Robert De Niro, nacido en 1943 en Greenwich Village, Nueva York, es una de las figuras más emblemáticas de la industria cinematográfica. Criado en un entorno artístico, De Niro pronto encontró en la actuación un refugio y un medio de expresión. Su educación en el aclamado Lee Strasberg’s Actors Studio le proporcionó una base sólida, y su posterior colaboración con el director Martin Scorsese lo catapultó al estrellato. Conocido por su compromiso apasionado y su habilidad para sumergirse profundamente en cada papel, De Niro ha mostrado una versatilidad asombrosa a lo largo de su carrera, abordando tanto dramas intensos como comedias ligeras. Su legado no sólo se basa en la calidad de sus actuaciones, sino también en la profundidad y autenticidad que aporta a cada personaje. Aquí profundizamos sobre sus 7 mejores películas:
«Taxi Driver» (1976)
Ambientada en la decadente Nueva York de la década de 1970, esta película dirigida por Martin Scorsese es mucho más que un simple retrato de un taxista. Travis Bickle (De Niro) es un veterano del Vietnam que, desencantado y alienado, navega por la ciudad, siendo testigo de su corrupción y degradación. De Niro personifica la desesperación y la obsesión, culminando en un acto violento de redención. Es una película sobre soledad, desesperación y, finalmente, salvación.
«Casino» (1995)
Una vez más de la mano de Scorsese, De Niro nos sumerge en el mundo brillante y peligroso de Las Vegas de los años 70 y 80. Como Sam «Ace» Rothstein, dirige el Tangiers Casino en nombre de la mafia. A través de él, se explora el mundo del juego, el poder, la traición y la avaricia. Aunque hoy existen opciones en línea para experimentar el casino, como https://casinochase.com/casino-en-vivo/, «Casino» se adentra en el corazón oscuro de la ciudad del pecado.
«Raging Bull» (1980)
En una transformación asombrosa, De Niro encarna a Jake LaMotta, un boxeador con una ira incontrolable dentro y fuera del ring. Ganando peso significativamente para el papel, su interpretación es brutalmente honesta, mostrando el ascenso y la caída de LaMotta. Las escenas de boxeo son intensamente físicas, y la vida personal de LaMotta, marcada por la paranoia y la autodestrucción, es igualmente impactante.
«The Godfather Part II» (1974)
Si bien es una secuela, muchos argumentan que esta película de Francis Ford Coppola supera a la original. De Niro interpreta al joven Vito Corleone, quien emigra de Sicilia a Nueva York y lentamente construye su imperio del crimen. En una actuación en su mayoría en italiano, De Niro ofrece una visión de la formación del personaje que Marlon Brando llevó a la fama, ganándose un Oscar por su interpretación.
«Goodfellas» (1990)
Basada en el libro «Wiseguy» de Nicholas Pileggi, «Goodfellas» es una epopeya de la mafia que sigue la vida de Henry Hill y sus compañeros, James Conway (De Niro) y Tommy DeVito (Joe Pesci). Mientras que De Niro no es el protagonista principal, su actuación como Conway, un ladrón y eventual asesino, es memorable, encapsulando el carisma y la amenaza de un gángster de alto rango.
«The Deer Hunter» (1978)
Esta película dirigida por Michael Cimino se centra en un grupo de amigos de clase trabajadora de Pennsylvania y cómo sus vidas son transformadas por la Guerra de Vietnam. De Niro interpreta a Michael, el líder no oficial del grupo, cuyo viaje desde un joven entusiasta hasta un veterano traumatizado es desgarrador. La famosa escena de la ruleta rusa es una de las más tensas en la historia del cine.
«Heat» (1995)
En una confrontación épica, De Niro se enfrenta a Al Pacino bajo la dirección de Michael Mann. Neil McCauley (De Niro) es un ladrón profesional, meticuloso y solitario, cuya vida se entrelaza con la del teniente de policía Vincent Hanna (Pacino). La película explora la dualidad entre policía y ladrón, y la famosa escena del café entre los dos actores es un momento icónico del cine.
Con una carrera tan extensa y variada, elegir solo siete películas de Robert De Niro es una tarea desafiante. Pero estas selecciones representan lo mejor de su capacidad para transformarse y sumergirse en diferentes mundos, dejando una marca imborrable en el paisaje cinematográfico.
