Si de algo está repleta la taquilla en los últimos años, es precisamente de películas familiares e infantiles. Está claro que parece ser política de los estudios darle prioridad a este tipo de productos, por aquello del máximo beneficio en detrimento de otros criterios, que no obstante, no tendrían por qué estar reñidos. Hay veces que la obra sale bien, y en otras algo más floja. Pero “Lilo, mi amigo el cocodrilo”, la película de la que hablamos a continuación, precisamente destaca porque es una gran producción familiar como las que hacía Disney en tiempos pretéritos, antes de convertirse en adalid de otras causas ajenas al arte. Es una producción Disney sin el sello de la casa del ratón, es decir, doble orgullo para Sony en este caso como productora de esta maravillosa película.
¿De qué trata Lilo, mi amigo el cocodrilo?
Nos encontramos en Nueva York, siguiendo los pasos de Hector P. Valenti (un magnífico Javier Bardem) un artista de variedades fracasado, arrollado por estos tiempos modernos de la inmediatez y la sorpresa constante. Necesita encontrar algo que sea diferente que le sirva para dar el salto al estrellato. Y en una de esas mañanas de rechazos, de portazos en las narices negándole la tan ansiada oportunidad, entra en una tienda de animales exóticos. En ese pequeño local, escucha una tierna voz que entona una conocida melodía. Héctor busca el origen de dicha voz, y resulta que pertenece a un pequeño cocodrilo llamado Lilo (interpretado por Shawn Mendes). Lo que empieza como una fructífera relación acaba mal, porque en el momento en que Lilo se sube a un escenario, le entra temor escénico y no puede cantar. Héctor abandona a su nuevo amigo, quien se queda solo en la gran casa en la que vivían ambos.
Pasa más de un año, y una nueva familia se muda a la casa, ahora el protagonista es Josh (Winslow Fegley, al que hemos visto en «Navidad en 8-bits y Cuentos al caer la noche), un niño pre adolescente que le tiene miedo a todo, literalmente. Obsesionado con estadísticas de criminalidad, con el vértigo, su vida cambiará cuando conozca a Lilo, quien le ayudará a vencer esos miedos.
Mi opinión personal sobre Lilo, mi amigo el cocodrilo
A simple vista se puede pensar que esta película es un puro entretenimiento musical con muy buena banda sonora, que la hay sin duda. Pero lo cierto es que el guion tiene un fondo de interés por los tiempos que corren. El personaje de Josh sirve para ilustrar la principal crítica del film: la sobreprotección. Como ya hiciera Buscando a Nemo en otro sentido, en “Lilo, mi amigo el cocodrilo” se transmite a través de las propias canciones, que hablan de la improvisación, de no dejarse llevar por la rigidez, de que no todo en esta vida puede estar calculado y medido al milímetro. Y como dice el personaje de Bardem: No hay nada menos importante que lo que piensen los demás.
“Lilo, mi amigo el cocodrilo” es un canto a la vida en su sentido más puro, a la amistad, a la familia, y en definitiva, una llamada de atención a esos padres helicóptero, para que dejen vivir a sus hijos. Excelente película.