Con casi dos años de retraso nos llega la segunda incursión del irlandés Jordan en la temática vampírica, después de la famosa entrevista, según el primer volumen de las crónicas de Anne Rice, al vampiro Louis (uno de los “hijos” de Lestat).
El estreno mundial de Byzantium tuvo lugar en el Irish Film Institute el 28 de abril de 2013, un muy acogedor centro cultural, donde se proyectan abundantes retrospectivas, mucho cine clásico, y premieres de películas emblemáticas, que cuenta con dos salas de proyecciones, una cafetería y una librería donde puede conseguirse material de la cinematografía local bastante interesante. Un lugar con maravillosas vibraciones cinéfilas como marco incomparable para el estreno de uno de los cineastas más emblemáticos de sus país. La película pasó por el festival de Toronto, como plataforma a un discreto estreno estadounidense, en junio de 2013, para entrar en nuestro país por vez primera, en el festival de Sitges 2013, como titulo incluido en la sección oficial a concurso. El jueves 20 de marzo de 2014, se produjo el preestreno español en un único pase por Canal Plus. El estreno en cines en nuestro país se produjo el 21 y el próximo 29 de abril, está programada la venta en formato doméstico digital. Sin duda, las políticas de distribución, van alterando modelos hasta ahora consolidados, ante la mutación de los hábitos de consumo de los espectadores.
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La conversión a vampiro, una de las novedades del film de Jordan |
Consciente de que resulta muy complicado acometer la temática vampírica de un modo original o diferente, sobre todo teniendo en cuenta cómo han invadido la cinematografía los bebedores de sangre en los últimos años, Jordan opta por fusionar el tema con el drama intimista, que se le da estupendamente. En ese sentido, la especial atención a la relación de las dos protagonistas, madre e hija, que conviven como hermanas, copa claramente el interés de la mirada del realizador. Dos mujeres vampiro que viven su existencia de más de doscientos años, en el mundo actual. El mundo de la crisis económica, del aislamiento y la deshumanización. Ambas se sienten vinculadas a su maldita condición, de muy diversa manera. Dos maneras de afrontar la eternidad, enfatizadas visualmente, por ejemplo, a la hora de mostrarlas alimentándose. Las imágenes de Byzantium, en ese sentido, resultan familiares respecto a otras obras de Jordan. El pueblecito de la costa donde acontece la acción, remite a los escenarios de al menos tres películas previas: Amor a una Extraña (The Miracle, Gran Bretaña, 1991), Contracorriente (The Butcher Boy, Gran Bretaña, 1997) y Ondine (Gran Bretaña, 2009). El plano secuencia que muestra a madre e hija recorriendo la zona de atracciones del pueblo de la costa británica al llegar, remite al travelling inicial de Juego de Lágrimas (Crying game, Gran Bretaña, 1992), que no perdía de vista una inmensa noria, bajo los acordes de la canción When a man loves a woman.
Por supuesto, la habilidad del realizador y su buen gusto a la hora de recrear un entorno fantástico, quedan patentes en películas como “
En Compañía de Lobos” (The company of wolves, 1984), una obra maestra de lo sutil, a la que se permite realizar un guiño visual, cuando vemos a la joven
Eleonore con una capucha roja, en la secuencia en la que va a practicar la eutanasia a una anciana tendida en la cama (y de paso a beber su sangre), y las mencionadas
Entrevista con el Vampiro y
Ondine, ésta última que entronca con una conocida leyenda gaélica, donde una joven y bella sirena fue extraída del mar, al quedarse atrapada en la red de pesca del barco de un joven pescador.
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Claro homenaje a “En compañia de Lobos” |
Clara (apropiada y excelente Gemma Arterton), que utiliza el seudónimo de Camilla, es una criatura bella, exuberante, carnal, consciente del enorme poder de seducción que utiliza como arma de supervivencia. Es, además, una mujer bastante práctica, que tiene bien claro que es necesario el dinero para subsistir en el mundo actual. Para ello se prostituye, o practica el lap dance, a veces en tugurios de mala muerte. Hace aquello que tiene que hacer para que ella y su hija salgan adelante, lo que implica que carece de compromisos y ataduras morales, salvo con su hija. Cuando Clara necesita sangre, no es nada diplomática, ni se anda con remilgos, refinamientos ni hipocresías. Utiliza sus encantos y artimañas sexuales, y es una apasionada depredadora, alimentándose, sobre todo, de posibles clientes. Al fin y al cabo, desde su punto de vista, es hasta legítimo sorber la sangre de hombres que sólo quieren tener sexo con ella. No vive anclada en el pasado, es poco útil. Su hija le dice no puedes olvidar el pasado, como si no hubiese ocurrido. Ella le responde A mí lo que me preocupa es el ahora, ¿entiendes?. La voz en off de la hija, se referirá a su madre Nunca habla de su familia. Forma parte de esas cosas que debe olvidar. Por todo ello, la sensual vampiro, no tiene compasión. La última vez que la tuvo, le salió muy cara, como muestra la película en un momento determinado. Al principio del film, la joven se quita de encima a un cliente en un tugurio que rompe las reglas, al tocarla. Lo hace de modo drástico. A continuación, es perseguida de un modo bastante implacable. La secuencia comienza en la barra del bar, continúa a través de la cámara de seguridad, sigue por las calles, pasillos, techos de un centro comercial. La escena es todo un prodigio de pericia técnica. Trepidante y muy física, la filmación sin duda conlleva un dominio del espacio y del tiempo real. La cámara está muy bien colocada, y el montaje, potencia la intensidad. La joven termina decapitando a su perseguidor en su apartamento. Clara/Camille es una superviviente nata.
