Crítica de «El Redentor» (Hummingbird): Statham a un nivel más serio

¿Qué debe hacer un actor dedicado al cine de acción viril para ganar credibilidad en cuanto a actuación e historia?

Primero que nada ubicarse en Europa (donde por tradición viene el cine de autor), volverse vulnerable (para ganar puntos por histrionismo) y hacerse acompañar por personajes de distintos orígenes étnicos (en este caso una monja polaca y un grupo de mafiosos chinos).

Jason Statham ha intentado ganar terreno como actor serio con este film y no se ha quedado lejos del objetivo, siguiendo muy de cerca el ejemplo del artemarcialista chino, Jet Li, cuya referencia precisa a lo anteriormente mencionado serían “El beso del dragón” y “Danny the Dog”.

A favor de Statham está que él sí presenta más posibilidades de registro actoral debido al mayor rango de su expresividad facial. Algo que sólo tal vez Jean-Claude Van Damme (ya metidos en estos terrenos del cine de acción) lograba, aunque siempre terminaba por darle preferencia a sus escenas donde presumía sus aptitudes físico-atléticas.

El director del film, Steven Knight (Promesas del Este), consigue el justo equilibrio entre la acción y el drama, al permitir las bien estudiadas coreografías de artes marciales de Statham y darle, asimismo, cabida a las secuencias de diálogos, principalmente entre “Cristina” (Agata Buzek) y el exsargento “Joseph Smith” (Jason Statham).Aquí también se refleja este cambio que desea lograr Statham con sus películas, al poner como co-protagonista a una fémina poco agraciada físicamente, en cuanto a su estrechez de carnes (es decir, está muy flaquita), buscando explorar caminos menos suntuosos y banales.

“Joseph Smith”, conocido como “Joey El Loco”, busca redimirse de su pasado, pues tiene muchos pecados que pagar; como haber cometido crímenes de guerra en Afganistán, el haber abandonado a su esposa e hija y no poder vengar la muerte de su mejor amiga, “Isabel” (Victoria Bewick).

Pecados que le ayudará a lavar la monja de Varsovia, “Cristina”. Ella le hará ver que, aunque entregada a la vida virtuosa, también ha cometido errores que la pintan como un auténtico ser, situación que enmarca con la frase “Usé a Dios para esconderme de mí misma”, refiriéndose a sus reprimidos deseos de convertirse en bailarina de ballet clásico.

Steven Knight, ayudado por los dos protagonistas, logra momentos insólitos, como aquel en que “Cristina”, ayudada por unas copas de vino, descubre su sensualidad (a pesar de su esbeltez) ante “Joey”. Con cierto refreno, consiguen un inquietante momento erótico.

Otro acierto de la dupla Knight-Statham es cuando “Joseph” tira por la borda a un adinerado golpeador y asesino de mujeres, “Max Forrester” (Christian Brassington). Cuántas veces no se ha visto esta típica escena en las películas, en la que el que sostiene a la posible víctima en el aire, a final de cuentas no la arroja y aquí, con la tensión que se requiere más el rostro pétreo de Statham (algo que consigue muy bien) lo suelta en caída libre. Un viaje al vacío (y al suelo) como pocas veces se ha visto en el cine.

Me da gusto que Jason Statham esté buscando llevar a otros niveles el cine de acción en el subgénero de las artes marciales, es decir, sacarlo de ese gueto del que no ha podido salir del todo. Apartado cinematográfico que parecía enseriarse con “The Matrix”, pero que lamentablemente sus creadores, los Wachowski, decidieron tirar todo a la basura con sus dos muy cuestionables secuelas. Y ha sido un subir y bajar desde entonces.

Si Jason Statham sigue por este camino podría con el tiempo convertirse en un verdadero redentor del cine que tanto ama, el de la acción y las artes marciales. Y nosotros bien podríamos parafrasear en futuros veranos algo que remata muy bien el presente film:

“Me sentí vivo otra vez por un verano y me dio gusto que fuera con una de tus películas, Jason”.

Hummingbird / El Redentor / Redemption no tenía fecha de estreno en España cuando se escribió este post, pero debido a que ya había llegado a México, nuestro compañero por aquellos lares, Edu Bustamante, nos adelantaba sus impresiones.