Cargo: la adaptación de Netflix del aclamado cortometraje [CRÍTICA]
El género z sigue despertando pasión entre el público y una de sus últimas propuestas nos llega de la mano de Netflix en la adaptación del cortometraje Cargo.
La potente historia que vimos hace unos años gracias a YouTube, se convierte ahora en un producto más extenso que, con la siempre solvente interpretación de Martín Freeman (Sherlock), profundiza en ciertos aspectos poco explorados por el género que prácticamente inventó George A. Romero.
Cargo nos transporta hasta Australia para presentarnos a una pareja que, junto a su pequeña de poco más de un año, han conseguido sobrevivir a una epidemia que parece haber asolado el continente. Viajando en una casa flotante, intentan estirar al máximo sus escasas provisiones mientras que nos ofrecen algunos retazos del particular film de zombis ante el que nos encontramos.
Como ya sabréis, el matrimonio cae en desgracia y tras la muerte de la madre de Rose (así se llama la pequeña), su padre, también infectado, deberá buscar a contrarreloj alguien que se ocupe de su hija cuando él pase a engrosar al ejército de los no muertos.
Esta nueva infección incluye una especie de fluido viscoso que acaba saliendo por todos los poros de los infectados antes de convertirse en “zombis” |
La historia, que muchos conocíamos gracias al corto, ve ampliada el número de personajes y situaciones, presentándonos un apocalipsis zombi en el que las autoridades australianas parecían conocer de sobra el virus, los síntomas de los infectados y el tiempo que estos tardan en convertirse tras ser infectados. Prueba de ellos son una serie de kits de contingencia que vemos en diversas ocasiones por los escenarios de Cargo y que incluyen un manual, un temporizador con una cuenta atrás y una especie de punzón automático que proporciona una muerte digna a quienes se atreven a usarlo.
Es evidente que Cargo busca hacernos sufrir por la situación tan terrible a la que se enfrenta el padre de Rose y aunque esto ya lo conseguía el cortometraje en poco minutos, está producción de Netflix también logra despertar simpatía por la pequeña y algunos personajes muy humanos con los que se cruza el protagonista.
Como suele ocurrir en la mayoría de películas de género zombi, Cargo también incide en que el ser humano es mucho peor que los infectados y lo hace presentado diferentes personajes a los que vemos que el apocalipsis zombi no les ha sentado especialmente bien.
En la cinta, los aborígenes australianos parecen lidiar bastante bien con los zombis por cuestiones “especiales” |
Teniendo en cuenta todo esto, y que la cinta proviene de un corto, el director y los guionistas han tenido que jugársela para aportar algunos elementos originales, algo que consiguen con los estresantes síntomas previos a la transformación, los inquietantes movimientos de los infectados y la obsesión de estos por la oscuridad, algo que los lleva incluso a enterrar su cabeza bajo tierra.
Eso, sumado al elemento aborigen del film (algo lógico teniendo en cuenta que la cinta nos lleva por desiertos australianos) completa una cinta que ofrece todo lo que se esperaba de ella y aporta algunos detalles interesantes para los amantes del género zombi.
Como veis, me ha gustado, así que poco más tengo que añadir. Dadle una oportunidad a Cargo si tenéis tiempo y disfrutad de ella como si de un humilde estreno de cine se tratase… y si no tenéis tiempo, siempre podéis ver el corto original 😉