Crítica de «White God»: Ladra, chico, ladra

Reseña de White God

Imaginen una película de animales habitual de Walt Disney. Una película de animación en la que los canidos recorren aventuras, se enamoran y tienen su final estereotipado del cuento. Pues la película de la que os hablo hoy es todo lo contrario.

White Dog (2014) cuenta la historia de Lili (Zsófia Psotta) y su fiel mascota, un perro mestizo llamado Hagen que es abandonado por el padre de Lili en un descampado. Hagen, se esfuerza en sobrevivir y consigue llevar a la rebelión contra los hombres a más de 200 perros sin hogar. En esta odisea, Lili puede que sea la única capaz de parar esta venganza.
Las trompetistas no se pintan los labios

Lili y su padre
En esta historia, los personajes de Lili y Hagen evolucionan hacia una etapa de madurez y oscuridad en paralelo en la que únicamente vuelven a encontrarse, aunque se busquen, al final del metraje en fundido a negro.
Aunque sea una historia ciertamente previsible (a los 30 minutos ya muestra todas las cartas sobre la mesa), White God transmite esa sensación de inseguridad y de rabia tanto de un lado como otro de la historia.
Cabe destacar la realización del filme en la que se nota el pulso joven del equipo. Una labor cuasi documental del tratamiento de la historia en la que no encontraremos grandes monólogos de actores, pero si miradas y gestos que complementan la universalidad de la historia.
La música es utilizada en varios fragmentos de la historia como vehículo, como instrumento y como lenguaje. La “Rapsodia Húngara” (Franz Liszt) crea un vínculo entre los protagonistas humanos, caninos y con Hungría, dónde es todo himno.
White god, del húngaro Kornél Mundruczó, se estrena el próximo 19 de junio 2015 de la mano de Golem Distribucion. La cinta obtuvo el premio “Mejor Película” en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2014.

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