Aquel día se hundió el Titanic. El Valle Encantado quedó sepultado tras el mismo cataclismo que el resto del mundo. El 22 de junio de 2015 James Horner se fue a un nuevo mundo. No pudo ser un hombre bicentenario, pero tuvo una mente maravillosa para la música. James Horner es la leyenda de una pasión.
Todos hemos tarareado alguna vez un tema de James Horner. Algunos (no pocos) soñaron con ser “el rey del mundo”, y muchas (más todavía) con ser la reina en cuestión. Otros, los más valientes, prefirieron luchar a las órdenes de un tal William Wallace por la independencia de Escocia. Otros, los aventureros más modernos, soñaron con transportar su mente a Pandora. Pero sería un sacrilegio musical quedarnos tan solo con estas experiencias. Hoy, vamos a conocer al primer James Horner, sin el cual nada de esto habría sido posible.
Y cuando digo que nada hubiera sido posible, lo digo de forma literal. Allá por 1980, un director llamado Jimmy T. Murakami confió al joven Horner la música del remake espacial de Los Siete Samurais (Akira Kurosawa, 1954): Los Siete Magníficos del Espacio (Battle Beyond the Stars). Allí mismo, trabajando en el departamento de arte, estaba un tal James Cameron…
Una película de calidad bastante cuestionable, un compositor novel… ¿Qué podríamos esperar de la música? Podría haber sido una catástrofe, sin embargo, se trata de una composición ciertamente interesante.
Siendo un remake tan claro de la película japonesa, cuya música, cortesía de Fumio Hayasaka, está construida a base de leitmotivs; con la referencia de La Guerra de las Galaxias de John Williams a la vuelta de la esquina, y la clara influencia del score de Jerry Goldsmith para Stark Treck, cabría esperar una música repleta de leitmotivs de la forma más pura. Pero James Horner acierta a fusionar esos referentes con otros más cercanos, como son los sonidos de América.
Adentrándose, pues, en el mundo de Los Siete Magníficos (John Sturges, 1960), más que recurrir a Elmer Bernstein, Horner acudió directamente a la fuente de aquel: la americana. Varios de los temas de la película recuerdan a Copland. Es el caso del tema principal y del que acompaña incidentalmente al personaje de Cowboy, quien, además, aparece siempre escuchando country en la radio o tocando la armónica. Adiós jidai geki, hola western. También hay reminiscencias de música americana en el caso de Gelt, un personaje apartado de la sociedad, en cuyos dominios no podría escucharse otra cosa que jazz, la música que en su día llevó la etiqueta de depravada.
El resto lo compone un tema romántico tradicional, a base de cuerdas; uno dedicado a los bandidos, donde como era de esperar entra en juego la percusión (algo que se da de forma muy clara en la partitura de Hayasaka), y varios destinados a las diferentes situaciones clave, muy en la línea general, dando así un sentido de continuidad a toda la composición.
James Horner nos lleva al espacio sin salir de casa, enseñándonos el universo a partir de sonidos reconocibles. Presta al espacio infinito la música de las, también infinitas, praderas americanas. Porque ¿qué es en esencia esta película sino un western espacial?
Claro antecedente de futuras composiciones como la de Krull (Peter Yates, 1983), hubiera podido ser una curiosa y lejana anécdota para la música del nuevo remake de Los Siete Magníficos previsto para 2018. Una pena que ya no podamos disfrutarlo. Sea quien sea que tome el relevo, ya no será lo mismo sin JAMES HORNER.
Puedes encontrar la música de Los Siete Magníficos del Espacio en: en 2011 BSX Records sacó una edición limitada que incluye, además de los temas principales, una librería de efectos de sonido y dos bonus track.