Han pasado ya más de 8 años desde que John Wick irrumpió en el mundo cinematográfico y lo hizo para quedarse como un enclave importante en el apartado de la acción.
Nos habíamos quedado en épocas recientes con nombres como Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Jean-Claude Van Damme, Bruce Willis y no habíamos encontrado a un genuino sucesor de tales epopeyas hasta que llegó Baba Yaga, el emperador de los sicarios.
Detonando la historia con la muerte de su querido cachorro a manos de la mafia rusa, John Wick quien se encontraba retirado, decide regresar al mundo de los asesinos, ¿pero qué le lleva a tomar tal decisión? Su cachorro representaba el último presente de su difunta esposa, “Helen” (Bridget Moynahan), un símbolo para llevar su luto en paz y es quebrado, roto, por lo mismo que lo hizo una leyenda: la muerte misma.
Y es aquí donde empezamos a conocer todo el submundo que yace bajo el nombre de John Wick: el “Continental” (la cadena de hoteles donde se alojan los sicarios), el “Resguardo” (el salvoconducto que le permite una extravida), la “Romma Ruska” (la familia que lo adopta rebautizándolo como Jardene), la “Insignia” (el sello de su familia) y la “Gran Mesa” (el alto mando de todo este submundo criminal).
Al romper una regla toral del “Continental”, Wick queda excomunicado. ¿Por qué rompió esta regla, John? Porque era la única manera de deshacerse de Santino D’Antonio con quien mantenía un pacto de sangre. Al quebrar el santo reglamento, además de quedar excomunicado, Baba Yaga tiene que huir y a la vez aniquilar a cuanto asesino se interponga en su camino. De esta manera surge un personaje que se cruza en su sendero, el “Bowery King”, interpretado por el siempre constante Laurence Fishburne, quien será parte importante para el puente hacia la cuarta entrega de la saga, pues “Bowery King” resarcirá al completo, cuando reciba a un resquebrajado John Wick.
Wick viaja al desierto para aniquilar al Regente de la “Gran Mesa”, lo que provoca que ésta ponga a misión completa al “Marqués de Gramont” (Bill Skarsgard) para acabar con nuestro protagonista. Pero no sólo con él, sino con la “idea de John Wick”, el “idealismo” que a estas alturas ya representa para todo el submundo criminal. Algo que podemos decir también para el cine de acción, el “idealismo” que ha creado esta saga alrededor de la figura de Keanu Reeves, un tipo que atraviesa esa cuarta pared y que nos hace, con su cotidianidad que admiramos en toda clase de plataformas audioviosuales, ser parte de ese metamundo que él habita.
Hay un deleite visual cuando la acción se traslada a Osaka, la estética, el diseño de producción que ha manejado Stahelski se potencia en esta localidad, al igual que las escenas de acción. Sublime Rina Sawayama como “Akira”, conspicua y sensual asesina, tiene a su cargo la mejor muerte de esta entrega: ¡las escalinatas de “Akira”, imperdible!
Dos joyas más se agregan a esta tetralogía: Hiroyuki Sanada (“Shimazu”), como el gerente del “Continental Osaka”; la certera habilidad de Sanada para la katana es desplegada en un duelo a a muerte contra “Caine”, personaje interpretado por la leyenda de las artes marciales, Donnie Yen.
Es asombrosa la evolución artística y profesional que ha tenido Donnie desde que se diera a conocer al gran público en aquella exquisitez hongkonesa llamada “El Honor de un Guerrero 2” (“Wong Fei Hung II: Nam yee tung chi keung”, 1992), haciendo palidecer por momentos al mismísimo Jet Li, para pasar poco después por dos de los picos más brillantes del cine de artes marciales: “Iron Monkey” (1993) y “Héroe” (2002), hasta tener su propia saga de antología conocida como “Ip Man”.
¿Que si “Caine” se enfrentará a “John Wick”? Es un rotundo sí. ¡Y ese duelo será de alarido, tan sólo por ello vale pagar el ticket de entrada!
Esta vez John Wick la tendrá más complicada que de costumbre, porque no sólo enfrentará a “Caine”, sino a un “Marqués de Gramont” que juega muy sucio y con cero honor; pero dejemos que el mantra del “Fortis Fortuna Adiuvat” se alce por toda la sala, que el bit de la emoción nos lleve, que nuestras plegarias se eleven y que la suerte favorezca a los valientes en un festín de car-fu, gun-fu, sword-fu, kung-fu, jiu jitsu, ejecutados con la estética tan precisa de Keanu Reeves y no habrá banquete más grande que éste para saciar el exigente paladar de los sibaritas del cine de acción.