Es noche cerrada en una pequeña aldea de Italia. Año 1987. Una moto pequeña avanza por el camino de tierra hacia la entrada de una humilde granja. En esa moto, hay una figura vestida de negro. Es el padre Gabriele Amorth (Russel Crowe), que ha recibido la apremiante llamada de una familia desesperada, pues uno de sus vástagos asegura ser víctima de una posesión. El Padre Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, tranquiliza a los padres, y a la niña pequeña en la medida de lo posible. Les pide que recen el Padre Nuestro con fe, con decisión, para poder ayudar a su hijo. Tras un breve interrogatorio, Gabriele se da cuenta de que es un leve caso, y enseguida logra expulsar al demonio del cuerpo del chico.
Como bien se dice más adelante, el 98% de los casos, son personas que necesitan ayuda psicológica, pues son gente que padece de trastornos que pueden ser explicados con la ciencia. Pero siempre queda al margen de un 2%. Ese pequeño margen, el Padre Amorth lo define de forma sencilla: el Mal. Y es alrededor de este concepto filosófico, ético, metafísico, del cual va a girar la película que tratamos en este artículo. Dirigida por Julius Avery, y basada en el libro “Memorias de un Exorcista”, la entrevista novelada que le hizo el famoso vaticanista Marco Tossati al Padre Amorth en 2010, la película se centra especialmente en dibujarnos el perfil de este particular sacerdote, cuya Fe no necesitaba defensa, y que pasó toda su vida luchando contra el Demonio y también haciendo mucha pedagogía, y evangelización, acerca de esta cuestión.
Está muy bien leer el libro de Marco Tossati porque ayuda a complementar los aspectos religiosos del guión. Sin duda, la cinta está enmarcada en el subgénero de terror de las posesiones, y hay momentos en los que se rinde homenaje al clásico “El Exorcista”, pero aquí brilla sin duda la figura de Russel Crowe interpretando a Amorth. Crowe le da al personaje un toque personal, lo humaniza, vemos a un Amorth fuerte en apariencia, pero que esconde un profundo drama personal que puede hacer tambalear los cimientos de su Fe. Lo mejor de la película reside precisamente en estos aspectos, cuando el filme se aleja del espectáculo terrorífico habitual y se adentra en otros terrenos, adelantando la posible creación de una franquicia.
El Exorcista del Papa es una película estupenda, puro entretenimiento, que no solo hace las delicias de los aficionados al terror palomitero de sustos sencillos y previsibles, también es resulta interesante para todos los que estén interesados en las cuestiones de fondo, religiosas y ocultistas, del fenómeno de los exorcismos, adornado todo ello con una gran interpretación de Crowe. Espero y deseo que funcione bien y pueda convertirse en un proyecto de futuro.