Crítica de Nana: El cuento de la caperucita real

NANA supone el debut tras la cámaras de la fotógrafa francesa, Valérie Massadian, encargada también del guión y la fotografía de la cinta (junto con Léo Hinstin) . En 2011 recibió el premio a la “Mejor Ópera prima” en el Festival de Locarno y llega a nuestras carteleras este fin de semana después de haber cosechado éxito en diversos festivales por los que ha sido exhibida.

Nana (Kelyna Lecomte) es una niña de cuatros años que vive apartada junto con su madre (Marie Delmas) en un casa en el bosque. Un día se encontrará ante la soledad y tendrá que valerse por sí sola en plena naturaleza.

Retratar de manera que parece que estemos infiltrados en un sueño, en un cuento mágico, donde la fotografía cobra vida y parece un cuadro, donde la luz cobra protagonismo cuando sigue los pasos de la pequeña protagonista por los hermosos campos repletos de hojas y fauna silvestre es lo que hace su autora, con gran dominio de la cámara, Valérie Massadian nos entrega una ópera primera de gran notabilidad. Atravesamos el bosque tras los pasos de la pequeña Nana, que actúa con una naturalidad imponente. Con un ritmo pausado en el desarrollo de la historia, observamos la complicidad que la joven actriz tiene ante la cámara, lo ha conseguido su directora, ha sabido sacar todo el potencial de la pequeña artista y elegir los mejores parajes para seducirnos lentamente con su relato sobre la soledad, la valentía y la autosuficiencia, lo que de manera prematura estamos obligados a aprender ante una situación adversa en un ambiente hostil o de abandono, es nuestro propio instinto de supervivencia.

Tomando como referencia el famoso cuento de “Caperucita Roja” de los Hermanos Grimm, podemos encontrar ciertas analogías paralelas a las que nos presentan en esta parábola hiperrealista, el bosque salvaje representa de forma ambivalente, el ambiente adverso donde se encuentra la niña pero que le sirve de descubrirse ante sí misma y el lobo feroz es su propia soledad y sus propios miedos, con la que tiene que combatir cada día, pese a que haya momentos en los que nos muestren como la madre y la hija juegan o leen juntas un cuento y por momentos pueda parecer que estén en buena armonía, también se nos muestra otros momentos rutinarios en los que se denota la falta de comunicación que hay entre ellas.

Creo que el principio del film es muy significativo, respecto a la escena que nos muestra y que presencia Nana sin inmutarse, con toda la naturalidad del mundo. Ella convive en un mundo rural y se ha adaptado a su forma de vida, sabrá desenvolverse ante cualquier desavenencia, como un animal salvaje que vive en plena naturaleza.

Una cinta de duración escasa, no superando la hora y media a la que estamos acostumbrados normalmente con otras películas, y que se hace de fácil visionado, pero no apta para todos los públicos, puede resultar lenta por sus excesivos largos planos que persiguen a la niña, y eso a su vez hacerla cargante. Un semi-documental, donde la realizadora francesa nos presenta una historia profunda y verídica con la que nos podemos identificar.

En su contra: Largos planos con una única protagonista que pueden hacer que la cinta resulte cargante.

A su favor: Su extraordinaria fotografía, el trabajo interpretativo de la pequeña protagonista y sus secundarios. Valérie Massadian ha cumplido con creces su trabajo detrás de la cámara, tanto realizando como plasmando una increíble fotografía con ayuda de Léo Hinstin y con su original guión que pese a tratarse de un drama infantil creo que tiene un mensaje optimista, podemos sobrevivir y enfrentarnos a las mayores vicisitudes que nos imponga la vida.