Quién nos iba a decir que el médico sexy de las primeras temporadas de la serie «Urgencias» acabaría siendo el hombre del renacimiento del Hollywood de principios de siglo. Quien diga que se lo esperaba miente como si no existiese un mañana.
Como actor es bastante solvente y como productor o director es una figura más que interesante, interasante, aunque desigual. De George, sabemos que puede componer la banda sonora, montar la peli, fotografiarla e incluso hacer los efectos especiales si se pone a ello. Su amor incondicional por lo clásico y los elegantes géneros que han hecho grande el cine americano, unido a un, reconozcámoslo, talento innegable, hacen de su labor detrás de la cámara un sello de calidad para toda cinta. Clooney es un apasionado de la cultura, que engrandece el espíritu del hombre, ya sea por el deporte, el arte o la política (aunque hoy en día, en este útimo punto, sólo estaría de acuerdo con él el personaje de Amy Poehler en «Parks & Recreations«, la gran Leslie Knope) y sus películas como director reflejan una mente inquieta y creativa.
Pero nadie es perfecto, ni siquiera si te bañas en Nespresso rodeado de vírgenes, como debe hacer George.
Clooney dando instrucciones a Jean Dujardin |
Si bien su segunda película, «Buenas noches y buena suerte», es su cima cualitativa, en sus siguientes películas se ha permitido una serie de fallos, quizás llevado por la emoción del momento, que han demostrado a la postre ser lastres para cintas que podían haber sido más. En «Ella es el partido» (chanante traducción de la original «Leatherheads«) te intentaban convencer de que Renée Zellweger estaba buena y de que su Oscar no se lo había regalado Harvey Weinstein. Error y súper error, por mucho que a ella se lo dijeran, respectivamente, su cirujano y su madre. En «Los idus de marzo» supuso que volvería a evitar que la gente no se durmiera con una cinta visceralmente política si les ponía a Ryan Gosling en cada plano, pero la gente sí que se durmió con «Buenas noches», pero esa al menos era en blanco y negro y estaba ambientada en los 50. Y en «Monuments Men» su fallo ha sido pensar que si juntaba a un reparto tipo «Ocean’s Eleven» y lo ambientaba en, posiblemente, la única anécdota de la 2º Guerra Mundial que quedaba sin adaptar al cine, lo tenía todo hecho.
La película que tenemos entre manos, nos relata la odisea improbable de un grupo de expertos en arte durante la 2º Guerra Mundial que son reclutados para evitar el expolio y destrucción de obras de arte por parte de los nazis en Europa. Hasta ahí bien.
Monuments Men muestra el clásico «paseillo» de héroes |
La cinta, comienza con lo que es considerada la mayor espada de Damocles del cine: un cartel que lee «basado en hechos reales». Antena 3 se ha ganado una fama en su horario de tarde con estos carteles, «cuidao.» De hecho, en el cine, sonó un murmullo de sorna con el cartelito.
Pero la anécdota no se aguanta, bordeando el ridículo peligrosamente demasiado rato. Te preguntas en todo el metraje si el pitote que se monta, el drama con consecuencias mayúsculas en el que se meten de cabeza, cual boca de lobo, los protagonistas, merece la pena para rescatar unos cuadros y alguna estatua. Clooney, plenamente consciente de ello, es el que se dedica a recordarte lo importante de la misión, su relevancia conceptual, de tanto en tanto a través de la voz en off de su personaje. Evidentemente lo hace justo cuando el drama supera el buen rollo de ver a esos coleguis de paseo por Europa, que es cuando te das cuenta que, joder, que esto va en serio, tío, que aquí la peña muere. Joder, que fuerte. Joder, qué hago yo aquí. Joder, ¿por unos cuadros de m**rda? Tranquilo, ahí está George para recordarte que esa misión es esencial para el alma humana y tal y cual y pascual. Ea, de nuevo a dar garbeos por Europa de buen rollo. El tono de la cinta va y viene como le da la gana.
Los «Monuments Men» recopilando material digno de museos |
Ésta es una película en busca de trama. Se te presenta la base argumental, vamos, la sinopsis que os comenté al principio. Después llegan a Europa, se separan por equipos y al carajo el tinglado, se nos fue a tomar por culo la historia. A partir de ahí tenemos una serie de escenas levemente conexas, sin dirección ni coherencia interna (más allá de reunir todos y cada uno de los tópicos de pelis de la 2º Guerra Mundial, uno por uno) que deambulan por dos horas de metraje, con Clooney subrayándote cada cierto rato que, oye, cuán importante es lo que hacen. Y con un regusto final a americanada innecesario, gratuito a todas luces, que volvió a rescatar murmullos de sorna en la sala.
Y el gran problema de «Monuments Men« es que tienes la sensación constante de que están ahí por estar. Es una cinta sobre arte donde rara vez se ve el arte, más preocupada de contarte, por episodios anecdóticos, cuán mala es la guerra y que mal lo pasan unos personajes que previamente no se te han presentado (y con los que evidentemente no vas a empatizar a menos que seas bipolar). No hay caracterización, dejando que cada personaje sea, literalmente, lo mejor que cada actor sabe hacer: Bill Murray es gracioso de una manera rara, Bob Balaban es enano gruñón, Damon es GUAY, Clooney es el líder carismático y Jean Dujardin se lleva la palma, puesto que sólo sabe hacer de George Valentin, es decir, ser súper atractivo y sonreír como un galán (¿os acordáis que le dieron un Oscar por eso? Qué locos éramos en el 2011, Academia). Por cierto, cualquiera diría que después del Oscar, apuntarían a Dujardin a un curso de inglés, pero lejos de eso, masacra cada palabra del idioma de Shakespeare como si le fuese la vida en ello.
Matt Damon y Cate Blanchett |
Si te gustó «La gran estafa americana» y ese folio en blanco al que llamaron su guión original, adorarás «Monuments Men», ¿será esta una nueva tendencia en la elaboración de guiones? ¿Me debo preocupar?
La única que tiene un interés real en construir un personaje es la única mujer del reparto. Gracias al cielo por Cate Blanchett. Su Claire Simone es un personaje cuyo dilema en la trama está bastante cogido con pinzas, pero que a nivel interno entiendes por el desgarro y los matices que imprime la actriz australiana. Una bestia parda que te eleva cada escena en la que sale y que realmente te transmite algo en todo este desbarajuste, pero que finalmente no va a ningún lado.
Una película impecable a nivel técnico, insultantemente larga y sin demasiado sentido si al fin y al cabo te deben recordar constantemente que todo es increíblemente solemne y nada ridículo o forzado. Sinceramente, puestos a tirarnos al río, habría rescatado a Renée Zellweger de su sofá, donde posiblemente esté revisionando Bridget Jones en bucle, abrazando su Oscar e intentando llorar (pero sin lograrlo, porque al hincharle la cara con botox le extrajeron los lacrimales), y le habría dado el papel de Blanchett. Así, «Monuments Men«, en vez de aspirar a ser una película necesaria habría abrazado su naturaleza, siendo lo que debería haber sido, un clásico del kitsch y de lo que pudo ser y no fue.
2 respuestas
Buena crítica, divertida y sincera. Ya podrían recurrir a ti más a menudo. Un saludo.
Johndifool: Javi es un crack. Sus textos son divertidos y acertados, lastima que no se prodigue mas… pero lo estamos intentando. Un saludo