Porque no todo va a ser cine comercial, de acción y terror, hoy os traemos una propuesta diferente para que vayáis al cine este viernes 10 de abril.
Hace unos pocos años descubrí a un director, al parecer, mítico en su país y muy conocido a nivel mundial. De antemano confieso que no controlo mucho el cine oriental, pero sí que he visto cintas que, en numerosas ocasiones, han superado en calidad a los productos hollywoodienses habituales. Este director es Yoji Yamada, y la primera obra que he visto de él se llama “Una Familia de Tokio”, cinta que fue muy galardonada en su momento, entre otros, en el Festival de la Seminci de Valladolid, alzándose con los premios más importantes, incluido el de Mejor Película. No la vi cuando se estrenó. Estuvo mucho tiempo en cartelera pero, por razones extrañas, no acudí a verla. El caso es que cuando salió ya en formato doméstico, tras mucho tiempo de espera, una espera casi agonizante porque tenía muchas ganas, la pude disfrutar en casa. Ha sido, y es, una de las mejores películas que he visto en mi vida. Como siempre pasa, esto es cuestión de gustos, pero me sirvió para comprobar que, al otro lado del mundo, también se hacen cosas maravillosas.
Yamada nos trae ahora una historia realmente preciosa, igual que su predecesora, y aquí podemos entrar en el debate de cual es mejor de las dos. Personalmente, no quiero compararlas. Ambas me encantan. Esta nueva me ha emocionado, me ha impactado y creo que es una historia repleta de belleza por su insinuación y porque nunca termina de quedar todo claro del todo, exigiendo un pequeño esfuerzo al espectador para que sea este quien llegue a una conclusión con la misma. Creo que todos los que se acerquen a la Casa del Tejado Rojo jamás la olvidarán. Ya aviso, de antemano, que esta película no es para todo el mundo. Con esto no estoy diciendo que el público sea ignorante o falto de criterio o cosas similares. Esto es como decía Borges: “No escribió para usted”. Habrá gente a quien le entusiasme, y otros que les parezca cursi, lenta, pesada y adjetivos similares, lo cual es, totalmente legítimo. El mundo sería muy aburrido si a todos nos gustase lo mismo. Por mi parte, solo digo que en vosotros está la libertad de verla o no, y como informador tengo la obligación de lanzar esta pequeña advertencia.
Como decía, no es una historia para estómagos intolerantes a la sensibilidad. Es una historia de amor, una tragedia. Pero además, es un documento histórico social. Porque, a través de los acontecimientos que tienen lugar en la Casa del Tejado Rojo, contemplamos también una parte de la historia de Japón, concretamente, los hechos de la Segunda Guerra Mundial. Cómo se manipulaba a la sociedad para mostrarles una realidad falsa, cómo sometían a los ciudadanos a vivir en Matrix por así decirlo, diciéndoles que todo va bien, cuando no era así. Cómo la sociedad se iba encerrando cada vez más en sí misma, volviéndose autoritaria y vigilante de las vidas ajenas. Todo ello nos lo cuenta Taki (Chieko Baisho) una mujer que, sesenta años después de haber vivido en la Casa del tejado Rojo, decide escribir su autobiografía, en la que nos va a revelar un secreto que ha guardado durante toda su vida. Taki fallece, y el manuscrito pasa a manos de su sobrino Takeshi (Satoshi Tsumabuki), quien se lo lee a sus padres, al mismo tiempo que recuerda cómo él presenciaba la escritura del mismo junto a su tía. Taki, en su juventud, vivía en el Norte de Japón. De familia humilde, se vió obligada a viajar a Tokio para poder salir adelante. Y entonces, entró a servir en la Casa del Tejado Rojo, donde vivía la familia Hirai. Aparentemente, la familia era feliz, disfrutaban de la bonanza económica, una arcadia en la que todo era muy frágil.
La Guerra con China y el conflicto con EEUU están muy cercanos, y esto se ve en esa casa, con la llegada de Shoji Itakura (Hidetaka Yoshioka), un joven que ha terminado la Universidad, y que ha entrado en la empresa de Masaki Hirai, el padre de familia. Este momento en el que Tokiko, su esposa, se fija en Shoji. Un instante que lo cambia todo, porque Tokiko no es la única interesada en Shoji.
¿Cómo acabará esta historia? El que lo quiera saber tendrá que ir al cine para poder descubrirlo, y adentrarse en los secretos que esconde el corazón de Taki. Solo me queda añadir que es una película de esas que se quedan grabadas, que no dejan indiferente, que no se olvidan a los cinco minutos de salir.
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