez más exigente, y en el caso de Alberto Rodríguez, tras acertar de forma masiva con excelentes títulos como ‘7 Vírgenes’ (2005) o ‘Grupo 7’, regresa a las localizaciones sevillanas para ofrecernos una historia magistralmente dirigida y que pondrá los pelos de punta a más de uno.
‘La isla mínima’ nos presenta a Raúl Arévalo (Primos) y Javier Gutiérrez (2 Francos, 40 pesetas) como una pareja de policías madrileños a los que por diferentes motivos (una carta incomoda y el cambio de régimen, respectivamente) acaban destinando a un pueblo de mala muerte, situado en el entorno del rio Guadalquivir, en el que han desaparecido dos adolescentes.
Ambientado en los primeros años tras la transición (y poco antes del fallido intento de golpe de estado de Tejero), el pequeño pueblo que nos presentan aún esta habituándose a los procesos que cambiaron España, y es por ello que padece los ecos de una época en la que la imposición franquista aún resuena en los corazones de muchos.
Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez llevan todo el peso en este magnífico thriller
En dicho entorno, la pareja protagonista (en la que uno representa a los policías del nuevo régimen, y el otro a un miembro de los cuerpos de la ley anteriores al cambio) ira indagando sobre la muerte de las hijas del barquero de la zona (un Antonio de la Torre con un papel menor, pero igualmente bien interpretado) y como ese suceso está directamente conectado con otras desapariciones que irán descubriendo en su particular investigación.
Con un magistral trabajo de documentación sobre esta época convulsa, ‘La isla mínima’ ofrece un retrato impecable de la España profunda y alejada de las grandes urbes en la cual, podemos observar diferentes elementos como la explotación laboral, la diferencia de clases e incluso la “mediatización de crímenes” que más de treinta años después siguen patentes en nuestra sociedad.
El trabajo de producción para trasladarnos a la época cuida todos los detalles, y además de usar escenarios ideales para ello (el film esta rodado en sitios que me son muy familiares, como los canales de los Palacios y Villafranca, o diferentes cortijos de la provincia, e incluso escenarios de mi ciudad, Dos Hermanas), el atrezo hace que nada despunte en una recreación de época que sigue demostrando que nuestro país es una verdadera potencia a la hora de poner en marcha la magia del cine para trasportarnos en el tiempo, algo que hemos visto en otros títulos protagonizados por el tándem Arévalo / Gutiérrez en series como ‘Águila Roja’, ‘El Tiempo entre costuras’, o la más que clásica ‘Cuéntame’.
Los personajes de Antonio de la Torre y Nerea Barros junto a un enorme Javier Gutiérrez
Hipnotizados con esa magia que nos transporta a otra época, disfrutando de planos aéreos espectaculares y unas interpretaciones en las que ningún dialogo es casual, vamos metiéndonos de lleno en una historia cuya tensión va creciendo a un ritmo espectacular y en la cual, sin prisa pero sin pausa, se nos ofrece una trama que supera con creces a las vistas infinidad de veces en cintas norteamericanas de genero detectivesco a las que ‘La isla mínima’ no tienen nada que envidiar y de las que me atrevería a decir que incluso ofrece lecciones para muchos realizadores extranjeros a los que una gran mayoría de españoles ponen en un pedestal sin haber visto títulos como los que últimamente pueblan la piel de toro.
Dura (a mí me dejo bastante mal cuerpo, pese a no ser un título que abusa de la sangre), con mensaje (el tema de las concesiones realizadas por unos y otros en la transición están muy presentes como demuestra la frase del juez del lugar al esgrimir “Este ya es otro país”), repleta de curiosidades históricas que llaman la atención pese a no estar muy alejadas en el tiempo (la forma de “pinchar teléfonos” no tiene precio, al igual que la técnica para saber a qué número se llama en pleno boom de la telefonía “analógica”) y con un equipo que lo borda (y en el que no hay que olvidar las estupendas interpretaciones de Manolo Solo y Salvador Reina como un periodista que ofrece una sorpresa genial al final del film y un habitante del pueblo que presta una ayuda imprescindible a los detectives madrileño), no puedo hacer más que recomendar “La isla mínima” como el estreno estrella de esta semana en la cartelera, y un título muy a tener (de lo mejor que he visto en cines en lo que va de año) en cuenta en las próximas quinielas de premios de la academia española.

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