No es que sea la mejor serie del mundo, pero sin duda, Santa Clarita Diet es una de las más divertidas del momento.
Con diez episodios de apenas 30 minutos, la segunda temporada de Santa Clarita Diet vuelve a ofrecernos pequeñas píldoras de humor negro, políticamente incorrecto y algún toque gore que siempre es de agradecer. Y es que Santa Clarita Diet tampoco inventa nada nuevo, es una historia de zombis, pero le ha dado la vuelta, ha hecho algo diferente con ese concepto y en su primera temporada se sentaban las bases de lo que vendría después. Es el relato de una pequeña comunidad cercana a Los Ángeles, donde conocemos las idiosincrasias y particularidades de sus vecinos, pero nos centramos en los Hammond, en Joel (Timothy Olyphant, Justified, Scream 2) y en Sheila (Drew Barrymoore) un matrimonio normal que se dedican a la venta de casas. Tienen una hija adolescente, Abby, que está en esa edad en la que todo son cambios constantes y ha de elegir quien va a ser en el futuro.
El conflicto estalla el día menos pensado, cuando Sheila de pronto vomita de forma violenta y acaba muriendo para, diez minutos después, resucitar. Pero la Sheila que conocemos ya no es la misma, se ha transformado en una no-muerta.
Ahora, debe comer a otros seres humanos para poder sobrevivir. Durante la primera temporada, vemos cómo es la transformación de Sheila, cómo ella y su familia se hacen a la peculiar idea de que se ha transformado en una criatura caníbal aunque siga conservando la personalidad divertida y excéntrica que la caracterizaba.
Es en ese momento cuando Abby debe recurrir a Eric, uno de los chavales frikis del colegio y vecino suyo del barrio, experto en ciencias y admirador de todo lo relacionado con lo paranormal. Eric será quien les revele a Joel y Abby la realidad de Sheila y se una a ellos en una búsqueda desesperada de respuestas para saber cómo pueden ayudarla.
De esta forma podríamos resumir la esencia de la primera entrega de la serie. Su continuación comienza justo donde acaba la primera, en ese momento álgido en el que los instintos primarios de Sheila están cobrando fuerza y su familia se encuentra atascada en la caza del famoso antídoto que aparece en el libro de magia serbio. Una vez que lo obtienen, cierran esa etapa y se abre una nueva. Y es que, la familia ha ido dejando un rastro de cadáveres que conduce hasta ellos. Y ahora vuelven a tener de vecino a una policía bastante competente y concienzuda, Anne, que no cejará en su empeño en averiguar qué fue de su compañero y por qué están desapareciendo misteriosamente algunas personas.
Por otro lado, la serie sigue explorando su lado más fantasioso y ahondamos un poco más en el origen de la enfermedad rara que ha convertido a Sheila en un zombi.
Mismos personajes, numerosas situaciones cómicas, más humor negro que en su predecesora y el mejor punto de esta nueva temporada sin duda, la reaparición de Nathan Fillion como la cabeza parlante Gary, la primera víctima de Sheila. Los que hayan disfrutado de Santa Clarita Diet desde el comienzo sin duda volverán a hacerlo en esta ocasión, porque una duda fundamental que al menos tenía el que escribe esto, era precisamente cómo sería el futuro de la misma, pues es una historia complicada de mantener en el tiempo, sobre todo por su nivel de astracanada y locura, pero aquí logran darle varios giros interesantes.
Santa Clarita Diet deja muchas ganas de más aventuras enloquecidas que suponen una vuelta de tuerca interesante a un género demasiado acostumbrado al drama estilo The Walking Dead.