Una tarde de maratón, con 4 horas y 22 minutos de cine casi sin descanso…
Empecemos por el final. El paso de niño a hombre. Porque es lo mejor. Y ahora volvamos al principio. El retrato realista de la periferia. Porque es lo segundo mejor. La mezcla de culturas, la tradición, el lenguaje, la familia, y lo niños, para los que un cigarro y un vaso de vino son dos juguetes más, y el crimen y la educación descuidada el pan de cada día. Es tal la realidad, que la de la otra parte, la que llamaríamos “la Italia buena”, parece impostada. Y aun queda una tercera cosa, la cuestión formal, el colorido y la música de Dan Romer, principal impulsora de la película.
Más allá, dos horas durante las que un chico gitano en plena adolescencia vive con ojos de tránsito la dificultad de crecer en un ambiente marginal, en a ciambra. Una película que desarrolla el tema del corto del mismo título que dirigiera Carpignano en 2014. Ni su preselección para los Oscar, ni la producción de Scorsese, ni los buenos detalles impiden que a mitad de camino el guion se haga pesado y te acabes evadiendo levemente. Menos mal que el principio y el final conectan a la perfección, y es la última escena la que se te queda grabada.
CRÍTICA DE “A CIAMBRA” (2017)
Director: Jonas Carpignano
Reparto: Pio Amato, Koudous Seihon, Damiano Amato, Iolanda Amato,
Patrizia Amato, Susanna Amato, Francesco Pio Amato, Rocco Amato
Género: Drama
Duración: 120 min
Valoración: 6 / 10