Superada la mitad de la temporada, el show coge ritmo y vuelve a usar elementos funcionales que parecían olvidados, ofreciendo un giro esperado en esta temporada repleta de bajas. A partir de aquí, ya sabéis, SPOILERS a puntapala.
El episodio empieza fuerte, sí señor. Eric sostiene aún en su mano la cara arrancada del asesino del gran amor de su vida, ese tan superimportante que han tardado unos setenta y tres capítulos en hablarnos de él, cuando es atacado por la yakuza. Vampiros vs. ninjas, eso siempre mola. Aunque hubiera molado mucho más si hubieran añadido zombies y nazis. Pero todo tiene un límite, incluso para “True Blood”.
A pesar de mantener la situación bajo control, la posibilidad de que Pam se encuentre en peligro es motivo más que suficiente para que el señor Northman se nos rinda y sea encerrado junto a su progenie en una habitación con grandes ventanales y un reloj, cuya cuenta atrás hasta el amanecer marcaría la hora de su muerte.
Es un momento perfecto para saltar a Bill. Tras descubrir su enfermedad, el señor Compton pide cita con su abogada para poner en orden sus asuntos antes de morir. Sin embargo, Jessica no puede evitar enterarse de la conversación y, nada más salir el vampiro, decide llamar a Jason para que llame a Sookie para que vaya a verla para contarle la terrible noticia. Sí, en este pueblo son todos un poquito rebuscados.
El hada se plantea hacerse la prueba de la hepatitis V para confirmarlo, pero ahora cobra sentido ese momento previo a la muerte de Alcide que me chocó tanto sobre limpiar la sangre de vampiro infectado del cuerpo de la camarera y, en un flashback de un par de segundos, descubrimos la secuencia de acontecimientos que lleva a la infección de Bill y, lo que es más importante, al hecho trágico de que es ella la que lo está llevando directamente hacia su muerte.
En este capítulo tenemos una buena ración de esas escenas que mezclan cotidianeidad y vampirismo, que se detienen en reflexionar de forma sarcástica sobre cómo serían algunos aspectos de la vida diaria si de verdad existiesen estas criaturas. Estoy pensando en
Sookie en la consulta de la enfermera con posters y pegatinas del tipo
silencio = verdadera muerte, o en la noche de pesadilla que sufre
Bill en la cola del bufete de leguleyos, con recepcionista desagradable e intento de extorsión de la abogada incluido. Por cierto, el destino que le reserva
Bill a la letrada es para aplaudir. Son caminos que apenas se han transitado, salvo quizás en los primeros episodios de la serie y que funcionan francamente bien. Subrayar además el comportamiento virulento y anómalo de la enfermedad en
William Compton, no sabemos si por algún tipo de mutación o por efecto secundario de su posesión pasada.
Cambiando de tercio, James le cede parte de su sangre a Lafayette y Lettie Mae porque…bueno, porque ya estaba bien de escenas de la madre de Tara llorando por las esquinas y había que hacer avanzar la trama. Ambos tienen un lisérgico viaje que les lleva a esa dimensión donde Tara hablar dothraki y corre a cámara lenta, para indicarles que hay algo enterrado en el jardín su antigua casa. A mí todo esto me da muy mala espina y no creo que este asunto lleve finalmente a nada relevante.
Comentamos a vuelapluma las historias que son puro relleno, pero oye, que ya que han pagado al reparto habrá que hacer algo con ellos. Nicole decide marcharse de Bon Temps pese a los ruegos de Sam (nadie te lo tiene en cuenta, hija, yo haría exactamente lo mismo) y la pareja formada por Andy y Holly tienen su primera riña cuando el sheriff descubre a Adilyn y Wade en la cama. La posterior huída de los jóvenes enamorados provocará que éstos se crucen con una Violet de aviesas intenciones, que acaba de romper con Jason después de protagonizar una escena que bien podían ser los primeros minutos de cualquier película porno. Bueno, eso me han dicho, que yo no sé de esas cosas.
Y volvemos a Eric y Pam para el gran final. El vikingo y el señor Gus, presidente de la corporación Yokonomo, logran llegar a un acuerdo sobre matar a Sarah Nowlin segundos antes de la salida del sol, permitiendo de camino lucirse a Pam soltando varias frases de las suyas. Sarah, que ha acudido a casa de su hermana Amber en busca de ayuda, nos proporciona el giro de guión que estábamos esperando para que todas las piezas sobre el tablero encajasen. Resulta que existe un antídoto para el virus que esta acabando con la población vampírica y, para más inri, se encuentra en la sangre Noomi, la zorra anteriormente conocida como Sarah, que se lo bebió con las prisas al escapar de la destrucción de la cárcel de vampiros de la temporada anterior. Cuando Pam, Eric y el señor Gus llegan a lo “Kill Bill” se encuentran con una Amber sorprendentemente curada.
Para saber que harán a continuación habrá que esperar a la próxima semana, pero supongo yo que las ansias asesinas se les habrá apaciaguado un poco.