¿Has tenido una pesada noche donde la larga ruta de tu vida parece condensarse de una sola vez, siendo la oportunidad perfecta que el destino te otorga para que pagues por todos tus pecados y hagas las cosas, al menos por una vez en tu disonante existencia, de la manera correcta? Si tu respuesta es afirmativa, esta película es de tu interés y si no, sabrás que existe un personaje ficticio llamado “Jimmy Conlon”, quien te hará escarmentar en cabeza ajena.
¿Y quién es este “Jimmy Conlon” (Liam Neeson)? Pues es un sicario de la mafia venido a menos con el paso de los años, solitario prácticamente, que cuenta de vez en cuando, con el apoyo moral y a veces material, de su otrora mentor y jefe, “Shawn Maguire” (Ed Harris).
“Jimmy” ha visto cómo su única familia se ha alejado de él, por el difícil camino que decidió elegir al convertirse en el “Gravedigger” (“Sepulturero” en español) del clan de “Shawn”. Los años en que pudo ser el baluarte de su único hijo “Mike”, “Conlon” prefirió pasarlos como el brazo armado de la organización criminal de su amigo, “Shawn Maguire”. Esto invariablemente generó un enorme rencor en “Mike” (Joel Kinnaman), quien ni en fotografías desea ver a su progenitor.
“Mike” ha logrado salir adelante a pesar de ello, con mucho esfuerzo, como padre de una familia de cuatro, que incluye a su esposa embarazada “Gabriela” (Genesis Rodriguez), más dos pequeñitas, “Catelyn” (Giulia Cicciari) y “Lily” (Carrington Meyer). Los sueños no realizados de “Mike” de convertirse en boxeador lo tienen como un frustrado chofer de limusinas, que no es su máximo, pero bien sirve para pagar las cuentas. Y es en este derrotero como conductor alquilado, que su vida sufrirá un giro de tuerca bastante violento que lo pondrá contra las cuerdas y que se convierte en el detonante de esta palpitante historia: mientras espera a un par de clientes, es testigo del brutal asesinato de uno de ellos, a manos del hijo de “Shawn Maguire”, “Danny” (Boyd Holbrook).
Liam Neeson y Joel Kinnaman |
“Danny”, un auténtico “white trash”, decide ir a la caza del vástago de “Jimmy”, pensando que la lealtad de este último hacia su padre es incondicional, pero cometió un errorcito que su adicción a la cocaína le hizo que pasara desapercibido: la sangre propia, a final de cuentas, clama por los suyos. El otrora letal “Sepulturero” sigue fino en su quehacer, a pesar del tiempo, y sin dudarlo un instante, liquida a “Danny” de un solo tiro.
En otras manos menos hábiles, esta trama de acción pudo haber terminado como una rutina cinematográfica más, sin embargo, el catalán Jaume Collet-Serra ha tenido la brillantez de convertirla en un magnífico relato de venganza, crimen , familia y una anhelada redención que las más de las veces nunca llega por más que se le busque. Si se logra, puede resultar artificiosa, si el corazón no se involucra en ello y Collet-Serra consigue el efecto contrario precisamente, caminar de la mano con el corazón de esta historia.
El núcleo de este corazón es, por supuesto, el gigante norirlandés, Liam Neeson. Apostando desde hace años por este tipo de papeles, el Sr. Liam ha encontrado una riquísima veta en los personajes de redención y rescate, que incluyen una buena cantidad de plomo y golpes, que lo han llevado al stardom del cine de acción. Neeson tiene la virtud de ser un estupendo actor de drama y aunado esto a su presencia física, hacen que su interpretación sea de lo más verosímil y logra la empatía con el espectador, algo nada sencillo; por lo que Liam convierte en un memorable personaje cinematográfico a “Jimmy Conlon”, lleno de matices, vulnerable, cargado de tristeza por lo que no fue, atormentado por el remordimiento, pero a la vez fraternal cuando debe y decididamente mortal cuando se requiere.
Liam Neeson y Boyd Holbrook |
Otra parte importante de este músculo cardiaco es el conocido actor Ed Harris, cuya carrera artística también es dilatada y sobresaliente. Convertido en la contraparte de “Jimmy Conlon”, Ed explora con todas sus magníficas tablas, los planos de “Shawn Maguire”: como amigo de “Jimmy” y también como enemigo de él, cuando se ve en la imperiosa necesidad de enfrentarlo. Hay una escena imborrable del pensamiento ya, créanme, es de antología: la conversación que entablan “Jimmy” y “Shawn” en el restaurante, para determinar el camino que cada uno seguirá; uno, “Shawn”, buscando cobrar la afrenta por la muerte de su hijo, y el otro, “Jimmy”, queriendo salvar la vida del propio.
Vaya que me ha dejado una grata sorpresa Collet-Serra: por fin una película de acción que explora toda un área gris, es decir, no acentúa las cosas malas que puede tener uno, pero tampoco hace alarde de las buenas, sólo recorre con sus personajes las decisiones que han de tomar acorde a las condiciones o circunstancias que la vida les va presentando a cada paso. Y eso es un botón de autenticidad que avasalla.
El ejercicio formal de Jaume Collet-Serra en “Una noche para sobrevivir” deja un gratísimo sabor de boca. Con sus vertiginosos plano-secuencias que agitan las entrañas, una sólida historia que no decae en ningún momento y un final descollante, esta película, amigos, no tiene desperdicio e inscribe con letras de oro los nombres de Jaume Collet-Serra, Liam Neeson y Ed Harris en el cine de acción.