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Gemma Arterton se muestra mas sexy que nunca en “Byzantium”, dejándonos incluso algún desnudo sutil |
Por el contrario, Eleanor (correcta Saoirse Ronan), la hija, es una joven muy sensible. Está muy atada al pasado, sufre cada vez que ha de mentir, y escribe su historia y la de su madre una y otra vez en un diario (Escribo todo lo que sé de ella), cuyas hojas escritas las arranca y las arroja al viento, casi como un mensaje en una botella. Un poco a la manera del camello que interpretaba Willem Dafoe, John Le Tour, en Light Sleeper (USA, 1992), de Paul Schrader. Elie se alimenta de un modo muy diferente que su madre. Lo hace de un modo discreto, casi poético. Bebe la sangre de ancianos que ya no desean vivir, que dan su consentimiento. Al principio de la película, el anciano que recoge uno de los papeles con su historia, le dirá Ya he pasado suficiente tiempo aquí, créeme. A algunos de ellos, treinta o cuarenta años antes, ya les ha dicho que vendrá, les deseará que la paz sea con ellos, y los conducirá plácidamente al otro mundo, algo que a ella le es negado. Tiene casi los mismos problemas existenciales que Louis, el personaje de la noche que interpretaba Brad Pitt en Entrevista con el Vampiro (Interview with a vampyre, USA, 1994).
La madre y la hija se ven obligadas a huir por los siglos de los siglos, de la implacable persecución de una orden vampírica, según la cual una mujer vampiro no puede criar a otro ser. Cuando
Clara se hizo vampiro, aprendió … que la inmortalidad es insoportable si estás sola, y volvió al orfanato donde ella misma había colocado a su hija … mi único vínculo con lo que tenía vida.
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La orden de vampiros de Byzantium bebe de la trilogía de Anne Rice |
La narración adopta dos líneas temporales que se suceden a lo largo de la película con notable armonía. El presente, con la subsistencia día a día de la madre e hija, y el siglo XIX, en el marco de las guerras napoleónicas, donde todo comenzó. Poco a poco iremos descubriendo el origen de estas dos mujeres, y del conflicto con otros vampiros que las persiguen. Desprovista de efectismos visuales y sonoros vacuos y vacíos, para público de parque de atracciones, o con memoria de pez, el relato no pierde el tono intimista. Byzantium triunfa en el retrato del anhelo romántico del paso del tiempo, a la hora de describir el concepto de eternidad en la vida de un no muerto. Sin embargo, la relación sentimental entre la joven Ellie y Frank, un joven camarero, con leucemia, descompensa la calidad del relato, y en ocasiones roza el ridículo. Parece una licencia para el público de la saga crepúsculo y similares.
Los vampiros de
Jordan (o quizá deberíamos decir, de
Moira Buffini, guionista y autora de la obra teatral de inspiración de la película), no tienen colmillos, no les afecta la luz del sol (aunque prefieren la oscuridad), ni temen al ajo. La novedad reside en una uña en el dedo pulgar, que crece a voluntad, y a la que el realizador sabe otorgar a lo largo del metraje un sabio uso narrativo. Cada vez que vemos la uña creciente en el plano, sabemos que la vampiro va a alimentarse. Bellísimo es el instante en que
Elie va a asistir en la muerte a una anciana en la cama. La mujer le pide a la joven que le ponga música, señalando para un tocadiscos que tiene un disco vinilo.
Jordan coloca en primer plano la mano de la joven colocando la aguja en el disco y enseguida vemos como la uña crece y se dirige hacia la señora, que está al fondo del encuadre, en la cama, desenfocada. Por su parte, en un momento determinado, vemos a la madre, a
Clara junto a las prostitutas en la calle, seduce a un cliente, y enseguida vemos como le toca la mejilla y como la uña va creciendo cerca del cuello del hombre. Aquello, nos deja claro la cámara de
Jordan, no va a ser una relación cliente-prostituta… Clara va a alimentarse.
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El joven Frank y enfermizo Frank (Caleb Landry Jones) |
Resulta brillante tanto la idea en el guión, como en la puesta en escena, del lugar donde tiene lugar las transformaciones de los seres humanos en vampiros. Se trata de una isla frente a la costa. Como dirá un personaje al referirse a ella era como una siniestra uña negra sobresaliendo del océano… más piedra que isla. En ella habían tantos pájaros en el cielo que ocultaban el sol. La simbología ornitológica, que acompaña a la muerte del ser humano y su renacer como vampiro, se sucede con la de las aguas de las diferentes cascadas que recorren los acantilados y riachuelos, que se tornan en rojo intenso, color sangre.
Byzantium nos ofrece, en definitiva, una perspectiva astuta, pero honesta y gratamente adulta, del “cine de vampiros”, que parecía destinado en exclusiva al público teenager. Sin realizar demasiado esfuerzo por desmarcarse de otras incursiones del género, el visionado del resultado final, resulta altamente estimulante.
Yo tengo una debilidad enfermiza por Gemma Arterton, para mi es una de las actrices mas sexys y deseables actualmente, quiero decir que la habria visto aun cuando fuera una mala película, que no es el caso, no es una obra maestra pero destaca entre todo el maremagnum de mediocridades que nos invade
Anonimo: Gemma Arterton es un bombon (aqui lo deja mas claro que en Hansel y Gretel) y bueno, supongo que la pelicula podria haber funcionado sin ella, pero mola verla asi de ligerita y en un papel de vampira tan atipico.
Un saludo