Cuando estaba haciendo la primera entrega de Expediente Warren, James Wan se dio cuenta de que tenía un “universo” bastante rico para explorar. Y es entonces cuando surgió la idea de crear una franquicia que ya muchos comparan con Marvel, pero aplicado al cine de terror. Un mundo compartido de personajes secundarios que luego establecen vínculos con la trama principal de las películas del matrimonio de parapsicólogos. Y, La Monja, cinta que vamos a comentar ahora, es una entrega más de este basto mundo particular que cada vez es más amplio y con el que están creando una franquicia de bastante calidad dicho sea de paso.
Podrán gustarnos unas entregas más que otras, pero sin duda, detrás de estos personajes, hay ante todo autores que se preocupan de hacer algo digno y que no se nos olvide fácilmente.
Tras conocer con más detalle las vicisitudes de la muñeca Annabelle en dos entregas para ella solita (Annabelle Creation es realmente terrorífica y angustiosa), ahora le llega el turno a la Monja, el espíritu inhumano al que Ed y Lorraine Warren hacen frente cuando se encuentran investigando el Caso Enfield, uno de los casos paranormales más conocidos del mundo.
Taissa Farmiga |
La Monja que atemorizaba a Lorraine nos cuenta ahora su historia, teniendo que retroceder en el tiempo unos veinte años para encontrar su origen. Bueno, retroceder en el tiempo y viajar a Europa, a Rumanía como hacen el Padre Burke (Demian Bichir) y la hermana Irene (Taissa Farmiga). Viajan por orden del Vaticano a una antigua abadía que tiene, como todos los lugares, una amplia historia, “no siempre encomiable”. En esa abadía, una monja se ha suicidado, presa de un miedo atroz. Algo sucede en esa abadía, alguien pasea entre sus muros…una Monja que no es como las demás.
El relato de La Monja parte como un gran homenaje al terror más clásico, diría que al Drácula de Bram Stoker y luego a las películas de la Hammer. Un terror que posiblemente las nuevas generaciones no comprendan si no son seguidoras del género, y es que el film contiene una atmósfera angustiosa, un nivel de tensión que es bestial, aunque una vez que arranca el festival de sustos, dicha tensión recae un poco.
Hay determinados momentos de homenaje también al terror de serie B y eso se agradece. En realidad, hay algo que agradecer a todo el equipo de James Wan (aquí solo es productor) y es que en cada nueva película, nos proponen el terror de una forma diferente. Con Annabelle Creation experimentaron al más puro estilo hitchcockiano, elemento que hay también en esta de La Monja, pero es que ahora nos adentramos en el relato gótico más clásico con su elemento fantasioso.
Las películas del Universo Warren, al igual que la reciente Hereditary, son cintas que nos revalorizan un género denostado desde siempre y con el que están demostrando que se pueden contar grandes historias. Y tienen algo en común: la huella de un creador, de alguien que tiene fe y cree en que estos monstruos existen, clave fundamental para poder crear en el espectador ese desasosiego de que la Monja puede esperarte en el pasillo más próximo. No tienen grandes facturas ni presupuestos altos, no los necesitan, porque hay un buen guión detrás de ellas, con unos buenos personajes. Sinceramente, espero que los Warren no tarden mucho en volver.