Crítica de “POBRES CRIATURAS” (“Poor things”, Yorgos Lanthimos, 2023).

Crítica de Pobres Criaturas
Crítica de Pobres Criaturas

Basada en la novela (1992) del escritor escocés Alasdair Gray, Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973), nos trae este relato alegórico acerca de la vida de “Bella Baxter” (en realidad Victoria McCandless e interpretada en este film por la bellísima Emma Stone), quien es resucitada/reconstruida por el bizarro científico Godwin Baxter (Willem Dafoe), insertando el cerebro del nonato de Bella en la cavidad craneal de ella, creando una nueva figura del mito de Frankenstein noventero del siglo pasado (tal vez en un guiño involuntario hacia “Frankenhooker” de Frank Henenlotter, 1990).

Es un proyecto largamente acariciado por Lanthimos, quien él mismo menciona que había comprometido a Emma para esta producción desde que estaban filmando juntos “La Favorita” (2018); de allí la magnífica actuación que descolla Stone al encarnar este papel nada sencillo y no caer en el ridículo actoral, porque todas las poses, el baile, los tics y los saltos sexuales furiosos se los crees a carta cabal.

El relato de Lanthimos (sin adentrarnos en la cuestión de si Victoria McCandless desaprobó en su totalidad el relato de su esposo, Archibald (Max McCandless en la película o “El Caso del Hombre Omega” interpretado por Ramy Youssef), y retomado por Gray posteriormente) nos lleva por las vicisitudes en la renacida Bella Baxter en su comprensión del mundo que la rodea; un mundo que irá integrando a pasos acelerados a su tierno cerebro, donde la paradoja orgánica de un cerebro muy joven en un cuerpo completamente desarrollado, dará lugar a las delirantes situaciones de Bella y sus allegados (casi como una suerte de sitcom): el guiño convulsivo del ojo ya es marca registrada de este film, además de ese baile cuasibreakdancesco de Bella en la fiesta o la manzana como el instrumento iniciador del placer sexual de la protagonista (otra vez una manzana incitando al deseo carnal).

Mark Ruffallo y Emma Stone en Pobres Criaturas
Mark Ruffallo y Emma Stone en Pobres Criaturas

Sin detenerse, Bella irá desarrollando una independencia de su creador, God (una referencia más), en su toma de decisiones, a la vez, que su dependencia hacia su libido la llevará a embarcarse en una aventura hasta Lisboa con el libidinoso abogado “Duncan Wedderburn” (Mark Ruffalo), quien oportunista, se da cuenta del despertar sexual de Bella y la seduce para llevarla en ese affair portugués donde a la postre, Baxter, haciendo uso de su poder sexual, redirige la relación hombre-mujer en una de mujer-hombre donde ella tendrá la sartén por el mango (sí, en efecto, a “Wedderburn” le saldrá el tiro por la culata).

La postura machista de la época atormentará a “Wedderburn” por el resto del film, donde ese pensamiento de que su ex esté siendo poseída por otros le retuerce el estómago y le taladra el cerebro, exhibiendo que el machismo no ha cambiado mucho desde las épocas victorianas hasta nuestros días.

Bella, por el contrario, se irá convirtiendo en una persona con más sustancia conforme avanza el film, dando rienda suelta al instinto básico de su sexualidad, pero también atenta a alimentar el conocimiento que le dará un nuevo camino que andar, sin dejar de lado sus relaciones personales y sentimentales que tanto atañen a la perspectiva femenina.

Ramy Youssef y Willem Dafoe en Pobres Criaturas
Ramy Youssef y Willem Dafoe en Pobres Criaturas

Bella, desde el lente de Lanthimos, logra erigirse como una figura descollante para la época en que se enmarca esta ficción, dando lugar al exaltado ánimo que puede prevalecer en estos tiempos para la mujer, teniendo en conciencia que la libertad y el privilegio (donde quiera que estos dos se hallen juntos) pueden ser un disfrute para el ejercicio y la consecución de las más altas miras, al igual que para el gozo del hedonismo pleno (“Me niego a quedarme, pero agradezco el halago de querer atraparme”—Bella Baxter).

Yorgos nos da un asombroso espectáculo con el diseño de producción (los decorados del set son alucinantes: “tratamos de abrir la época e insertar elementos que aludiesen a otras épocas, eso permite que sea más como un cuento de hadas”); la fotografía y sus grandes angulares (el fish eye, cuyo objetivo es convertir la toma elegida en una de ángulo amplio, que da la sensación de que la imagen se abre precisamente como si se estuviera viendo a través de la mirada de un pez); el vestuario (el de Bella, relajado y colorido debido al carácter esencial del personaje, pero sin dejar de marcar la época, por ejemplo, con mangas abullonadas); la banda sonora a cargo de Jerskin Fendrix (“me gustan los instrumentos que respiran por sí mismos, lo que parece apropiado para la biomecánica de la película, así que órganos de tubos, gaitas uilleann, mucho aliento y voz sintetizados. Eso fue una gran parte del aspecto textural”); amén de contar con un reparto de primera: Mark Ruffalo, Willem Dafoe, Ramy Youssef, Jerrod Carmichael y obviamente los ojos hambrientos y más salvajes del cine: Emma Stone, quien, en alguna ficción, a la pregunta de por qué eligió este papel tan audaz, respondería como la mismísima Bella Baxter: “fue la confluencia de circunstancias que considero casi como el destino”.

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